Jueces sin toga
4.000 espa?oles formaron parte de un jurado en 2012, pero la instituci¨®n no arraiga El Gobierno planea reducir sus atribuciones
"Por lo anterior, encontramos culpable de un delito de homicidio, por votaci¨®n un¨¢nime, a Alberto Aragon¨¦s Bermejo¡±. El portavoz del jurado, un hombre joven, vestido con camiseta y vaqueros, lee con voz clara el veredicto de culpabilidad para el principal implicado, que se repetir¨¢ tambi¨¦n para otros tres c¨®mplices, en el homicidio de un joven, H¨¦ctor Valero, en 2011. El silencio es total. Ni los acusados ni sus abogados mueven un m¨²sculo mientras escuchan las palabras fat¨ªdicas. Un sollozo ahogado se escapa de la garganta de alg¨²n familiar de la v¨ªctima.
Una emoci¨®n profunda llena la sala diminuta de la Audiencia de Madrid, cercada por el sol del verano, donde cinco mujeres y cuatro hombres an¨®nimos, escogidos al azar, acaban de hacer justicia. Despu¨¦s de casi tres semanas de jornadas maratonianas de ma?ana y tarde, y dos d¨ªas de deliberaciones, el caso H¨¦ctor Valero ha concluido. Valero, un estudiante de 22 a?os de Sevilla La Nueva (a unos 40 kil¨®metros al suroeste de Madrid), que hab¨ªa presenciado un d¨ªa c¨®mo Alberto Aragon¨¦s agred¨ªa a otro joven parti¨¦ndole la nariz, iba a testificar contra ¨¦l en un juicio de faltas. Su verdugo, irritado, le parti¨® el coraz¨®n de una pu?alada una fat¨ªdica ma?ana de septiembre de 2011.
El veredicto ha sido un¨¢nime, aunque habr¨ªa bastado una mayor¨ªa de siete votos para declarar culpables a los acusados (cinco en caso de no culpabilidad). La sentencia la dictar¨¢ la magistrada, una mujer rubia, en los cuarenta, que, atendiendo a la petici¨®n del fiscal, decreta la prisi¨®n sin fianza para tres de los enjuiciados (el cuarto estaba preso ya). Y entonces s¨ª se escuchar¨¢n gritos ¡ª¡°Fiscal, ?hijo de puta!¡±¡ª y golpes y patadas que destrozar¨¢n parte de la decoraci¨®n del vest¨ªbulo de la planta baja del edificio.
En Espa?a, 3.971 personas formaron parte de un jurado el a?o pasado. Cobraron dietas de 67 euros diarios, comieron y cenaron (seg¨²n la duraci¨®n de las vistas) por cuenta del Estado, que les abon¨® tambi¨¦n los desplazamientos y las noches de hotel necesarias mientras deliberaban. Los juicios con jurado siguen siendo una minor¨ªa. En 2012 hubo 361 entre cientos de miles de procesos. Y desde que entr¨® en vigor la Ley del Jurado, aprobada en mayo de 1995, se calcula (no hay datos exactos) que habr¨¢ habido unos 5.000, con 55.000 ciudadanos implicados en esta rueda apasionante, compleja, a veces temible, de la justicia. Espa?oles de a pie han juzgado asesinatos, homicidios, delitos de coacciones, allanamiento de morada, cohecho, malversaci¨®n de caudales p¨²blicos, infidelidad en la custodia de documentos o incendios. En 2011, uno de los veredictos m¨¢s pol¨¦micos fue el que emitieron nueve valencianos que absolvieron al expresidente de su comunidad Francisco Camps de un delito de cohecho.
Algo as¨ª no se repetir¨¢ cuando se apruebe, despu¨¦s del verano, el nuevo C¨®digo Procesal Penal, porque limita el juicio con jurado a asesinatos y homicidios consumados. Muchos defensores del tribunal popular ven en esta revisi¨®n una peque?a derrota. Un paso atr¨¢s. Otros la encuentran razonable. ¡°La gente se l¨ªa mucho con los conceptos jur¨ªdicos como cohecho, o el allanamiento de morada. Un asesinato, todo el mundo lo entiende¡±, dice una agente que lleva tres a?os en la oficina del jurado de la Audiencia de Madrid.
