La crisis econ¨®mica frena la ¡®feminizaci¨®n¡¯ del Ej¨¦rcito
El porcentaje de mujeres en las Fuerzas Armadas se ha estancado en el 12%
En noviembre de 2009, Patricia Ortega se convirti¨® en la primera mujer teniente coronel de las Fuerzas Armadas espa?olas. Ingres¨® en la Academia Militar de Zaragoza hace 25 a?os, cuando los ej¨¦rcitos abrieron por vez primera sus puertas a la mitad de la poblaci¨®n excluida hasta entonces. Lo hicieron solo a medias, pues las mujeres ¨²nicamente pod¨ªan acceder a 24 cuerpos y escalas. No fue hasta 11 a?os despu¨¦s cuando, con la ley del personal militar de 1999, se eliminaron todas las limitaciones y se les permiti¨® acceder a cualquier puesto, incluidas las unidades de combate.
¡°La carrera profesional es exactamente igual para hombres y mujeres, no hay cuotas ni particularidades para ninguno de los dos sexos. Ambos tienen las mismas tareas, formaci¨®n, responsabilidades, salario y r¨¦gimen disciplinario¡±, afirma Ismael Kasrou, responsable del Observatorio Militar para la Igualdad del Ministerio de Defensa. Hay mujeres destinadas como pilotos de caza (1,7% del total), en submarinos (9,7%) o en operaciones especiales (4,5%). En febrero de 2007, la soldado Idoia Rodr¨ªguez Buj¨¢n ¡ªalcanzada por una explosi¨®n en Afganist¨¢n¡ª fue la primera militar espa?ola muerta en zona de conflicto.
Pero la equiparaci¨®n legal no garantiza la igualdad real y, en una estructura piramidal como las Fuerzas Armadas, no pueden ser iguales el superior y el inferior jer¨¢rquico. En total, las mujeres suponen el 12,3% de los militares, pero mientras llegan al 16,9% de los efectivos de tropa y mariner¨ªa, su porcentaje es muy inferior entre los cuadros de mando: 7,3% de los oficiales y 3,2% de los suboficiales.
Defensa aduce que en la carrera militar la antig¨¹edad sigue siendo un grado y que en pocos a?os el porcentaje de comandantes o capitanes de corbeta de sexo femenino (6,3%) ser¨¢ el mismo que ya hay entre tenientes y alf¨¦reces de nav¨ªo (13,7%).
¡°Como un secretaria de falda corta¡±
El Tribunal Supremo ratific¨®, en diciembre pasado, la condena a dos a?os y 10 meses de prisi¨®n impuesta al coronel Isidoro Lezcano-M¨²jica por dos delitos de abuso de autoridad de los que fue v¨ªctima una capit¨¢n a sus ¨®rdenes en el Regimiento de Transmisiones de Valencia. Seg¨²n la sentencia, el coronel [entonces teniente coronel] orden¨® que le acompa?ase a una reuni¨®n en Valladolid, ¡°como secretaria, ya sabes, como una secretaria de falda corta¡±. Ya en dicha ciudad, aprovech¨® que ambos estaban sentados en una mesa de trabajo ¡°para poner una mano en la pierna de la capit¨¢n, acarici¨¢ndola y subiendo con ella hacia la entrepierna, haciendo ¨¦sta un movimiento de sorpresa al notar el contacto y levant¨¢ndose bruscamente¡±. A la salida de una reuni¨®n, el coronel ¡°detuvo a la oficial agarr¨¢ndola por un brazo y comenzando a acariciarla; le dec¨ªa que ten¨ªa que llevarse bien con ¨¦l y que los IPECS [informes personales de calificaci¨®n] eran muy importantes¡±. Al d¨ªa siguiente, se acerc¨® de nuevo a la capit¨¢n agarr¨¢ndola de la mano y reproch¨¢ndole tener confianzas con otro mando, a lo que ella le contest¨® que ¡°mientras vistiera el uniforme, para ¨¦l, ella era un capit¨¢n y no una mujer¡±. Y ¨¦l le respondi¨® ¡°que se arrepentir¨ªa¡±. A partir de entonces, el coronel se dedic¨® a vejarla p¨²blicamente.
Pero es improbable que ello suceda. El 40% de las oficiales de los ej¨¦rcitos son militares de complemento, por lo que no pueden ascender m¨¢s all¨¢ de comandante. Adem¨¢s, solo el 7,19% de los 2.800 militares desplegados a principios de este a?o en misiones internacionales eran mujeres. Es decir, la presencia femenina en los contingentes en el extranjero es la mitad que en Espa?a.
