Ni?atos seg¨²n para qu¨¦

Irene Matas tiene 16 a?os y, como todas las adolescentes, se cree muy mayor y muy aut¨®noma. La ley le autoriza a hacer muchas cosas. Puede tener relaciones sexuales, casarse, hacerse un piercing ¡ªde hecho, se lo ha practicado a escondidas sin que nadie le pidiera acreditar su edad¡ª, e incluso abortar sin permiso paterno. Sin embargo, no puede votar ni conducir ni comprar tabaco ni alcohol ni ir a la discoteca legalmente.

Su amiga, Nora Elorriaga, tiene 14 y quiz¨¢ no sepa que ya podr¨ªa hacer testamento, disparar una escopeta de caza acompa?ada de sus padres y que, si delinquiera, ser¨ªa responsable penal de sus actos, pero es muy consciente de que a¨²n no puede taladrarse la piel para ponerse un aro en el ombligo.

Su vecino, Nicol¨¢s Caraballo, de 18 a?os reci¨¦n cumplidos, podr¨ªa hacer todo eso, menos abortar, obviamente, m¨¢s lo que le viniera en gana dada su mayor¨ªa plena de edad. Sin embargo, no le es posible, de momento y por razones econ¨®micas, ni irse de casa de sus padres ni sacarse el carn¨¦ de conducir, y, desde luego, no tiene ninguna prisa por ejercer su flamante derecho al voto. Irene, Nora, Nico y sus amigos Jorge Lozano, de 15 a?os, y Laura del Campo, de 17, son, como todos los adolescentes espa?oles, unos ni?atos o unas personas maduras seg¨²n para qu¨¦ y para qui¨¦n.

El anuncio del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, de su voluntad de elevar la edad de consentimiento sexual en Espa?a de los 13 a los 16 a?os ha reabierto el debate sobre la disparidad de edades a las que, independientemente de la mayor¨ªa de edad plena, establecida por la Constituci¨®n a los 18 a?os, la legislaci¨®n permite ejercer terminadas conductas o derechos. Aparte de los 13 a?os en los que est¨¢ fijada ahora la edad de consentimiento sexual ¡ªlo que convierte a Espa?a, junto al Vaticano, en el Estado europeo m¨¢s permisivo en ese terreno¡ª, hay otras normas que rebajan sensiblemente el umbral de la edad adulta legal.

La Ley de Autonom¨ªa del Paciente de 2002, tramitada durante el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, permite a los chavales de 16 y 17 a?os a?os aceptar o negarse a recibir un tratamiento o intervenci¨®n m¨¦dica aun sin permiso paterno, con tres excepciones: la reproducci¨®n asistida, la cirug¨ªa est¨¦tica y el aborto. Sin embargo, la vigente Ley del Aborto promulgada por Zapatero autoriza a las chicas de 16 y 17 a?os a interrumpir su embarazo sin consentimiento de sus mayores, supuesto que Gallard¨®n quiere eliminar.

Ambas leyes utilizan la figura del ¡°menor maduro¡±, supuestamente consciente, responsable y capaz de tomar decisiones que afectan a su futuro, para justificar ese adelanto de la mayor¨ªa de edad efectiva en esas tesituras.

Adem¨¢s de la controversia que puede generar el propio concepto, la pregunta que se hacen muchos es por qu¨¦ ese menor maduro lo es para decidir sobre su salud, y no para votar, conducir, o jugar al p¨®quer en un casino.

Alfredo Oliva, profesor de Psicolog¨ªa Evolutiva en la Universidad de Sevilla, es de los que piensan que, a los 16, se es maduro para casi todo y, ¡°por supuesto¡±, para votar. ¡°La investigaci¨®n demuestra que el adolescente de 15 o 16 a?os tiene unas capacidades cognitivas similares a las del adulto y que, enfrentados a decisiones, digamos en fr¨ªo, no hay diferencia en la racionalidad de las mismas con los mayores. Sin embargo, tienen menor experiencia y, sometidos a una fuerte carga emocional, en caliente, pueden comportarse impulsivamente, como ni?os, dado que el ¨¢rea cerebral que controla las emociones madura m¨¢s tarde¡±. No parece, sin embargo, que los partidos, m¨¢s all¨¢ de alguna iniciativa de IU, tengan mayor inter¨¦s en sumar al electorado a los imprevisibles adolescentes de 16 y 17 a?os.

La fil¨®sofa experta en Bio¨¦tica Victoria Camps, que no fue mayor de edad hasta los 21 a?os, en la dictadura, tiene ¡°dudas¡± sobre el concepto de menor maduro. ¡°Da problemas: ?qui¨¦n decide que es realmente capaz de tomar esas decisiones trascendentales? Tanto la denegaci¨®n de tratamientos como el aborto sin permiso son casos tan excepcionales que merecer¨ªa la pena individualizarlos y no poner una edad de corte sin matizar¡±. Camps, que se congratula de la subida en la edad de consentimiento sexual, cree que ¡°se confunde dar libertad a los menores con ser moderno o progresista, pero la autonom¨ªa no puede ir separada de la madurez¡±.

Emilio Calatayud, juez de menores de Granada, c¨¦lebre por sus sentencias ejemplares ¡ªconden¨® a un acusado a terminar la ESO¡ª pide ¡°coherencia¡±. ¡°Los 13 como edad de consentimiento era una barbaridad, pero a los 16, es tarde:muchos est¨¢n ya hartos de hacerlo. Lo suyo ser¨ªa dejarlo en los 14, que adem¨¢s es la edad de responsabilidad penal¡±. El juez aboga por la mayor¨ªa de edad general a los 18, y ¡°con pocas excepciones¡± a los 16, ¡°autorizados por los padres que son los responsables¡±. ¡°Ahora los chicos son m¨¢s altos y m¨¢s guapos, pero no siempre m¨¢s maduros. Y, as¨ª, a los 18, no sabemos si sigue siendo inmaduro, pero al menos es mayor¡±, zanja.

Irene y sus amigos, chavales de clase media, estudiantes de instituto con padres tolerantes, no tienen prisa por crecer. ¡°Tendr¨ªa m¨¢s libertad, pero tambi¨¦n m¨¢s responsabilidades, y no s¨¦ si compensa¡±, dice la peque?a, Nora, con l¨®gica aplastante. A todos les atrae m¨¢s la expectativa de sacarse el carn¨¦ de conducir que la de votar. Eso s¨ª, las chicas lo tienen claro. En caso de un embarazo no deseado, querr¨ªan decidir por ellas mismas: ¡°Es tu futuro el que te juegas, no el de tus padres¡±.