Manuel, de 26 a?os: ¡°Ser jurado es un marr¨®n aut¨¦ntico. Pero dif¨ªcil, no. Te lo dan todo bastante mascado¡±
De hecho, la mayor¨ªa de los jurados han juzgado hasta ahora homicidios o asesinatos. Casos estremecedores, y a menudo muy complejos, que dan una idea de la dificultad de ser jurado. ¡°Yo lo encuentro un marr¨®n aut¨¦ntico. Pero dif¨ªcil, no. Te lo dan todo bastante mascado con el objeto de veredicto¡±, dice Manuel, nombre supuesto de un hombre de 26 a?os que pas¨® hace un tiempo por esta experiencia.
Manuel se refiere al guion que redacta el magistrado que preside la sala, de com¨²n acuerdo con fiscal y abogados. Un listado de preguntas clave sobre el caso, que el jurado tendr¨¢ que declarar probadas o no probadas, y en funci¨®n de ello emitir un veredicto. Es una forma de guiar a los ciudadanos por el laberinto del proceso, porque en Espa?a funciona un sistema de jurado puro, al contrario que en pa¨ªses de nuestro entorno donde los tribunales los integran legos y profesionales (jurado escabinado). Adem¨¢s, al jurado se le exige un veredicto motivado. Y no siempre se consigue articular correctamente esta motivaci¨®n. Por eso, la reforma simplifica el objeto de veredicto e impide que se pueda apelar la decisi¨®n de un jurado por defectos en la motivaci¨®n.
Hay que comprender que no existe una escuela de jurados, y que esta responsabilidad puede caerle encima a cualquier espa?ol mayor de 18 a?os, siempre que sea ajeno a la administraci¨®n de justicia y al poder pol¨ªtico en cualquiera de sus niveles. Los a?os pares se sortean en cada provincia, utilizando las listas del censo electoral, unos miles de nombres, de acuerdo con las expectativas de juicios a celebrar por las respectivas audiencias. Y cuando se prepara un juicio, se eligen al azar 36 nombres de esa bolsa y se les convoca en la Audiencia.
¡°Cuando me lleg¨® la carta, me sorprendi¨® porque no ten¨ªa ni idea de que en Espa?a existiera el jurado¡±, reconoce Manuel. ¡°Pero una vez que te toca, pues intentas hacerlo lo mejor que puedes con las pruebas que vas viendo, claro. Ha sido una convivencia muy intensa con los otros jurados. Casi como un Gran Hermano a lo bestia¡±. Una experiencia que contar a los hijos, quiz¨¢, que le ha permitido comprobar que la justicia espa?ola funciona mejor de lo que pensaba. ¡°Escuchar a jueces y letrados fue una maravilla. Luego te engancha un poco el morbo de poder ver directamente las pruebas. La verdad es que para m¨ª fue muy emocionante¡±.
Manuel mantiene una reserva obligada en lo que se refiere a las deliberaciones, un momento crucial donde a veces surgen fricciones entre los jurados. Por eso hay quien considera que habr¨ªa que mejorar ¡°el proceso de selecci¨®n¡±, como dice Raquel (nombre supuesto), una mujer que ha pasado hace poco por el trance de juzgar a un presunto asesino. ¡°Habr¨ªa que evaluar las capacidades de comprensi¨®n, razonamiento l¨®gico, de memoria, de quien va a integrar un tribunal del jurado¡±, dice. Y es que a Raquel le resultaron especialmente complicadas las deliberaciones para alcanzar un veredicto. ¡°Obtener un resultado que satisfaga a todos, y del que todos y cada uno de los miembros del jurado son responsables individualmente, para m¨ª ha sido muy complicado y duro, especialmente por las consecuencias de las decisiones que un jurado debe adoptar¡±. En juego estaba el destino de un ser humano, delincuente o no, y eso implica una responsabilidad enorme, cree ella. ¡°En mi caso no pude dejar al margen el hecho de que estaba frente a una persona, acusada de un delito, pero persona, a la que en caso de resultar probados los hechos de los que se le acusaba hab¨ªa que aplicarle la pena¡±. Por eso est¨¢ convencida de que habr¨ªa que afinar la selecci¨®n de jurados.
