L¨®gica excluyente
La sociedad no reconoce ahora al PP y al PSOE como los int¨¦rpretes de sus problemas
El sistema electoral espa?ol es formalmente constitucional, pero materialmente es preconstitucional. Fue predefinido en la Ley para la Reforma Pol¨ªtica de 1976 y concretado en el real decreto ley de 1977 que presidi¨® la convocatoria de las elecciones de 15 de junio de 1977. Los elementos decisivos del sistema, el n¨²mero de 350 diputados, la provincia como circunscripci¨®n electoral, el m¨ªnimo de dos esca?os atribuidos a cada provincia y la f¨®rmula D¡¯Hont, entraron en nuestro sistema pol¨ªtico antes de la entrada en vigor de la Constituci¨®n. La Constituci¨®n y la Ley Org¨¢nica de R¨¦gimen Electoral General los hicieron suyos, pero no fue una creaci¨®n suya.
Este sistema electoral no impide la presencia de m¨²ltiples partidos en el Congreso de los Diputados, pero s¨ª tiende a separar con una barrera infranqueable a los dos primeros de todos los dem¨¢s. En todas las elecciones celebradas desde 1977 a 2011 ha habido como m¨ªnimo 10 y como m¨¢ximo 13 partidos que han tenido representaci¨®n parlamentaria. Pero el voto ha tendido a concentrarse en los dos primeros. Si en 1977 y 1979 los dos primeros partidos no llegaron a concentrar el 65% por ciento del voto, a partir de 1982 concentraron m¨¢s del 70%, salvo en 1989 (65,39%), llegando en dos ocasiones, 2000 y 2004, a pasar del 80%. La concentraci¨®n de esca?os es muy superior.
La variable decisiva en la distribuci¨®n del poder es la distancia entre los dos grandes partidos. La mayor¨ªa absoluta no depende del porcentaje de voto que obtiene el primer partido, sino del que obtiene el segundo. Lo que ocurre con los dem¨¢s partidos es relevante en la medida en que incide en la distancia entre los dos primeros partidos. En 1989 el PSOE, con el 39,6% de los votos, obtuvo 175 esca?os, porque el PP obtuvo el 25,79% (107 esca?os). En 2008, con el 43,87%, obtuvo 169 esca?os, porque el PP obtuvo el 39,84% (154 esca?os). Si PP y CDS hubieran ido juntos en 1989, habr¨ªan obtenido 140 esca?os y el PSOE 157. Desde entonces, la concentraci¨®n del voto de la derecha y del centro derecha espa?ol en el PP hace pr¨¢cticamente imposible una mayor¨ªa absoluta socialista. A la inversa ocurre en el interior de la izquierda. La distancia entre PSOE y PP, o PP y PSOE, est¨¢ muy determinada por el voto de IU.
El sistema electoral condiciona el debate entre los partidos. Conduce a un choque frontal entre los dos partidos de gobierno, excluyendo cualquier tipo de acuerdo entre ambos; o bien a la exclusi¨®n de todos los dem¨¢s cuando los dos grandes alcanzan un acuerdo. El PP y el PSOE ¨²nicamente est¨¢n dispuestos a hablar con los dem¨¢s partidos cuando previamente han evaluado cada uno de ellos el coste/beneficio del acuerdo en su enfrentamiento rec¨ªproco. En el momento en que las direcciones del PP/PSOE han hecho esta evaluaci¨®n, los dem¨¢s partidos dejan de estar interesados en participar.
As¨ª ha ocurrido en todos los acuerdos importantes que se han alcanzado desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n. Ocurri¨® en los pactos auton¨®micos de 1981, en los que se definieron el mapa auton¨®mico y el procedimiento y calendario para la construcci¨®n del Estado auton¨®mico. As¨ª volvi¨® a ocurrir en 1992, con los segundos pactos auton¨®micos y la reforma de los estatutos de autonom¨ªa de las comunidades del art¨ªculo 143 de la Constituci¨®n, a fin de equipararlas a todas desde el punto de vista competencial. As¨ª ocurri¨® en 2011 con la reforma del art¨ªculo 135 de la Constituci¨®n.
El PP o el PSOE pueden hablar cada uno de ellos por separado con los dem¨¢s partidos. Pero no los dos juntos. Y a la inversa. Los dem¨¢s partidos pueden hablar con cada uno de ellos por separado, pero no con los dos juntos. Esta es una de las razones del empobrecimiento del debate pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs. El sistema electoral propicia el sectarismo de los grandes y la exclusi¨®n o la tendencia a la autoexclusi¨®n de los dem¨¢s.
Hasta la pasada legislatura el empobrecimiento del debate hab¨ªa afectado a la calidad de nuestra democracia, pero sin que se llegara a una situaci¨®n alarmante. Ahora ya no es as¨ª. Todos los estudios de que disponemos indican se est¨¢ erigiendo una barrera de incomunicaci¨®n entre la sociedad espa?ola y su sistema pol¨ªtico, que, adem¨¢s, no deja de hacerse cada vez m¨¢s alta. La sociedad espa?ola hizo suyos los pactos de 1981 y 1992. No estoy seguro de que haya hecho suya la reforma de la Constituci¨®n de 2011. Y estoy seguro de que desconf¨ªa de los pactos que puedan alcanzar PP y PSOE sin contar con los dem¨¢s de cara al futuro. PP y PSOE no son reconocidos en este momento por la sociedad espa?ola como los int¨¦rpretes de sus problemas y de las pol¨ªticas precisas para hacerles frente. Lo peor es que no es f¨¢cil salir de donde estamos.
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