La incorporaci¨®n de la mujer ha obligado a cambiarlo todo. Desde dise?ar nuevos uniformes hasta habilitar dormitorios y aseos separados en buques y acuartelamientos o adaptar las pruebas f¨ªsicas de ingreso.
M¨¢s dif¨ªcil ha sido conciliar la vida familiar y laboral, principal obst¨¢culo en la carrera profesional de las mujeres. Kasrou destaca la bater¨ªa de medidas aprobadas en los ¨²ltimos a?os. La m¨¢s reciente es una orden ministerial que permite posponer la incorporaci¨®n a una operaci¨®n internacional cuando est¨¦ pendiente un proceso de divorcio en el que se dirima la custodia de los hijos; en casos de embarazo de alto riesgo del c¨®nyuge; por fallecimiento de la pareja o por un desahucio.
Las medidas de protecci¨®n de la maternidad incluyen el aplazamiento de cursos y pruebas f¨ªsicas por embarazo, parto o postparto, as¨ª como la pr¨®rroga del contrato de las militares temporales que est¨¦n en la misma situaci¨®n. Defensa aprob¨® en 2005 un plan para instalar 25 guarder¨ªas en dependencias militares, que ya atienden a 1.200 familias, pero los recortes han impedido abrir otras nueve, tal como se anunci¨®.
Por su parte, la normativa sobre jornada laboral prev¨¦ que los militares que tengan a su cargo un menor de 12 a?os (sobre todo, familias monoparentales) puedan flexibilizar su horario de trabajo, o pedir una reducci¨®n de jornada con la correspondiente merma de salario. En teor¨ªa, quienes se acogen a esta f¨®rmula para cuidar a sus hijos est¨¢n exonerados de guardias o maniobras pero solo, agrega la normativa, ¡°cuando las necesidades del servicio no lo impidan¡±. Y es el mando el que aprecia cu¨¢les son dichas necesidades. ¡°?Qu¨¦ hago con mi hijo si se me obliga a entrar de guardia 24 horas o marcharme varios d¨ªas de maniobras?¡±, se queja una soldado que ha renunciado a parte de su sueldo para poder atenderle.
El aspecto m¨¢s delicado de la incorporaci¨®n de la mujer es el riesgo de acoso sexual. En la ¨²ltima d¨¦cada los tribunales castrenses han dictado 25 condenas por abuso de autoridad o trato degradante, mientras que la Fiscal¨ªa togada ha intervenido desde 2010 en 86 procedimientos o diligencias por este delito. No se sabe, sin embargo, cu¨¢ntos de ellos incluyen acoso o sexual, pues el C¨®digo Penal Militar de 1985 no contempla un delito espec¨ªfico. Esa es, precisamente, una de las novedades del anteproyecto de nuevo c¨®digo. La existencia del nuevo delito permitir¨¢ conocer el alcance del problema, admite Kairou, quien niega que en Espa?a se hayan producido casos tan escandalosos como en otros ej¨¦rcitos.
Las sentencias de los tribunales militares no son p¨²blicas, pero s¨ª las de la Sala de lo Militar del Supremo. En su jurisprudencia figuran una docena de fallos sobre acoso sexual m¨¢s o menos grave; la mayor¨ªa de las veces insinuaciones libidinosas y tocamientos indeseados. Pero no est¨¢ claro que siempre se denuncie.
Un aborto y dos arrestos
La soldado M. T., madre de una ni?a de 12 a?os, destinada en Melilla, fue sancionada por el coronel D. V. con 30 d¨ªas de arresto por ausentarse menos de 24 horas del cuartel. Una semana antes hab¨ªa acudido a una cl¨ªnica donde se le diagnostic¨® un embarazo. El motivo de la ausencia fue viajar a M¨¢laga para someterse a un aborto. Llam¨® varias veces a su unidad para avisar de su falta, pero nadie le contest¨®. A su vuelta, el coronel no dej¨® que se excusase a solas, por lo que todos se enteraron de su interrupci¨®n del embarazo. La soldado volvi¨® a ser sancionada con dos semanas de arresto por el teniente coronel C. V. porque se retras¨® media hora en llegar al cuartel. El mando no admiti¨® que la soldado fuese a urgencias para ser atendida de sangrado, fiebre y dolor abdominal posteriores al aborto. Pasadas varias semanas, la soldado solicit¨® la baja por un trastorno depresivo. Aunque el m¨¦dico militar recomend¨® 15 d¨ªas de baja, el coronel retras¨® el parte durante cinco d¨ªas y al final solo se lo dio por seis. La soldado se tom¨® una baja psiqui¨¢trica de tres meses y el coronel modific¨® las normas de visitas a enfermos, impidi¨¦ndole salir a la calle para comprar comida o llevar a su hija al colegio. El fiscal reclam¨® hasta cuatro meses de c¨¢rcel para los dos mandos. El tribunal les absolvi¨®.
