En l¨ªnea con Don Tancredo
La pretensi¨®n por parte de Mariano Rajoy de esquivar la cuesti¨®n de B¨¢rcenas y de la financiaci¨®n ilegal del Partido Popular solo ha generado resultados contraproducentes
El actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, parece imbuido del principio seg¨²n el cual aqu¨ª el que resiste gana. Un principio adoptado como lema her¨¢ldico por otro gallego, de Padr¨®n, Camilo Jos¨¦ Cela. En la versi¨®n particular de Rajoy se entiende que resistir es callar. De manera que nuestro presidente, enrocado en esa actitud, acaba componiendo la figura de Don Tancredo. Esa es la referencia con la que empezaba para los espa?oles el siglo XX, lo mismo que para los franceses se inauguraba con la torre Eiffel. En el ensayo que le dedica, Jos¨¦ Bergam¨ªn (v¨¦ase Obra Taurina. CSIC, Madrid, 2008), escribe que Don Tancredo encontr¨® el valor por el camino m¨¢s corto: por el del miedo. Esa es tambi¨¦n la manera que ha tenido el presidente Rajoy de encontrar la elocuencia por el camino m¨¢s corto: por el del silencio. Un silencio sostenido frente a la petici¨®n indeclinable de explicaciones que le han venido reclamando las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias y todo el arco crom¨¢tico, que componen del rosa al amarillo las afinidades de la prensa, radio y televisi¨®n que se edita o emite desde Madrid, si se except¨²a a la Brunete medi¨¢tica obcecada en el marianismo de estricta obediencia.
La invenci¨®n del tancredismo, entendido como la voluntad de no hacer nada, se positiva en un esfuerzo heroico: el de no moverse lo m¨¢s m¨ªnimo, conforme a los dictados del asesor ¨¢ulico Pedro Arriola. As¨ª se dej¨® arrumbar Rajoy, cuando era l¨ªder de la oposici¨®n, por las olas de la crisis hasta arribar a las playas de La Moncloa. As¨ª, una vez alcanzada la presidencia, ha desafiado tambi¨¦n, como Zapatero, su predecesor socialista, la vigencia del principio de contradicci¨®n fijado en la l¨®gica aristot¨¦lica. Lo que resulta parad¨®jico es que el hombre inmovilizado por el miedo se transfigure en la estatua viva del valor: del Rey del Valor, que era el sobrenombre con el que se anunciaban las actuaciones de Don Tancredo en los carteles taurinos. Se?ala nuestro autor que ¡°para nada hace falta tanto valor como para expresar el miedo¡± y que ¡°el valor de los hombres podr¨ªa definirse por la calidad de su miedo¡±. Tambi¨¦n que hay dos escuelas de pensamiento al respecto. La primera, mantiene que Don Tancredo esperaba al toro con los ojos cerrados, la segunda que lo hac¨ªa con los ojos abiertos. Pero Bergam¨ªn resuelve el dilema invirtiendo el orden de los factores para advertirnos de que no es el Don Tancredo el que puede mirar con fijeza al toro; es el toro el que puede y tiene que mirar con fijeza a Don Tancredo, de forma que cuando el toro no se fija en ¨¦l es cuando est¨¢ perdido: porque le acomete, casi sin verlo, le arremete y le derriba. As¨ª sucedi¨® el primero de enero de 1901 con aquel toro Zurdito, de Mihura, que sin duda no se fij¨® en ¨¦l, le derrib¨® al suelo y le oblig¨® a salir de estampida.
Como comentaba
La pretensi¨®n por parte de Mariano Rajoy de esquivar la cuesti¨®n de B¨¢rcenas y de la financiaci¨®n ilegal del Partido Popular solo ha generado resultados contraproducentes. Quien pensara que el tiempo todo lo borra o que despu¨¦s de llover escampa, habr¨¢ podido comprobar el fracaso de semejante predicci¨®n, porque tambi¨¦n sucede que el paso del tiempo puede ser un agravante y que el silencio de la parte interpelada redobla la fuerza del requerimiento de quienes exigen respuesta. M¨¢s a¨²n, si Manolo el del bombo se pone al frente de la percusi¨®n con la maestr¨ªa que tiene acreditada en la administraci¨®n de las dosis y de las pautas, sabedor de que para lograr el incremento de las sensaciones en progresi¨®n aritm¨¦tica es necesario que los est¨ªmulos escalen en progresi¨®n geom¨¦trica (Ley de Weber y F¨ºchner) y sabedor tambi¨¦n de c¨®mo premiar o sancionar el comportamiento que cada uno de los implicados en las carpetas y sobres manejados por B¨¢rcenas, que Jota Pedro presenta como descubrimientos. M¨¢xime cuando, esta vez, en lugar de las conjeturas para extorsionar de otras ocasiones cuenta con datos irrefutables. En todo caso, seg¨²n comentaba un magistrado del Supremo, cuando aparece una contabilidad b, siempre acaba por resultar la verdadera, mientras que la oficial apenas responde a la necesidad de guardar las apariencias legales.
Que las fuerzas de oposici¨®n hayan debido amenazar con una moci¨®n de censura indica la tozudez de la negativa de Rajoy a comparecer ante el Congreso de los Diputados, habida cuenta de que la censura es el ¨²nico recurso que la Junta de Portavoces, de obediencia gubernamental, es incapaz de bloquear. Que el presidente haya dicho que solo debe explicaciones a los espa?oles que le votaron es contrario al hecho de que su investidura corresponda al Congreso de los Diputados, integrado por quienes han sido elegidos para ocupar sus esca?os en las elecciones generales. Pero esto no se queda as¨ª. Esto se hincha.
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