Secuestrados por el miedo
El grupo Delorean pas¨® 30 horas de terror en M¨¦xico por un ¡®secuestro virtual¡¯ La misma banda someti¨® a id¨¦ntica tortura a otra espa?ola siete d¨ªas antes
Treinta horas de angustia. M¨¢s de 100.000 segundos sinti¨¦ndote como un t¨ªtere cuyos hilos mueve a su antojo un ser invisible. Y notar c¨®mo esos hilos se vuelven sogas que se anudan alrededor de tu cuello. Y t¨² ah¨ª, atrapado en un laberinto kafkiano del que es imposible escapar porque crees que te vigilan mil ojos que t¨² no ves. Tal fue la quimera que padecieron hace unos d¨ªas los cuatro integrantes del grupo musical vasco Delorean en la Ciudad de M¨¦xico. V¨ªctimas de lo que la polic¨ªa denomina un secuestro virtual. Pero real. Aunque nunca nadie les tuvo retenidos. Ellos, sin embargo, estuvieron convencidos de lo contrario, a causa de una farsa milim¨¦tricamente urdida por una banda que les aterroriz¨® hasta hacerles temer que jam¨¢s volver¨ªan a ver amanecer si sal¨ªan de la habitaci¨®n de su hotel. Fueron unas marionetas del miedo.
Uno de los cuatro miembros de Delorean escribi¨® el pasado 5 de octubre en su cuenta de Twitter: ¡°El DF es un flipe¡±. Igor Escudero, Guillermo Astrain, Unai Lazcano y Ekhi Lopetegi acababan de llegar a M¨¦xico para actuar en el festival Mutek como parte de su gira por Am¨¦rica. Estaban entonces muy lejos de imaginar que su entusiasmo inicial se tornar¨ªa en una pesadilla dif¨ªcil de prever. Y de olvidar.
En la madrugada del pasado lunes, d¨ªa 7, los j¨®venes m¨²sicos recibieron una llamada en su habitaci¨®n del hotel Four Points: ¡°Va a haber un tiroteo. Les aconsejamos que se marchen a otro hotel. Sabemos que son espa?oles. No queremos herirles. Somos del grupo de los Zetas¡± [el cartel de narcotr¨¢fico m¨¢s sanguinario de M¨¦xico]. Les pidieron el n¨²mero de sus tel¨¦fonos m¨®viles para seguir en contacto con ellos.
Les mandaron destruir sus m¨®viles espa?oles, que sacaran dinero de un cajero, que comprasen celulares mexicanos y, adem¨¢s, que hicieran una recarga en favor de las tarjetas prepago de los m¨®viles de sus interlocutores. Los Delorean obedecieron ciegamente. Ah¨ª empez¨® su pesadilla.
¡ª Como apagu¨¦is el tel¨¦fono, daos por muertos. El tel¨¦fono es tu vida. Ten¨¦is que estar en contacto permanente con nosotros.
Dos de los m¨²sicos fueron al hotel Mil¨¢n y los otros al Catalina. Dos de ellos tomaron un taxi y los otros fueron a pie. Ni siquiera se atrev¨ªan a hablar entre s¨ª.
Sin dejar ni un segundo de hablar con los desconocidos, estos les conminaron a que, despu¨¦s de que llegaran a sus respectivos hoteles, les informaran del n¨²mero de sus habitaciones.
¡ª ?C¨®mo se llaman tus padres? ?A qu¨¦ se dedican? ?D¨®nde viven? Dame su tel¨¦fono.
Poco a poco, los criminales fueron teniendo informaci¨®n. Supieron que las familias de los j¨®venes viven en el Pa¨ªs Vasco. Cada dato nuevo que obten¨ªan, lo comprobaban a trav¨¦s de Google Maps. Ve¨ªan d¨®nde estaba la calle que les indicaban y luego preguntaban a los chicos qu¨¦ hab¨ªa cerca de su casa, para cerciorarse as¨ª de que les dec¨ªan la verdad.
El terror crec¨ªa segundo a segundo, sin que Igor, Guillermo, Unai y Ekhi pudieran escapar de la telara?a en que hab¨ªan ca¨ªdo.
¡ª Dile a ese ching¨®n que deje de moverse por la habitaci¨®n. Le estamos viendo y nos est¨¢ mareando, le dijeron a Igor.
Parec¨ªa que los tipos de afuera ten¨ªan cien ojos control¨¢ndolos, cien o¨ªdos oy¨¦ndolos, cien manos dispuestas a estrangularlos...
Los delincuentes empezaron a contactar con las familias de los chicos para asegurarles que estos hab¨ªan sido secuestrados y exigirles cinco millones de pesos (300.000 euros de rescate).
¡ª Si no obedece, le mandaremos a su hijo hecho trocitos en una caja de zapatos.