Una criba como la que propone Raquel ir¨ªa, sin embargo, en contra de la propia ley, que otorga a cualquier espa?ol de a pie la capacidad de juzgar. ¡°Si es que la misi¨®n del jurado es valorar las pruebas que se le presentan¡±, dice Antonio Mar¨ªa Lorca Navarrete, catedr¨¢tico de Derecho Procesal en la Universidad del Pa¨ªs Vasco y vicepresidente de la Asociaci¨®n Pro Jurado. ¡°Yo no creo en la justicia. Al menos, no en el sentido tomista. Lo que importa es que haya un proceso justo¡±, dice. Lorca parece desanimado con el escaso eco que ha tenido el jurado en estos 17 a?os. ¡°La ley ha pasado socialmente muy desapercibida¡±. Algo parecido piensa la magistrada Ana Ferrer, presidenta de la Audiencia Provincial de Madrid. ¡°La funci¨®n esencial del jurado es acercar la justicia al ciudadano. Si me preguntas si se ha conseguido, pues probablemente no¡±, reconoce Ferrer, sentada en su despacho con espl¨¦ndidas vistas sobre el monte de El Pardo.
Seg¨²n esta magistrada, el gran problema es que con el jurado se trata de implantar un sistema distinto al de nuestra tradici¨®n jur¨ªdica, basada en la motivaci¨®n. Por eso carece de arraigo. Y la gente lo ve como un engorro. ?Por qu¨¦ tan poco entusiasmo hacia un cometido con abundante literatura f¨ªlmica? ¡°Es una tarea inc¨®moda, como cuando te toca formar parte de una mesa electoral¡±, concede Ferrer. Ning¨²n parecido con ese gran cl¨¢sico del cine, Doce hombres sin piedad,que ha vuelto a ver hace poco. ¡°Adem¨¢s de ser una joya cinematogr¨¢fica, demuestra c¨®mo nos engrandece la deliberaci¨®n¡±. Y eso es, a fin de cuentas, el cometido del jurado. Y lo que acaba enganchando a los ciudadanos que pasan por esa experiencia. Aunque puede resultar perturbadora.
Raquel, en un juicio por asesinato: ¡°Ha sido muy duro, especialmente por las consecuencias
¡°A m¨ª me supera. Me falta madurez, aunque me parece muy interesante¡±, confiesa A.S., estudiante de 19 a?os, miembro de un jurado en un caso de asesinato. Durante una semana tuvo que convivir con una historia truculenta y escuchar de labios de los forenses los detalles de una muerte horrible, ¡°producida tras serle seccionada la vena yugular¡± a la v¨ªctima. Al final, A. S., que actuaba como jurado suplente, se libr¨® de tener que participar en la deliberaci¨®n y emitir un veredicto. Aunque tuvo que estar presente en la sala cuando se ley¨®. Un momento que supera a muchos. ¡°A veces ves que el portavoz del jurado no puede leer el veredicto, que se le escapan las l¨¢grimas, que no le sale la voz de la garganta, literalmente¡±, dice una funcionaria que atiende en cuestiones log¨ªsticas a los jurados.
Hacer justicia impresiona. Especialmente a un tribunal no profesional, sin la coraza que proporciona la rutina. Por eso, ¡°en los juicios con jurado la estrategia de la defensa es totalmente distinta¡±, reconoce Eduardo Ruiz de Erenchun, miembro de un prestigioso bufete de Pamplona. Todo es mucho m¨¢s did¨¢ctico. Y los interrogatorios, largos y procelosos. Por eso los juicios con jurado salen caros, en horas y en dinero. Aunque esta minuciosidad haya servido ¡°para purificar la justicia¡±, dice la magistrada Ana Ferrer. ¡°Los tribunales profesionales, a menudo, dan muchas cosas por supuestas¡±.
Ruiz de Erenchun tiene fama de ser persuasivo con los jurados. Lo demostr¨® con su defensa de Diego Yllanes, que se sent¨® en el banquillo como autor confeso de la muerte por estrangulamiento de Nagore Laffage, una estudiante de enfermer¨ªa de 20 a?os, ocurrida el d¨ªa de San Ferm¨ªn de 2008, en Pamplona. El fiscal y las acusaciones particulares llegaron al juicio, celebrado en noviembre de 2009 en Pamplona, con lo que parec¨ªan abundantes pruebas de un crimen perpetrado con el agravante de alevos¨ªa. Y sin embargo, el jurado no consider¨® probado que la v¨ªctima pasara varias horas sometida a la brutalidad de su verdugo, ni que Nagore, de 20 a?os, se encontrara completamente indefensa ante Diego, de 27 a?os y experto en artes marciales, que la estrangul¨® tras propinarle 28 golpes causantes de hematomas, algunos de ellos con derrames internos. Ruiz de Erenchun construy¨® su defensa con las dos herramientas clave que, seg¨²n ¨¦l, tiene que manejar un abogado defensor en estos casos. Se esforz¨® por establecer ¡°una corriente de empat¨ªa entre el acusado y el jurado¡±, y record¨® machaconamente al tribunal popular ¡°la gravedad de condenar sin la convicci¨®n total¡±.