En el Ej¨¦rcito, m¨¢s que en otras instituciones, la opini¨®n del superior es determinante para la carrera del subordinado. Del informe personal de calificaci¨®n (IPEC), que eval¨²a peri¨®dicamente a los militares, depende que puedan ascender, lograr un destino o prorrogar su contrato. La amenaza de una mala calificaci¨®n puede llegar a ser un instrumento de presi¨®n o incluso de chantaje. Para evitarlo, Defensa ha determinado que el IPEC no dependa de la opini¨®n de una sola persona y que haya mujeres en los ¨®rganos de evaluaci¨®n para ascensos o destinos.
En los a?os que siguieron a la incorporaci¨®n de la mujer a las Fuerzas Armadas su presencia creci¨® espectacularmente. En parte porque los ej¨¦rcitos iban a la caza del recluta y las mujeres salvaron la falta de candidatos.
Sin embargo, la crisis ha frenado en seco este proceso y el porcentaje ronda el 12% desde hace ocho a?os. Lo m¨¢s preocupante es que cada vez ingresan menos. Si en 2008 las mujeres representaban el 11,5% de los nuevos soldados y marineros, en 2011 solo eran el 4,8%. Aun peor es la evoluci¨®n entre los cuadros de mando: el a?o pasado solo 17 mujeres (4,7%) consiguieron plaza como oficiales y, por vez primera, no hubo ninguna entre los suboficiales.
Antes de que acabe la d¨¦cada, Espa?a tendr¨¢ su primera general, aunque ser¨¢ un caso aislado si no se toman medidas para evitar que las mujeres sigan siendo un colectivo minoritario relegado a los escalones m¨¢s bajos.
El Observatorio Militar para la Igualdad recibe anualmente unas 700 consultas, pero no puede atender quejas, ni solicitudes, ni denuncias. Estas ¨²ltimas las resuelven los mandos y los tribunales militares, formados casi siempre por hombres. Lo que no sorprende tanto como el hecho de que tambi¨¦n lo sea el responsable del antiguo Observatorio de la Mujer.
Sin seguro m¨¦dico tras c¨¢ncer de mama
Silvia Ruiz G¨®mez perdi¨® su empleo en el Ej¨¦rcito de Tierra el pasado 2 de julio. El mismo d¨ªa se qued¨® sin trabajo y sin asistencia sanitaria. Lo segundo no era menos importante que lo primero, pues Silvia est¨¢ aun bajo tratamiento de un c¨¢ncer de pecho que se le diagnostic¨® en marzo de 2012. A esta soldado de 33 a?os, natural de Valdepe?as (Ciudad Real), se le deneg¨® la tercera renovaci¨®n de su compromiso, que supon¨ªa pasar de un contrato temporal a otro de larga duraci¨®n, hasta cumplir los 45 a?os. Uno de los motivos aducidos para no renovarle el contrato fueron sus 84 d¨ªas de baja m¨¦dica, ¡°aun cuando [las causas] puedan encontrarse debidamente justificadas¡±. Tres d¨ªas despu¨¦s de quedarse en paro ten¨ªa la primera revisi¨®n, tras someterse a dos intervenciones quir¨²rgicas y a un tratamiento de quimio y radioterapia. Este verano deb¨ªa volver al quir¨®fano para una reconstrucci¨®n de mama. Pero los militares cubren su asistencia m¨¦dica a trav¨¦s de un seguro privado, que paga Defensa y, al quedarse sin empleo, perdi¨® la cobertura sanitaria. Silvia intent¨® costear el seguro ella misma, pero la compa?¨ªa lo rechaz¨® por sus antecedentes oncol¨®gicos. ¡°He recurrido a la Seguridad Social, a la que tengo derecho, pero esto me ha supuesto cambiar de m¨¦dico y retrasar la operaci¨®n un a?o¡±, se lamenta.
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