Bienvenidos al Welcome
Diversas ONG tienen un convenio con un hostal madrile?o para alojar a demandantes de asilo

Jamal Ibrahim hunde su dedo ¨ªndice en la ingle derecha y se?ala la parte trasera del muslo. El lugar por donde entr¨® y sali¨® la bala que le hizo abandonar definitivamente su pueblo en Somalia y pedir refugio en Espa?a. Hasta entonces hab¨ªa sido torturado varias veces por las milicias rebeldes de su pa¨ªs que tambi¨¦n mataron a dos de sus hermanos. ¡°Si no te vas, te matar¨¢n¡±, le insist¨ªan los familiares que dej¨® atr¨¢s. Ahora se ducha con agua caliente y tiene una dieta Mediterr¨¢nea, la que le dan en el comedor del Hostal Welcome y que comparte con demandantes de asilo procedentes de todos los rincones del mundo. En este albergue del perif¨¦rico barrio madrile?o de Vallecas coinciden estudiantes, mochileros y trotamundos en busca de una cama barata con inmigrantes huidos de sus pa¨ªses.
Despu¨¦s de hacerlo en ingl¨¦s con su nombre en la fachada, el Welcome da la bienvenida a sus hu¨¦spedes en varios idiomas m¨¢s desde las paredes de la recepci¨®n. Abri¨® sus puertas en 2007 y pertenece a la empresa Hospedajes Welcome S.L. que, con la llegada masiva de inmigrantes a las costas espa?olas, observ¨® la necesidad de camas econ¨®micas y las ofreci¨® a 13€ la noche. En varios carteles de la recepci¨®n, el albergue explica a sus clientes que tiene convenios con organizaciones como la Cruz Roja o la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado que alojan extranjeros de manera temporal mientras se gestiona una soluci¨®n permanente.
En el albergue conviven turistas mochileros
¡°Es mucho m¨¢s que un hostal¡±, cuenta la encargada de recepci¨®n Eva Andr¨¦s Pe?alba, ¡°nunca te planteas que pueda existir un sitio as¨ª¡±. La relaci¨®n entre los empleados y estos particulares hu¨¦spedes comienza con gestos porque muchos de ellos no hablan m¨¢s que el dialecto de su regi¨®n. Meses despu¨¦s, cuando la ONG ya les ha instalado en un lugar definitivo, vuelven a saludar, en un aceptable castellano, a las personas que conocieron en su primera casa en Espa?a. La estancia media suele durar d¨ªas o semanas.
Jamal Ibrahim, de 38 a?os, mantiene constante una media sonrisa, incluso mientras cuenta su periplo en autob¨²s por el desierto del S¨¢hara hasta llegar a Marruecos. All¨ª conoci¨® a un compatriota, Abshir Wayleq, de 31 a?os, que tambi¨¦n hab¨ªa huido de la regi¨®n somal¨ª de Kissmayo. Juntos cruzaron el estrecho en la barca de un pescador y ahora lo cuentan sentados en una cama del Hostal Welcome. Son los ¨²nicos hu¨¦spedes que han aceptado hablar aunque el trasiego de extranjeros en los pasillos es constante. Son rusos, palestinos, sirios, subsaharianos. La mayor¨ªa hombres, pero tambi¨¦n hay familias con ni?os. Para los m¨¢s peque?os hay una zona de juegos al lado de un futbol¨ªn.
Cruz Roja tiene un despacho en el albergue donde varias personas ofrecen lo que llaman primera acogida y que consiste en suplir las necesidades b¨¢sicas de comida y techo y hacer un chequeo m¨¦dico. ¡°Cuando alguien emite una solicitud de protecci¨®n internacional, la administraci¨®n se pone en contacto con nosotros para que nos hagamos cargo de ella mientras se estudia su caso¡±, explica Milagros Nu?ez, responsable de ayuda humanitaria para inmigrantes de la Cruz Roja, ¡°y la primera parada en este camino es el Welcome¡±.
Si no est¨¢s de acuerdo con ellos se llevan a tus hijos y los convierten en soldados
Wayleq permenece callado mientras su amigo cuenta el d¨ªa a d¨ªa de la guerra de Somalia, pero cuando menciona las milicias que operan en su pa¨ªs no puede evitar a?adir: ¡°Si no est¨¢s de acuerdo con ellos se llevan a tus hijos y los convierten en soldados¡±. ?l tiene cinco y tuvo que dejarlos atr¨¢s. Entre los hu¨¦spedes, un hombre con gabardina y sombrero de ala de color verde se mueve con soltura. Se llama Ibrahim Tahir y cree que tiene 25 a?os. Lleg¨® a Madrid hace un a?o procedente de Libia, donde fue soldado, aunque es originario de El Chad y hoy est¨¢ en el hostal visitando a un amigo reci¨¦n llegado. ¡°Mi jefe me dec¨ªa que matara gente¡±, cuenta y poco m¨¢s se puede saber de lo que le ocurri¨® antes de acabar en el Welcome.
El albergue tiene 180 camas de las que un 40% suelen estar ocupadas por inmigrantes de todas las partes del mundo. El men¨² del comedor est¨¢ escrito en castellano, franc¨¦s, ingl¨¦s y, a l¨¢piz, alguien tambi¨¦n lo ha traducido al ¨¢rabe. La jefa de recepci¨®n explica que para respetar a los hu¨¦spedes musulmanes no se sirve ning¨²n plato con carne de cerdo y, durante el mes de Ramad¨¢n, se deja abundante comida preparada para la noche.
En el comedor no se sirve cerdo y durante el Ramad¨¢n se deja comida para los musulmanes
En el albergue hay tambi¨¦n clientes cl¨¢sicos: turistas, grupos de estudiantes, equipos de que practican alg¨²n deporte y viajan a Madrid para competir y que buscan un alojamiento b¨¢sicamente econ¨®mico, a pesar de que est¨¦ alejado del centro. Precisamente su ubicaci¨®n fue una de las caracter¨ªsticas que motiv¨® su elecci¨®n como primer hogar de los inmigrantes al considerar que proporciona protecci¨®n e intimidad.
El 3 de mayo de 2007 tres autobuses llenos de solicitantes de asilo subsaharianos aparcaron frente al Welcome, as¨ª comenz¨® la andadura de este centro de acogida donde la estancia empieza con un check in al uso. La de Jamal Ibrahim y Abshir Wayleq est¨¢ a punto de terminar. Se marchan a un centro de la Cruz Roja a esperar la tramitaci¨®n de sus papeles. Alg¨²n d¨ªa esperan volver a trabajar, reunirse con sus familias, empezar una nueva vida, sentarse a ver un buen Bar?a-Madrid como hac¨ªan en Somalia.
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