V¨ªctimas del franquismo piden a la ONU investigar los cr¨ªmenes de la dictadura
Unos 150 afectados se concentran en Madrid antes de reunirse con el Grupo de Desapariciones Forzadas de la ONU
"Fosas cerradas, heridas abiertas". Esa era una de las consignas que gritaban las 150 personas reunidas el martes por la tarde en la plaza de Neptuno de Madrid, frente al hotel NH. Era el grito de Gregorio Rodrig¨¢lvarez, que quiere encontrar los restos de su padre, fusilado en 1936. Tambi¨¦n el de V¨ªctor D¨ªaz, encarcelado nueve a?os por haber participado en una huelga en 1962. Hasta el del historiador brit¨¢nico Ian Gibson, a quien los asistentes no dejaban de saludar y de felicitar por sus obras publicadas sobre la Guerra Civil y la dictadura franquista.
La concentraci¨®n se ha organizado con motivo de la visita del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de la ONU, cuya intervenci¨®n fue solicitada en 2012 y que, un a?o despu¨¦s, se encuentra alojado en el c¨¦ntrico hotel madrile?o para entrevistarse con los juristas y v¨ªctimas de cr¨ªmenes franquistas y familiares de beb¨¦s robados. Este martes ha sido el turno de los afectados, representados por la Plataforma Comisi¨®n de la Verdad, una agrupaci¨®n que aglutina un centenar de asociaciones de afectados. Sus principales reclamaciones son que se cree una Comisi¨®n de la Verdad y que las Naciones Unidas insten a Espa?a a abrir las fosas comunes e investigar los casos de beb¨¦s robados. A d¨ªa de hoy, se calcula que existen entre 130.000 y 150.000 desaparecidos, seg¨²n datos de la Plataforma. Los ni?os robados, seg¨²n la estimaci¨®n que el juez Garz¨®n dio en su momento, asciende 30.000.
"Las comisiones de la verdad son instrumentos que la ONU ha desarrollado en m¨¢s de 40 pa¨ªses que han vivido situaciones de conflicto durante mucho tiempo y ha habido miles de v¨ªctimas", explicaba Jaime Ruiz, representante de la Plataforma Comisi¨®n de la Verdad, en medio de una algarab¨ªa en la que se distinguen esl¨®ganes como "Tenemos memoria, queremos justicia" y "Hay que juzgar el franquismo criminal". "Estas facilitan que se pueda encontrar una v¨ªa de soluci¨®n como ya ha ocurrido en Chile, Argentina, Sud¨¢frica y, el ¨²ltimo caso, en Guatemala con Rios Montt".
Con un grueso mamotreto entre las manos, Ruiz explica que ese es el dossier que van a entregar a la comisi¨®n, que en los pr¨®ximos d¨ªas visitar¨¢ Barcelona, Sevilla y Bilbao, con informaci¨®n sobre 2.500 fosas comunes que hay en Espa?a. "Hubiera sido preferible que la justicia espa?ola hubiera afrontado este asunto, pero esas puertas hoy est¨¢n cerradas. El Gobierno ha dejado sin presupuesto la ley de memoria hist¨®rica, ha cerrado las oficinas de atenci¨®n de las v¨ªctimas y desde que se dict¨® la condena contra el juez Garz¨®n, todos los juzgados han archivado las querellas que hemos interpuesto, que han sido m¨¢s de 70", denuncia. "El Estado no est¨¢ haciendo su deber con los muertos de la guerra, y es una verg¨¹enza. Si desde fuera puede venir alguna ayuda para que se reconozcan los derechos de las v¨ªctimas, ser¨¢ miel sobre hojuelas", a?ade Gibson.
La concentraci¨®n tiene lugar el mismo d¨ªa en que la Fiscal¨ªa anuncia que no tiene intenci¨®n de detener a los tres torturadores de v¨ªctimas franquistas que la justicia argentina reclam¨® la semana pasada porque, seg¨²n ha justificado, son cr¨ªmenes prescritos y sus autores se acogieron a la Ley de Amnist¨ªa de 1997. La decisi¨®n ha inflamado los ¨¢nimos de los manifestantes. "Es una falacia", critica Ruiz. "La ley de amnist¨ªa es preconstitucional, no hace referencia a esos delitos, y adem¨¢s los cr¨ªmenes de guerra nunca prescriben ni est¨¢n limitados al territorio nacional. No se puede decir que han prescrito delitos de desaparici¨®n forzada porque estos solo se resuelven cuando aparece la v¨ªctima o cuando se identifica, se averigua qu¨¦ le ocurri¨® y qui¨¦n pudo ser el responsable de su desaparici¨®n y muerte", argumenta.
A las puertas del NH, docenas de manifestantes se api?an a las seis de la tarde con intenci¨®n de acceder a su interior para entrevistarse con el grupo de la ONU, aunque solo pueden acceder los que se han apuntado previamente en la web de la Plataforma. La mayor¨ªa son de avanzada edad y portan carteles con fotograf¨ªas antiguas, siempre en blanco y negro, de familiares desaparecidos. Junto a ellas, descripciones de padres, hermanos y t¨ªos perdidos en la guerra con peque?os textos reivindicando justicia.
Entre todas las pancartas est¨¢ la de Gregorio Rodrig¨¢lvarez, donde destaca la imagen de un hombre elegantemente vestido y con una abundante cabellera. Era su padre, Esteban. En 1936, siendo un ni?o de corta edad, vio c¨®mo "unos falangistas" entraban en su casa de Sig¨¹enza y se lo llevaron. No volvi¨® a saber de ¨¦l. "Al d¨ªa siguiente mi madre sali¨® a buscar noticias y se top¨® con uno de los que se lo hab¨ªan llevado. Ten¨ªa en la mu?eca su reloj de oro, y ella le espet¨® que adem¨¢s de asesino, era un ladr¨®n", relat¨®. "El la tir¨® al suelo de un golpe y ella le lanz¨® una piedra. La apresaron, la cortaron el pelo y casi la fusilan, pero otro falangista que era mejor persona convenci¨® al resto de que la dejaran en paz porque ya nos hab¨ªan dejado a mis hermanos y a mi sin padre". Ahora anciano, Rodrig¨¢lvarez no ceja en su empe?o de que reparen el da?o, aunque sea con una disculpa: "Quiero enterrar a mi padre y quiero que me pidan perd¨®n", asegura.
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