El gur¨², el sobrado y el discreto
Gonz¨¢lez, Aznar y Zapatero imponen su estilo a un 'cargo' sin contenido La irrupci¨®n de Aznar devuelve a primera l¨ªnea a los expresidentes
En la Navidad de 2011, d¨ªas despu¨¦s de abandonar La Moncloa, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero le mand¨® un whatsapp a su exministra y amiga Trinidad Jim¨¦nez con la ilusi¨®n de un cr¨ªo con consola nueva: ¡°?Hoy he ido al supermercado!¡±. Meses despu¨¦s, las revistas del coraz¨®n cazaban al expresidente y a su esposa, Sonsoles Espinosa, paseando de la mano por Par¨ªs cargados de bolsas de Zara: una estilosa pareja de mediana edad en escapada de fin de semana. A¨²n hoy, reci¨¦n mudado a un d¨²plex de alquiler, abandonada la idea de volver a Le¨®n por la presi¨®n de sus hijas adolescentes, Zapatero sigue recuperando poco a poco su existencia.
Solo ahora empieza a reconciliarse consigo mismo. A dormir a pierna suelta. A relajarse y disfrutar de la vida. A¨²n lleva en el iPhone los ¨ªndices burs¨¢tiles actualizados al segundo. A¨²n le ¡°duele Espa?a¡±, seg¨²n su exiguo c¨ªrculo. ¡°Est¨¢ jodido con este desastre, ?c¨®mo no va a estarlo?¡±. Pero ya no somatiza. El tiempo ha suavizado la lacerante autocr¨ªtica con que abandon¨® el poder dejando al pa¨ªs sumido en la crisis. Pero el cese de su responsabilidad ¡ªy la evidencia de que Rajoy, su sucesor, no ha sido capaz de reflotarlo¡ª le redime en cierto modo. ¡°Una especie de mal de muchos, consuelo de tontos¡±, reconoce su entorno. Sigue, eso s¨ª, buscando su espacio, corriendo solo, y encerr¨¢ndose en esos ¡°silencios oce¨¢nicos" que exasperaban a sus colaboradores cuando su tel¨¦fono era el ¨²ltimo en sonar para dar la ¨²ltima orden en los grandes asuntos.
Dijo que lo har¨ªa, y lo est¨¢ haciendo. Retirarse de la vida p¨²blica y no dar a otros los sermones que a ¨¦l le hab¨ªan dado Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar desde las filas de enfrente, y, m¨¢s sibilinamente, Felipe Gonz¨¢lez desde las propias. Por eso, le incomod¨® tanto la desabrida irrupci¨®n del expresidente Aznar en la pol¨ªtica nacional la semana pasada. Una actitud ¡°en las ant¨ªpodas¡± de su estilo, seg¨²n confes¨® a sus ¨ªntimos. ¡°No volver¨¢, considera el poder como una comisi¨®n de servicio, y ¨¦l ha cumplido¡±, dicen en su entorno.
Lo que s¨ª hace, porque le complace y lo considera un d¨¦bito, es acudir al Consejo de Estado, de cuyos emolumentos vive, y a alg¨²n encuentro discreto con l¨ªderes internacionales. En oto?o, quiz¨¢, publique el libro de su particular memoria de la crisis que tiene escrito hace meses y que ha retrasado un par de veces porque no halla el momento de dar la campanada, por poco sonora que sea.
¡°Todos le llaman, y ¨¦l va. Disfruta de una segunda vida¡±, seg¨²n el entorno de Felipe
La entrevista en la que el presidente de honor del Partido Popular amag¨® con volver al ruedo, el mismo d¨ªa en que el expresidente Gonz¨¢lez se entrevistaba en privado con Rajoy, y la misma semana en que Zapatero conced¨ªa una entrevista de cortes¨ªa a Luis del Olmo, ha devuelto a la palestra a los tres hombres que, con Adolfo Su¨¢rez, enfermo y apartado de los focos, han ocupado la m¨¢s alta responsabilidad pol¨ªtica en Espa?a. Tres personalidades radicalmente distintas. Tres estilos de liderazgo y de ejercicio del poder que, seg¨²n sus respectivos c¨ªrculos, han tenido su continuidad en su manera de afrontar los d¨ªas, meses y a?os tras dejar el cargo.
