¡°Nos quitan el ¨²nico consuelo de que el asesino est¨¦ lo m¨¢ximo en prisi¨®n¡±
Lancharro lamenta que una de las etarras que mat¨® a su hermano quede libre Del R¨ªo seleccion¨® el lugar: plaza Rep¨²blica Dominicana Antonio ten¨ªa solo 21 a?os
Ni la sentencia del Supremo ni el aval del Constitucional fueron un¨¢nimes. Manuela Lancharro no sabe d¨®nde est¨¢ Estrasburgo. Hasta hace muy poco ese nombre no significaba nada en su vida. Ahora, explica, es la palabra que la est¨¢ volviendo a ella y a su familia del rev¨¦s porque teme que de all¨ª salga hoy la sentencia que obligar¨¢ a Espa?a a dejar libre a In¨¦s del R¨ªo, una de las etarras que asesin¨® a su hermano. Antonio Lancharro muri¨® el 14 de julio de 1986 en uno de los atentados m¨¢s sanguinarios de la banda: el coche bomba que mat¨® a 12 guardias civiles en la plaza madrile?a de la Rep¨²blica Dominicana. Del R¨ªo hab¨ªa escogido el objetivo: el autob¨²s en el que se desplazaban los agentes. Antonio ten¨ªa 21 a?os. Llevaba menos de uno en el cuerpo y apenas tres meses en Madrid.
¡°No entiendo nada, no entiendo nada¡±, repite, deshecha, Manuela Lancharro, 27 a?os despu¨¦s del terrible atentado, ante el monumento que recuerda a su hermano y sus compa?eros en la plaza. ¡°?Por qu¨¦ tienen que opinar personas de fuera, que no saben lo que hemos pasado, todas las familias que ha roto ETA? Cuesta entender que ellos puedan decidir sobre nuestro dolor. Me gustar¨ªa llevarme a esos se?ores de Estrasburgo a mi casa, presentarles a mi madre, que vieran el altar de flores, velas y fotos que le ha construido a Antonio. Habla con ¨¦l todos los d¨ªas¡±.
Manuela ten¨ªa 17 a?os cuando ETA asesin¨® a su hermano. ¡°Mi madre y yo est¨¢bamos en Sevilla, en un centro comercial, y nos llamaron por megafon¨ªa¡±, recuerda. Para retrasar lo m¨¢s posible el golpe, a su madre le dijeron que Antonio hab¨ªa tenido un accidente y que estaba en el hospital. ¡°Hizo todo el viaje a Madrid llorando. Cuando llegamos vimos las ocho cajas: la de mi hermano y los otros siete que hab¨ªan muerto en el acto¡±. Cuatro agentes m¨¢s perecieron despu¨¦s a consecuencia de las terribles heridas del atentado.
¡°Al principio no nos lo pod¨ªamos creer. Mi hermano acababa de estar con nosotros en el pueblo, en Monesterio (Badajoz) ese fin de semana. El s¨¢bado salimos a las fiestas de un pueblo cercano. ?bamos juntos a todas partes. Una amiga le dijo: ¡®Antonio, ten mucho cuidado. Est¨¢n matando a muchos guardias civiles¡¯. Y ¨¦l le contest¨® con una sonrisa: ¡®No os preocup¨¦is, que bicho malo nunca muere¡¯. El lunes lo mataron¡±.
Manuela se emociona. ¡°Esto no se cura nunca, pero saber que segu¨ªan en la c¨¢rcel, la doctrina Parot, era un peque?o consuelo, un alivio. ?Para qu¨¦ les ponen condenas de 3.000 a?os de prisi¨®n si luego salen en menos de 30? Da igual matar a uno que a 12. Paga lo mismo. ?No lo entiendo, no lo entiendo!. Nos volvemos locos de pensar que vaya a salir a la calle, que vaya a brindar con champ¨¢n. ?Por qu¨¦ parece que le debemos algo a ETA?¡±.
¡°Para nosotros, la justicia es que los asesinos pasen el mayor tiempo posible en la c¨¢rcel. Nunca es suficiente, es verdad, porque una vida es impagable, y mi hermano ten¨ªa toda la suya por delante. Sab¨ªamos que alg¨²n d¨ªa saldr¨ªan, y podr¨ªan disfrutar de la vida, tener una pareja, abrazar a su familia, aunque mi hermano ya nunca podr¨¢ salir de donde est¨¢. Pero por eso la doctrina Parot era un b¨¢lsamo, porque sab¨ªamos que significaba el m¨¢ximo tiempo posible. Y hasta ese consuelo nos han quitado¡±, explica Manuela.
No es el primer rev¨¦s judicial de esta familia. ¡°Ya lo pasamos muy mal cuando sali¨® De Juana Chaos ¡ªque compr¨® en el rastro la furgoneta con la que se ejecut¨® la masacre¡ª. Mi padre, que era el fuerte de la casa, se vino abajo. Cay¨® en una depresi¨®n, no quer¨ªa ver la tele, ni o¨ªr la radio. Muri¨® un a?o despu¨¦s¡±, recuerda Manuela. ¡°Ahora va a salir Del R¨ªo, que fue la que seleccion¨® el objetivo, y muchos m¨¢s. Son bombas andantes. Yo no creo que ETA se haya acabado porque entonces habr¨ªan entregado las armas. Ojal¨¢ fuera as¨ª y ninguna familia m¨¢s tuviera que pasar por esto. Pero yo creo que los asesinos no tienen palabra. Ya mataron en una tregua y pueden volver a hacerlo. Tampoco creo en los arrepentimientos. Troiti?o dijo que ¨¦l habr¨ªa activado la bomba aunque hubiera pasado su padre. Son salvajes. No tienen conciencia¡±.
Manuela se emociona de nuevo. ¡°Parece que le est¨¦ viendo ahora mismo. ?Estaba tan orgullosa de mi hermano! Pensamos en ¨¦l todos los d¨ªas. En Navidad siempre tiene su silla preparada...¡±, cuenta tras depositar unas flores en el monumento. No es el ¨²nico ramo.
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