A las 8.15 (hora espa?ola) los padres de Ekhi, Igor y Unai fueron a la comisar¨ªa de la Ertzaintza de Zarautz (Gipuzkoa) y denunciaron la extorsi¨®n que estaban sufriendo. El padre de Guillermo lo hizo en San Sebasti¨¢n.
La Ertzaintza y la Secci¨®n de Secuestros de la Brigada Central de Delitos contra las Personas de la polic¨ªa espa?ola se movilizaron de inmediato. Montaron su cuartel de operaciones en Oiartzun, donde llegaron a juntar a m¨¢s de 20 familiares de las v¨ªctimas ¡ªpadres, hermanos, novias¡ª que a lo largo de horas hab¨ªan ido siendo llamados por los secuestradores.
Los supuestos zetas manten¨ªan multiconferencias a tres bandas, lo que les permit¨ªa hablar a la vez a ellos, a los secuestrados y a sus familias. Aunque otras veces cortaban airados: ¡°No est¨¢n obedeciendo. ?Castigados!¡±
Contactaron con el m¨¢nager del grupo en Los ?ngeles (Estados Unidos) y le exigieron el pago de un mill¨®n de d¨®lares.
¡ª Sal, compra comida y luego quiero o¨ªrte c¨®mo comes, les ordenaron en otro momento.
La presi¨®n era tenaz y asfixiante. Ni un segundo de respiro.
¡ª Apaga la luz de la habitaci¨®n.
Y el chico, sin rechistar, iba a dejaba la estancia a oscuras.
¡ª Pon la televisi¨®n.
Y el joven iba y encend¨ªa el aparato.
¡ª M¨¢s alto. Quiero o¨ªr qu¨¦ canal es. Ponlo m¨¢s alto.
Con el paso de las horas, aumentaba el nerviosismo de los chantajistas:
¡ª Te vamos a sacar las tripas y luego nos las vamos a comer...
En un contacto con la familia, uno de los delincuentes fingi¨® que estaba apaleando a uno de los m¨²sicos, mientras otro le jaleaba: ¡°?Dale m¨¢s! ?Dale m¨¢s!¡±. Otra vez pusieron en marcha una motosierra para que la familia, horrorizada, creyese que uno de los rehenes estaba siendo descuartizado.
La Ertzaintza y la polic¨ªa se mov¨ªan en la sombra, aconsejando a las familias c¨®mo actuar, qu¨¦ decir, c¨®mo lanzar claves ocultas a los chicos utilizando el euskera... Las investigaciones se encarrilaron al descubrir que el n¨²mero de uno de los m¨®viles de los mexicanos era el mismo usado por los secuestradores virtuales de Manuela D. R., una espa?ola de Rubi (Barcelona) que hab¨ªa sufrido una experiencia similar el 1 de octubre en Jalapa (M¨¦xico). Su jefe pag¨® 100.000 pesos por ella. Luego se supo que jam¨¢s vio a sus secuestradores.
Con esa y otras pistas, los polic¨ªas espa?oles tuvieron claro lo que pasaba con Delorean. Poco a poco, con ayuda de la polic¨ªa mexicana, fueron averiguando la zona donde pod¨ªan estar los cuatro chicos vascos. Estos hab¨ªan sido obligados a trasladarse al hotel Prado Floresta. All¨ª estaban ¡ªrepartidos en dos habitaciones¡ª cuando fueron liberados de su c¨¢rcel virtual. Pero ni rastro de los cuatro hombres y una mujer que urdieron la farsa telef¨®nica. Una hora despu¨¦s, uno de estos llam¨® a Fernando Lopetegi, padre de Ekhi, para insultarle.
¡°El terror no es virtual. El terror es terror. Y hemos sufrido muchas horas de terror. Los secuestradores, que nos llamaban cada hora y media, estaban torturando psicol¨®gicamente a los chicos constantemente. Desde entonces, mi hijo no puede dormir¡±, afirma Lopetegi. El grupo musical indie suspendi¨® su gira y regres¨® a Espa?a el pasado jueves.
Alberto Carba, jefe de la Secci¨®n de Secuestros de la polic¨ªa, aconseja a los espa?oles que puedan verse en un caso similar que desconf¨ªen si alguien ¡ªincluso si dice ser polic¨ªa¡ª les llama invit¨¢ndoles a salir del hotel. Carba recomienda: ¡°Llamen a la recepci¨®n del hotel o a los servicios de emergencia del pa¨ªs o al 091 de Espa?a. Si no le dejan llamar ni colgar el auricular, es que se trata de una llamada maliciosa. No desvele jam¨¢s ninguna informaci¨®n personal. ?nase a otras personas y decidan juntas qu¨¦ hacer¡±.
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