La descompresi¨®n, t¨¦rmino acu?ado por Jos¨¦ Enrique Serrano, jefe de gabinete de Gonz¨¢lez y despu¨¦s de Zapatero, es dif¨ªcil. De un d¨ªa para otro dejan de sonar tel¨¦fonos que echaban humo. La agenda, antes colapsada, est¨¢ vac¨ªa. Un hombre ¡ªen m¨¢s de tres d¨¦cadas a¨²n no habido una mujer en el trance¡ª en torno a los 50 a?os, en la flor de sus facultades f¨ªsicas e intelectuales, con la adrenalina y la testosterona disparada por la descomunal presi¨®n previa, pasa de todo a nada de repente. Lo mismo que le ocurre a cualquier prejubilado a la fuerza, de acuerdo. Pero se supone que ellos han tocado la cima. Al menos, la cumbre que ansiaban. Y, de repente, con 20 a?os de expectativa laboral y 30 de esperanza de vida, se encuentran con que todo su futuro ser¨¢ cuesta abajo. Qu¨¦ hago. Sigo en pol¨ªtica o desaparezco del mapa. D¨®nde me meto. Preguntas que, con la nostalgia o rechazo del pasado y la soledad del ¨²nico en su clase, conforman el ap¨®crifo s¨ªndrome del expresidente.
¡°No volver¨¢. Cree en el poder como una comisi¨®n de servicio¡±, dicen de Zapatero
Dice un exalto cargo del Gobierno Aznar que ¡°Felipe hablaba solo en Gobelas¡±, los primeros meses despu¨¦s de 14 a?os en La Moncloa. Quienes le trataron entonces, niegan la ¡°maldad¡±, pero en el fondo no discrepan tanto. ¡°Todos los presidentes son profund¨ªsimos solitarios y tipos con una fortaleza interior fuera de serie. En eso, s¨ª es el cargo el que hace al hombre, y no al rev¨¦s. El poder, con sus glorias y sus miserias, les marca a fuego¡±, dice un estrecho excolaborador de Gonz¨¢lez. Si en La Moncloa se abstra¨ªa cuidando de sus amados bons¨¢is, a¨²n hoy Felipe pasa horas en sepulcral silencio tallando las colosales piedras semipreciosas que luego regala a las amigas. De hecho, la mesa de cristal que preside su despacho descansa sobre un s¨®lido pedestal de pizarra cincelado golpe a golpe por el escoplo del jefe.
Felipe es para muchos, dada la ausencia obligada por las circunstancias del pionero Adolfo Su¨¢rez ¡ªque su primog¨¦nito, Adolfo, suele escenificar dejando su silla vac¨ªa en los actos p¨²blicos¡ª, el referente de la figura del expresidente en Espa?a. De ¨¦l es la afortunada definici¨®n del ¡°jarr¨®n chino¡± para referirse a ¨¦l y a sus hom¨®logos: un objeto supuestamente valioso que nadie sabe d¨®nde poner ni qu¨¦ hacer con ¨¦l para no romperlo. A veces, ni ¨¦l mismo.
