¡®Austericidio¡¯
Las clases populares, ¨²nicas propensas al radicalismo violento, han perdido su capacidad movilizadora
?Se est¨¢ creando por fin el caldo de cultivo de un extraordinario malestar social, que podr¨ªa llegar a producir un estallido civil por el efecto catalizador del injusto austericidio que nos infligen? Existen m¨²ltiples indicios que parecen sugerirlo as¨ª, resumibles en los tres siguientes. Ante todo, por supuesto, el ingente auge del paro, que sigue desbord¨¢ndose por el efecto retardado de la reforma laboral aprobada hace un a?o. Como ya se han desmenuzado las tripas de la EPA del jueves, me limitar¨¦ a recordar que hay casi dos millones de j¨®venes en paro: la tristemente c¨¦lebre generaci¨®n perdida, que llegado el momento podr¨ªa incorporarse a una airada rebeli¨®n civil.
En segundo lugar, el empecinamiento en el austericidio mismo. Ha quedado meridianamente demostrado que la pol¨ªtica de ajuste fiscal est¨¢ contrayendo todav¨ªa m¨¢s la segunda recesi¨®n, bloqueando en consecuencia la salida de la crisis. As¨ª ha terminado por reconocerlo la Comisi¨®n Europea (Durao Barroso) siguiendo los pasos del FMI (Olivier Blanchard), tras el esc¨¢ndalo de la hoja de c¨¢lculo (aquel maldito error de Reinhart y Rogoff que sirvi¨® para condenar el d¨¦ficit deudor). Pero pese a ello, el directorio europeo (Merkel y Rehn) contin¨²a exigiendo mayor austeridad todav¨ªa, como precio a pagar por la moratoria en el ajuste del d¨¦ficit. Sostenella y no enmendalla. Con lo cual nos condenan a espa?oles y mediterr¨¢neos a prolongar indefinidamente nuestra ca¨ªda en la recesi¨®n. Si no quieres caldo, toma dos tazas.
Y en tercer lugar, la estolidez pol¨ªtica del Gobierno Rajoy, incapaz de administrar la ruina con un m¨ªnimo de inteligencia y empat¨ªa ciudadana. Aplica el austericidio que le imponen sus superiores europeos con la sordera moral de un tecn¨®crata que cumple su deber con rutinaria rigidez, revelando as¨ª la misma banalidad maligna que Hanna Arendt diagnostic¨® en otro contexto muy distinto. Y un triste ejemplo de esta burocr¨¢tica indiferencia por el sufrimiento ciudadano lo tenemos en su chapucera tramitaci¨®n de la nueva ley hipotecaria.
?Era necesario afrentar a los pobres desahuciados fingiendo que se aceptaba su Iniciativa Legislativa Popular para despu¨¦s suprimirla y tergiversarla? Lo mismo que se ha hecho con los escraches, a los que se criminaliza para poder culpar a las v¨ªctimas. Cada vez que maltratan y humillan al ciudadano de a pie, ofendiendo su dignidad herida, recuerdo aquella frase lapidaria de una diputada popular: "?Que se jodan!" Es el m¨¢s certero autorretrato de la casta que nos gobierna. Pero semejante desd¨¦n es algo peor que una crueldad. Es un error pol¨ªtico de primera magnitud, pues los ciudadanos ni merecen ni perdonan al gobernante que les pierde el respeto y les trata de esa forma.
De modo que las condiciones est¨¢n creadas para que un d¨ªa de estos la ciudadan¨ªa de a pie se lance a la calle a expresar en p¨²blico su ruidosa protesta y rabioso descontento. Y de hecho ya lo vienen haciendo, pues el pasado 2012 fue el a?o de mayor conflictividad social, con mucha mayor extensi¨®n e intensidad de las protestas p¨²blicas (huelgas, manifestaciones, ocupaciones de plazas e instituciones, etc¨¦tera) que las que hubo incluso en 2011 (el a?o del 15-M). Pero no ha habido ni de momento se espera que haya ning¨²n verdadero estallido social. La protesta del jueves pasado (d¨ªa en que se publicaba la EPA del paro), organizada por la plataforma ?En Pie! que propon¨ªa tomar el Congreso como quien toma la Bastilla, fue un completo fracaso. Y algo parecido puede pasar con las manifestaciones del Primero de mayo.
?Por qu¨¦ no estalla la calle en Espa?a? Mucho se ha hablado del familismo que protege a los j¨®venes espa?oles y les sirve de red de apoyo incondicional, lo que explica que no experimenten la necesidad acuciante de sublevarse. Pero lo mismo ocurre en Grecia y all¨ª la calle estalla en llamas, incendiada por las antorchas ultraderechistas de Aurora Dorada. O en Italia, cuya generaci¨®n perdida se ha integrado en el movimiento antipol¨ªtico Cinco Estrellas, que a punto est¨¢ de minar y descomponer desde dentro su sistema institucional. ?Por qu¨¦ su familismo mediterr¨¢neo es compatible con la resistencia popular, mientras que el espa?ol en cambio es conformista y contemporizador?
Mi hip¨®tesis es que la protesta en Espa?a est¨¢ protagonizada por los j¨®venes universitarios de clase media, que por desclasados que est¨¦n no parecen dispuestos a destruir un sistema al que pretenden regenerar para poder integrarse en ¨¦l. Aqu¨ª las clases populares, las ¨²nicas propensas al radicalismo violento, han perdido su capacidad movilizadora, como revela el declive sindical. Y por eso toda la conflictividad est¨¢ liderada por movimientos pacifistas de clase media: el 15-M, las mareas blanca y verde. Aqu¨ª la revoluci¨®n no tendr¨¢ lugar.
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