¡°?Que viene, fuera!¡¯, se o¨ªa de noche. El fuego ven¨ªa a una velocidad alucinante¡±
Un incendio quema 1.000 hect¨¢reas en Zamora tras saltar desde Portugal Obliga a desalojar a 80 vecinos
Miles de hojas de encina en llamas trajeron el fuego del otro lado de la frontera. Fue por el fuerte viento que soplaba del oeste, pero Seraf¨ªn Sebasti¨¢n, de 69 a?os, no recuerda que un incendio cruzara el r¨ªo Duero, separaci¨®n natural entre Espa?a y Portugal, desde los a?os sesenta. Y mucho menos que llegara al pueblo, Villardiegua de Ribera (Zamora, 147 habitantes), del que tuvieron que ser desalojadas 80 personas, sobre todo ancianos y ni?os, porque el resto se qued¨® plantando cara a las llamas, mientras sus alrededores ard¨ªan. El incendio devor¨® 1.000 hect¨¢reas antes de quedar estabilizado.
¡°El fuego se sol¨ªa quedar en las Arribas, donde ¨ªbamos a por la le?a¡±, irrumpe Mar¨ªa Felicita Velasco, de 83 a?os, a la que todos conocen como Felicitas. Ahora Los Arribes del Duero es un parque natural que rodea esta localidad que se vuelca al r¨ªo. En apenas 20 horas, una lengua de fuego convirti¨® en cenizas 1.000 hect¨¢reas de sotobosque, encinas, zarzas y arras¨® ganado, varias naves y algunas casas deshabitadas. La de Felicitas se qued¨® ¡°como una isla, gracias a Dios¡± en medio de la hierba quemada. ¡°Ven¨ªa muy r¨¢pido, pero de milagro, nos rode¨®. Aqu¨ª abajo tengo un corral con gallinas y tambi¨¦n se ha salvado¡±, cuenta desde una acera de hormig¨®n a la sombra de su casa, junto a su hijo y su nuera, que estaban en Barcelona de vacaciones y pasaron la noche en la carretera para volver a Villardiegua.
Desde su balc¨®n, Felicitas solo ve desolaci¨®n, aunque al fondo se avistan recodos de vegetaci¨®n y la hierba brotar¨¢ con la pr¨®xima lluvia. Los operarios sacan uno a uno los terneros abrasados de una nave en ruinas y los lanzan a un cami¨®n. Ardi¨® cuando una llama alcanz¨® una paca de paja. Las pavesas volaban y todos hablaban ayer, con un nudo en el pecho, del viento que hac¨ªa. ¡°Llevamos 19¡±, lamenta Trinidad Luis, Trini, la due?a de los terneros, que da el parte de muerte de los animales. Calcula que quedan otros 10 entre los escombros y a¨²n no ha localizado a todas sus vacas y ovejas que ten¨ªa en el prado. ¡°Est¨¢n sueltas, y con el olor a humo y el ruido de los helic¨®pteros se fueron cada una para su lado. Yo ve¨ªa el fuego acabar con todo, pero no pod¨ªa hacer nada¡±, lamenta.
Vive de la ganader¨ªa desde hace 22 a?os, cuando sus padres dejaron el trabajo familiar en sus manos y las de su marido. Sus hijos, un chico de 20 a?os y una ni?a menor, viven de lo que ayer se llev¨® el fuego. Su padre es portugu¨¦s y se cas¨®, a?os atr¨¢s, con una lugare?a. Trini estaba entre quienes se quedaron a defender su pueblo a punta de manguera. ¡°Ten¨ªamos una para aqu¨ª, otra para all¨ª, intentando mojarlo todo para parar el fuego¡±, recuerda conmocionado Roberto Recio, propietario de la Posada Real de la Mula de los Arribes, un establecimiento con ocho habitaciones que estaba lleno. Los hu¨¦spedes se fueron corriendo en coche. Otros, que hab¨ªan bajado a Portugal, se quedaron bloqueados, porque la carretera estaba cortada despu¨¦s de Miranda Do Duoro, la localidad lusa fronteriza.
Un grupo de vecinos se qued¨® para plantar cara al fuego con mangueras
¡°Esto nos va a perjudicar mucho¡±, insiste Recio, que solo ve deudas para final de mes y dos cancelaciones a lo largo de la ma?ana. Con una econom¨ªa b¨¢sicamente ganadera, la localidad impulsa desde hace a?os el turismo rural y los productos ecol¨®gicos. Antonio Fernando, alcalde de la localidad desde 1983, asegura que en algunos puntos el paisaje no se recuperar¨¢ en medio siglo, aunque la mayor parte de la superficie chamuscada es pasto.
¡°?Que viene, que viene. Fuera de aqu¨ª!¡¯, se o¨ªa anoche. Se acercaba a una velocidad alucinante". Emilio Fernando, de 28 a?os, estaba en el pueblo de vacaciones cuando, en torno a las cinco de la tarde, las llamas empezaron a acosarlo. En dos semanas vuelve a Angola, donde trabaja en la construcci¨®n despu¨¦s de quedarse en paro en Zamora. ¡°Est¨¢bamos con una dotaci¨®n de bomberos de Bermillo ayudando con lo que pod¨ªamos. El pueblo se volc¨®, pero nos dedicamos sobre todo a las casas¡±, aclara. Un anciano que prefiere mantener el anonimato cuenta que a ocho kil¨®metros al sur del lugar donde el fuego dio el brinco, ante la llamada Piedra Redonda, estaba el conocido como el Paso de las Estacas, un punto de cruce de contrabandistas durante la guerra hacia Portugal.
Mientras unos 50 lugare?os se enfrentaban al fuego, los bomberos y la Guardia Civil intentaban desalojar el pueblo. ¡°Yo no pod¨ªa irme mientras ve¨ªa el fuego venir¡±, se resignan la mayor¨ªa, pero ancianos y familias con ni?os fueron trasladados a Bermillo de Sayago. Soledad Ventura, con su madre, una ni?a de ocho a?os y un ni?o de nueve meses, se fue a Moralina, donde pasaron la noche en casa de una amiga de la familia. ¡°El pueblo estaba inundado por el humo. Era como una lluvia de ceniza y por los ni?os me fui¡±, apunta esta maestra en paro desde el bar de Villardiegua, donde los tapetes y las cartas estaban ayer arrinconados en una ventana.
Despu¨¦s de la siesta, tras una noche en vilo, los paisanos conversaban en la plaza, comentando el paso del infierno por sus casas, tristes por sus tierras, pero aliviados de estar todos bien. ¡°Est¨¢bamos comiendo y mi mujer vio que el color del cielo no era el que solemos tener¡±, relata Recio: ¡°Estamos al final de la carretera. Esto es el fin de Espa?a¡±. Ayer, con el fundido a negro del paisaje, parec¨ªa el fin del mundo.
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