El maestro en hacerse el muerto
Rajoy est¨¢ en manos de Pedro Arriola, el poderoso asesor que hered¨® de Aznar Ha orientado el centro derecha desde 1989
Pedro Arriola (Sevilla, 1948) llega siempre a las reuniones con su voluminosa cartera de fuelle. Saca sus papeles con notas a l¨¢piz, y explica con detalle sus c¨¢balas y proyecciones demosc¨®picas. Pero nunca ense?a a nadie sus datos y siempre guarda para s¨ª el origen de esos c¨¢lculos y deducciones.
Como due?o del arcano, este soci¨®logo se ha hecho poderoso e imprescindible primero para Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y ahora para Mariano Rajoy, a los que se refiere como ¡°mi cliente¡±. Arriola ha orientado el centro derecha desde 1989; su mano est¨¢ detr¨¢s de todas las estrategias del PP; su impronta marca la pol¨ªtica espa?ola desde esa fecha y su nombre aparece como el principal perceptor de dinero opaco de los papeles de B¨¢rcenas, con 1,23 millones de euros entre 1990 y 2008.
?l explica que la contabilidad secreta del extesorero popular incluye datos falsos; que su empresa (Instituto de Estudios Sociales) firm¨® un contrato en 1989 con el entonces secretario general del PP, Francisco ?lvarez-Cascos, con un fijo mensual y pagos por servicios extras, como las encuestas que encarga o las campa?as electorales pero todo con facturas, como cualquier proveedor.
Su contrato se renueva cada a?o autom¨¢ticamente, obliga a confidencialidad e incluye una cl¨¢usula para asesorar solo al l¨ªder del partido. Arriola sostiene que las cuentas manuscritas de B¨¢rcenas y los documentos que las respaldan son pruebas preconstituidas como coartada futura por el extesorero ahora encarcelado.
Su contrato obliga a confidencialidad e incluye una cl¨¢usula para asesorar solo al l¨ªder del partido
El servicio completo que Arriola presta a su cliente en la cocina del poder incluye an¨¢lisis de encuestas que ¨¦l mismo encarga, factura e interpreta con reconocida intuici¨®n; consejos estrat¨¦gicos sobre pol¨ªtica; orientaci¨®n en contenidos de discursos y hasta directrices de imagen y telegenia. Admite que, seg¨²n explica un destacado dirigente del PP, viene a ser una especie de entrenador personal y terapeuta que reconforta a los jefes, les reafirma en sus posiciones y les hace sentir a gusto consigo mismos.
Se ve a s¨ª mismo no como un militante o un dirigente, sino como alguien que trabaja y presta un servicio al margen de ideolog¨ªas, para ofrecer un resultado a su cliente.
Arriola milit¨® en la izquierda cuando estaba en la universidad y hasta estuvo en la c¨¢rcel en el final del franquismo en uno de los estados de excepci¨®n de la dictadura. Con la llegada de la democracia fue virando a la derecha. En 1982 rechaz¨® ir en las listas de AP al Congreso y renunci¨® a hacer carrera pol¨ªtica. Lleg¨® al PP en 1989, tras haber colaborado gratis con Aznar en sus inicios en Castilla y Le¨®n y procedente de una empresa que trabajaba para la CEOE, donde era especialista en negociar convenios colectivos. Ahora es el gur¨² de los sucesivos l¨ªderes del PP.
¡°A favor de corriente, se gana y en contra de corriente, se pierde¡±, suele decir
Ha creado la etiqueta de arriolismo, que ¨¦l considera una ¡°leyenda urbana¡± y que se define como una especie de relativismo pragm¨¢tico o de perfil ideol¨®gico bajo, al que Rajoy se ha acoplado perfectamente con su forma de ser reposada y de combusti¨®n lenta de motor di¨¦sel. En momentos de zozobra, su consejo suele ser bajar el pulso del enfermo y hacerse el muerto hasta que pase el peligro. ?l lo llama ¡°interpretar los tiempos adecuadamente¡±. Por ejemplo, dejar caer por aburrimiento el clamor de que Rajoy comparezca en el Congreso por el caso B¨¢rcenas. O buscar salidas dial¨¦cticas a las preguntas de los periodistas, aunque luego Rajoy las interprete a su manera.
¡°A favor de corriente se gana y en contra de corriente se pierde¡±, suele decir para justificar que se aparquen asuntos que pueden ser conflictivos seg¨²n su interpretaci¨®n de las encuestas, aunque est¨¦n en el sustrato ideol¨®gico de su cliente o en sus programas. Es lo que en otros momentos se llam¨® el centrismo o la lluvia fina de Aznar y que se manifiesta ahora en enfriar el asunto del aborto por ¡°divisivo¡± entre los ciudadanos o no forzar el discurso p¨²blico contra el independentismo catal¨¢n. Explica que ¨¦l no aconseja lo que piensa, sino lo que cree que conviene al cliente. Se trata de dar poco valor a lo ideol¨®gico en beneficio de la estrategia y del resultado, como si cobrara por objetivos. Y cuando es preciso se le da una vuelta a la rueda de la intensidad y se construyen discursos agresivos, de ataque personal y de demolici¨®n del adversario. Suyas son frases como el ¡°v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez¡± que Aznar le dijo a Felipe Gonz¨¢lez en 1995 y el ¡°usted traiciona a los muertos¡± que Rajoy espet¨® a Zapatero diez a?os m¨¢s tarde. Cuando hay que convertir en un killer pol¨ªtico al cliente, se le convierte.
A Aznar y a Rajoy les prepar¨® para sus debates de campa?a y explica que lo que m¨¢s le cost¨® fue quitarles el defecto que comparten por su procedencia: el tono de opositor que canta los temas ante un tribunal.
Fue el responsable de que Rajoy centrara en 2008 su debate electoral con Zapatero en las negociaciones del Gobierno con ETA aunque ¨¦l mismo en 1998 hab¨ªa participado en la comisi¨®n que por encargo de Aznar se reuni¨® con la banda en Suiza. En las actas de aquella reuni¨®n, publicadas por ETA y aceptadas por Aznar, Arriola es el ¨²nico que reiteradamente habla de Navarra, de cambiar las leyes y de la reforma de la Constituci¨®n.
Ahora solo despacha con Rajoy, sin periodicidad fija, pero con mucho contacto telef¨®nico. No pisa la sede nacional del PP, aunque cobra del partido como ha hecho en los ¨²ltimos 24 a?os. No provoca recelos ya porque todos saben en el partido que su poder es imbatible, como nadie discutir¨ªa las siglas o el anagrama de la gaviota. Es parte de la marca y el sucesor de Rajoy, quien quiere que sea, ser¨¢, antes que l¨ªder del partido, el cliente de Arriola.
¡°El que tiene la boca cerca de la oreja del C¨¦sar siempre provoca odios y envidias¡±, explica con cierta impostura, en el papel de quien debe asumir que todos le culpen de lo que va mal, sin que se le reconozca que ha llevado a La Moncloa a sus dos clientes.
Arriola, sobrino nieto del poeta Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, est¨¢ casado con la vicepresidenta del Congreso Celia Villalobos. Seductor en la distancia corta, es de los que cuando se le pregunta la hora no solo la explica con detalle sino que es capaz de encadenar con especial gracejo chistes y an¨¦cdotas divertidas durante horas. Y al final termina convenciendo de que, en realidad, no es la hora que marca el reloj.
Sabe perfectamente que su poder depende de su silencio p¨²blico. Y sabe tambi¨¦n hacerse el muerto para ponerse a salvo y alimentar su propia leyenda.
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