Socialistas
Cabe temerse lo peor, pues ya se augura para 2015 un descenso electoral
?Tiene soluci¨®n el PSOE? ?Sabr¨¢n escapar los socialistas del agujero negro que ahora mismo les reduce a la impotencia? ?ltimamente, todas las noticias que protagonizan parecen condenarlos a la perdici¨®n: secesi¨®n efectiva del PSC, insumisi¨®n del PSG, politiqueo machista de Ponferrada, reanudaci¨®n del sumario andaluz de los ERE¡ A d¨ªa de hoy, su ¨²ltima haza?a ha sido su pacto contra natura con la coalici¨®n abertzale que gobierna en Guip¨²zcoa. Y mientras tanto, a fuerza de acumular errores, los socialistas siguen siendo incapaces de rentabilizar pol¨ªticamente, como primer partido de la oposici¨®n, el grave descr¨¦dito en que ha ca¨ªdo el partido en el poder, cuya pol¨ªtica de recortes provoca el empobrecimiento general mientras est¨¢ siendo encausado por abrumadoras sospechas de corrupci¨®n.
?Cu¨¢ndo se inici¨® el declive del PSOE? Habr¨ªa que remontarse al desencanto causado por la deriva abusiva de los ¨²ltimos gobiernos de Gonz¨¢lez, hace ya veinte a?os. Fue entonces cuando el PSOE perdi¨® la mitad de sus cuatro viveros electorales: Valencia y Madrid (pues retuvo Catalu?a hasta 2010 y todav¨ªa conserva Andaluc¨ªa). El caso valenciano resulta significativo por cuanto su derrota se debi¨® al error estrat¨¦gico de haberse identificado con el valencianismo catalanista de Fuster. Esto determin¨® en 1995 su sorpasso electoral por el regionalismo espa?olista, tras el pacto del pollo entre Uni¨®n Valenciana y el PP de Zaplana. El mismo error que quince a?os despu¨¦s ha conducido a la derrota del socialismo catal¨¢n, v¨ªctima del s¨ªndrome de Estocolmo que le hizo entregarse a su rival electoral, el soberanismo catalanista. Y con menor alcance num¨¦rico, tambi¨¦n el socialismo vasco ha cometido el mismo error de identificarse pol¨ªticamente con sus adversarios nacionalistas, lo que a la larga resulta fatal.
Esta misma fue una de las razones que explican el sorpasso madrile?o del PSOE de Leguina por el PP de Gallard¨®n: la p¨¦rdida de votantes a causa de la alianza de los socialistas con los nacionalistas, como forma de retener el Gobierno del Estado en 1993. Pero tambi¨¦n hubo otra raz¨®n adicional pol¨ªticamente significativa, como fue el progresivo abandono de sus bases electorales en el cintur¨®n rojo de Madrid por parte de los cuadros socialistas, que se profesionalizaron desertando del trabajo pol¨ªtico en los barrios tras dejarse atraer por la beautiful people neocapitalista. Aqu¨ª fue donde se inici¨® la crisis de representatividad del PSOE, que habr¨ªa de conducir veinte a?os despu¨¦s al "no nos representan" de los indignados del 15M. Pues la clave del ¨¦xito pol¨ªtico (y del fracaso por tanto) reside en el cultivo de las redes sociales de confianza, reciprocidad y compromiso mutuo. Unas redes asociativas que los socialistas supieron cultivar en los 70 y 80 pero de las que desertaron en los 90, para pasar a partir del a?o 2000 a confiar tan s¨®lo en la pol¨ªtica del talante y la imagen medi¨¢tica. ?Y ahora qu¨¦? Cabe temerse lo peor, pues ya se augura para 2015 un descenso electoral por debajo de los 100 esca?os como consecuencia de la desaparici¨®n del bipartidismo imperfecto, destruido por el irreversible descr¨¦dito de la clase pol¨ªtica profesional. Por eso es de imaginar que ante su impotencia el derrotado PSOE volver¨¢ por donde sol¨ªa, en busca de alianzas contra natura con el independentismo nacionalista. O lo que aun ser¨ªa peor, con una suicida uni¨®n de la izquierda a la chilena o a la griega. Lo cual terminar¨ªa por reducir a la irrelevancia el centenario socialismo espa?ol. Todo ello si no se logra invertir de aqu¨ª a entonces la autodestructiva degeneraci¨®n actual. Pero para detener y corregir el rumbo presente har¨ªa falta liderazgo.
Un liderazgo que Rubalcaba no est¨¢ en condiciones de desempe?ar. Hace m¨¢s de un a?o que se celebr¨® el congreso en el que fue elegido para pilotar esta dura traves¨ªa del desierto hacia una tierra tan poco prometedora como la que se augura. Y la condici¨®n impl¨ªcita de su elecci¨®n fue que Rubalcaba ejerciera de Mois¨¦s: un l¨ªder de transici¨®n, destinado a reorganizar el partido pero no a encabezar el t¨ªquet electoral. Pues bien, a juzgar por la evidencia, parece claro que Rubalcaba no est¨¢ sabiendo reorganizar el partido, que ahora est¨¢ m¨¢s dividido y desarticulado que hace un a?o. Veremos qu¨¦ sale de la Conferencia Pol¨ªtica del pr¨®ximo oto?o, pero cabe temer que solo ser¨¢ un tel¨®n de fondo para tapar la s¨®rdida lucha por el poder. Y es una l¨¢stima, pues lo que los socialistas precisan ahora no son personalismos tribales sino la recuperaci¨®n de la representatividad. Es decir, la vuelta al trabajo de calle, tratando de resucitar el esp¨ªritu de aquellas Casas del Pueblo que nutrieron en el pasado a sus redes sociales. Y que hoy, cien a?os despu¨¦s, acoger¨ªan a la PAH y las mareas blanca y verde.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.