Luis Rodr¨ªguez, abogado y catedr¨¢tico de Derecho Penal, miembro del comit¨¦ de expertos que ha asesorado al Ministerio de Justicia para el nuevo C¨®digo Procesal Penal, cree simplemente que ¡°los jurados son m¨¢s f¨¢ciles de enga?ar que un tribunal profesional¡±. Rodr¨ªguez dice hablar por experiencia. Como abogado de la acusaci¨®n privada en el juicio por el asesinato del joven de 18 a?os ?lvaro Uss¨ªa en la discoteca madrile?a El Balc¨®n de Rosales, en 2009, convenci¨® al jurado de que adem¨¢s del portero que golpe¨® mortalmente a Uss¨ªa, otros dos compa?eros suyos hab¨ªan actuado como c¨®mplices. La sentencia fue corregida en instancias superiores. Rodr¨ªguez no aprecia la instituci¨®n del jurado. La considera desastrosa para impartir justicia.
¡°Las cr¨ªticas son injustas. Los jurados fallan bien¡±, dice la presidenta de la Audiencia Provincial de Madrid. ¡°Hay veredictos fallidos, pero a veces los fallos est¨¢n en todo el proceso¡±. Excepciones aparte, como la escandalosa absoluci¨®n en 1997 de Mikel Otegi, miembro de Jarrai, por el asesinato de dos ertzainas (el jurado apreci¨® en el acusado una demencia transitoria), la mayor¨ªa de los veredictos pol¨¦micos se han basado en errores de toda la instrucci¨®n. El jurado que conden¨® a Dolores V¨¢zquez por el homicidio de Roc¨ªo Wanninkhof, en 2001, lo hizo bas¨¢ndose en un juicio medi¨¢tico paralelo que la hab¨ªa condenado ya, antes de sentarse en el banquillo. V¨¢zquez qued¨® en libertad, tras 17 meses de c¨¢rcel, cuando gracias al ADN se encontr¨® al verdadero culpable.
El jurado del que form¨® parte Natividad Lorente, en 1996, no suscit¨® otro inter¨¦s que el de ser uno de los tres primeros que se constitu¨ªa en Espa?a, tras el largo par¨¦ntesis de la dictadura y los a?os de la transici¨®n. ¡°Cuando me lleg¨® la citaci¨®n para presentarme en la Audiencia de Palencia, me puse muy nerviosa. No sab¨ªamos c¨®mo iba a ser eso. Pas¨¦ noches sin dormir¡±, recuerda ahora esta enfermera de 55 a?os, madre de dos hijos.
El juicio tuvo algo de excepcional, con el presidente de la Audiencia como magistrado de la sala y el fiscal jefe como acusador p¨²blico. ¡°Fue muy f¨¢cil, tuve mucha suerte. Al veredicto se lleg¨® en un d¨ªa¡±. Fue de culpabilidad para el acusado, un hombre que hab¨ªa matado a su hermano drogodependiente que atormentaba a la familia. ¡°Encontramos muchos eximentes. Fue condenado a seis a?os. Ya est¨¢ en libertad y trabajando normalmente¡±, recuerda Lorente, que ha seguido despu¨¦s con mucho inter¨¦s los juicios con jurados y anima a los seleccionados a que interpreten sin miedo su papel. Salvo cuando se trata de casos muy medi¨¢ticos. Entonces compadece a los pobres jurados. ¡°Quiz¨¢ ser¨ªa mejor que se destinaran a tribunales profesionales¡±.
El caso que tuvo que juzgar Raquel no era medi¨¢tico, pero s¨ª grave. Un asesinato. Ella, una mujer formada y madura, lo vivi¨® con enorme intensidad. ¡°Ten¨ªa mucho inter¨¦s en participar en un jurado popular, incluso lo hubiera hecho sin compensaci¨®n econ¨®mica¡±, dice. La experiencia, con ser buena, ha cambiado su opini¨®n sobre la justicia, para peor. Y, sin dejar de defender el valor de los tribunales populares, insiste en que no puede integrarlos cualquiera. Su lema ser¨ªa m¨¢s bien: para ser jurado hay que valer. Pero eso requerir¨ªa una reforma que no va a promover nadie.
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