Un pa¨ªs decepcionado
EL PA?S comienza una serie para analizar la situaci¨®n de la naci¨®n a trav¨¦s de los ciudadanos El primero refleja una poblaci¨®n profundamente enfadada y desilusionada con sus instituciones
Espa?a es un pa¨ªs serio y decente, en el que se puede confiar. Pero aunque sobreabundan los datos sociol¨®gicos que avalan esta afirmaci¨®n, lo cierto es que la propia ciudadan¨ªa expresa al respecto reacciones contradictorias. Por un lado, el 74% cree que los espa?oles somos ciertamente gente seria y decente; pero al mismo tiempo son mayor¨ªa (54% frente a 42%) quienes pese a ello piensan que Espa?a no es un pa¨ªs responsable y de fiar. Son 32 los puntos (74% frente a 42%) que separan a ambos diagn¨®sticos.
El actual desaliento ciudadano no responder¨ªa tanto a una p¨¦rdida de autoestima y confianza en nosotros mismos cuanto a la cada vez m¨¢s insoportable constataci¨®n de que buena parte de nuestras instituciones y figuras p¨²blicas no est¨¢n sabiendo estar a la altura que nuestra sociedad merece. Y no sobra decir que este desazonante diagn¨®stico ciudadano, reflejado mes a mes en los sondeos de Metroscopia para este diario, resulta coincidir milim¨¦tricamente con lo que llevan ya tiempo denunciando muchos de nuestros m¨¢s fiables polit¨®logos y analistas sociales. Lo que de su juicio experto, y de la intuici¨®n ciudadana, se desprende es que, de nuevo, nos hallamos ante una Espa?a real y una Espa?a oficial, pero dando ahora a estas expresiones un sentido distinto del que les prestaran, cuando las acu?aron y popularizaron, Joaqu¨ªn Costa y Ortega y Gasset. Ahora, un Francisco Silvela redivivo no podr¨ªa concluir que Espa?a est¨¢ sin pulso, sino m¨¢s bien que los encargados de conducirla y regentarla no saben encontr¨¢rselo. Nuestra sociedad est¨¢ viva, pero muchas de sus instituciones languidecen y se muestran incapaces de seguirle el paso.
A principios de los a?os sesenta del pasado siglo, Espa?a era un pa¨ªs socialmente desigual, econ¨®micamente atrasado y padec¨ªa una dictadura que nos aislaba de nuestro solar europeo. En apenas una generaci¨®n el panorama cambi¨® radicalmente. Los espa?oles, los ciudadanos de a pie, se tomaron muy en serio el cambio pol¨ªtico y llevaron a cabo una transici¨®n que fue mod¨¦lica; se tomaron en serio resistir y hacer frente, con entereza, al terrorismo; se tomaron en serio el pluralismo de ideas, valores y estilos de vida, culminando as¨ª esa ¡°revoluci¨®n del respeto¡± que ansiara Fernando de los R¨ªos; se tomaron en serio el europe¨ªsmo y nuestra integraci¨®n en Europa. Adem¨¢s, al hacerse una econom¨ªa potente, Espa?a cambi¨® su mentalidad colectiva en el terreno econ¨®mico, con una nueva y positiva actitud, cada vez m¨¢s generalizada, respecto del emprendimiento y de la funci¨®n empresarial (sobre todo en el caso de las pymes, que ahora son la tercera instituci¨®n mejor evaluada por los espa?oles, seg¨²n el ¨²ltimo Bar¨®metro de Confianza Ciudadana realizado por Metroscopia). Se sigue recelando, eso s¨ª, ¡ªy fuertemente, y no sin buenos motivos¡ª de esa econom¨ªa financiera desbocada, que nos ha descarrilado. En proporci¨®n de dos a uno, los espa?oles creen que las cosas van mejor cuando el Estado ejerce un control razonable sobre la vida econ¨®mica y no cuando le permite esa absoluta libertad, sin regulaci¨®n alguna, que algunos preconizan. Se recela fuertemente de la globalizaci¨®n y se abomina de la cultura del pelotazo y del enriquecimiento s¨²bito. Es este, se mire por donde se mire, un pa¨ªs decente, y en modo alguno un pa¨ªs corrupto. Es, adem¨¢s, un pa¨ªs sereno, y moderado, que abomina de extremismos y violencias. Cuando en alguna ocasi¨®n se satura la capacidad de paciencia social, lo que se producen son movimientos como el 15-M o como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que si atraen una atenci¨®n universal es, precisamente, por su car¨¢cter c¨ªvico, por lo b¨¢sicamente razonable ¡ªy aun prudente¡ª de sus planteamientos y por su af¨¢n regenerador de una democracia que languidece. La Espa?a violenta y cainita es un mito del pasado. Nadie cuestiona, hoy, ni siquiera en medio de la actual cat¨¢strofe econ¨®mica y social, el sistema democr¨¢tico. No parece f¨¢cil encontrar en nuestro entorno europeo una sociedad que sepa mantenerse tan paciente, solidaria y generosa en medio de una crisis tan profunda y con una tal carencia de liderazgo p¨²blico. Porque ese es el principal problema que pesa sobre nuestra sociedad: el derrumbamiento (por anquilosamiento, incompetencia o ceguera partidista) de algunas instituciones de crucial importancia para la vigorizaci¨®n de nuestra vida p¨²blica.
No es f¨¢cil hallar en el entorno europeo una sociedad tan paciente
Las cuatro entregas de esta serie constituyen un avance de Pulso por Espa?a 3 (junio 2012-junio 2013) que, dirigido por Jos¨¦ Juan Toharia, elabora Metroscopia para la Fundaci¨®n Ortega-Mara?¨®n, con la colaboraci¨®n de Telef¨®nica.
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