Su expresidencia es, seg¨²n los suyos, la consecuencia natural de su mandato. ¡°Felipe ten¨ªa una concepci¨®n global del mundo, cultiv¨® relaciones con los grandes l¨ªderes del siglo XX, y hoy buena parte de su actividad tiene una dimensi¨®n global, que no acredita nadie en Espa?a. Hace 17 a?os que dej¨® de ser presidente, y a¨²n le requieren constantemente mandatarios de Latinoam¨¦rica y Europa. Le llaman, y ¨¦l va¡±. Gonz¨¢lez disfruta, con su sueldo como consejero independiente de Gas Natural ¡ª ¡°eso de que le mantienen sus amigos millonarios, como Slim, es una insidia, otra cosa es que le inviten¡±, dice un colaborador¡ª una segunda vida junto a su segunda y reciente esposa, Mar Garc¨ªa Vaquero. ¡°Se perdi¨® la infancia de sus hijos siendo presidente y hoy no va a renunciar a su espacio y su tiempo. Cuando le fotograf¨ªan en el Caribe, le da igual. Toda la vida se ha puesto la vida por montera. Puede detestar a Aznar. Ponerse borde. Lanzar pullas a diestro y siniestro. Decir que no va a leer las memorias de Guerra porque no le queda vida para ello. Lo que no va a hacer es perjudicar con sus palabras a su pa¨ªs. Por eso, si Rajoy le llama, va. Y si puede ayudar con su influencia y sus contactos, ayudar¨¢¡±.
Este jueves Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar templaba gaitas ¡ª a su manera: no echando m¨¢s le?a al fuego¡ª con Rajoy y los suyos en un acto p¨²blico en Madrid en el que, de nuevo, brillaron por su ausencia ministros que antes se daban de bofetadas por un hueco a su vera. Seg¨²n alg¨²n aznarista, el expresidente est¨¢ ¡°estupefacto¡± con el fuego de metralla, m¨¢s de los suyos que de los ajenos, con que fueron acogidas sus invectivas contra el Gobierno y su amenaza de volver a la pol¨ªtica si su conciencia se lo demanda. Debe de ser nuevo para ¨¦l, y los cambios siempre cuestan.
¡°Est¨¢ eternamente enojado. Es un l¨ªder civil uniformado¡±, opina un aznarista
¡°Todos los presidentes han salido mal de La Moncloa. Y a ¨¦l, que lo hab¨ªa dise?ado todo para salir bien, limitando sus mandatos, se?alando a su sucesor, dej¨¢ndolo todo atado como el l¨ªder civil uniformado que es, tambi¨¦n le torci¨® el brazo la historia. Por eso, y porque es un patriota que siente un deber hist¨®rico con su pa¨ªs, est¨¢ eternamente enojado. Ahora, es el l¨ªder natural del votante del PP y un estadista respetado ah¨ª fuera. No como Zapatero, que habr¨¢ tenido que hacerse tarjetas con su nombre y el cargo de expresidente del Gobierno, para que le conozcan¡±, desliza un alto cargo aznarista del PP.
Cuando dej¨® el poder, Aznar se invent¨® una vida y una profesi¨®n nuevas. Aprendi¨® ingl¨¦s. Esculpi¨® su cuerpo. Tir¨® de agenda, se puso en el mercado de los influyentes espl¨¦ndidamente remunerados del globo y se propuso, quiz¨¢, parecerse algo m¨¢s a su admirado yerno, Alejandro Agag, seg¨²n algunos, la ¨²nica persona con la que ¡°se descojona¡±, y tiene lo que a ¨¦l le falta: don de lenguas y de gentes. En eso estaba, cuando, seg¨²n quienes le conocen, vio amenazado su prestigio y lo que considera su impecable legado y se revolvi¨® como un le¨®n enjaulado contra propios y extra?os.
Superar filias y fobias, debilidades humanas. Ese es quiz¨¢, seg¨²n el fil¨®sofo Javier Gom¨¢, autor de La ejemplaridad p¨²blica (Taurus), el d¨¦ficit de los expresidentes. ¡°La l¨®gica amigo/enemigo que preside la pugna pol¨ªtica deber¨ªa superarse cuando se deja el poder si realmente quieren convertirse en figuras cohesionadoras y ejemplares¡±. Grandeza de miras. Sentido de Estado. No es poca cosa.
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