El perd¨®n de un crimen imperdonable
Luis Carrasco, el asesino del exgobernador Juan Mar¨ªa J¨¢uregui, narra por primera vez su encuentro con la viuda de una v¨ªctima directa de ETA
¡°Aquella ma?ana me dispon¨ªa a pedir perd¨®n por un crimen imperdonable¡±.
Luis Mar¨ªa Carrasco Asenguinolaza trat¨® de matar a Juan Mar¨ªa J¨¢uregi, ex gobernador civil socialista de Gipuzkoa, en un bar de Tolosa, pero no pudo hacerlo porque hab¨ªa unos conocidos cerca de la v¨ªctima elegida. No conoc¨ªa a su v¨ªctima. No ten¨ªa que conocerla. Su cometido como miembro de ETA era ejecutar ¨®rdenes; en este caso, ejecutar personas. Volvi¨® a localizar a su v¨ªctima unos d¨ªas despu¨¦s, en la cafeter¨ªa del front¨®n de Tolosa. Esta vez no hab¨ªa obst¨¢culos. J¨¢uregui recibi¨® dos disparos por la espalda mientras su mujer, Maixabel Lasa, le esperaba en casa para comer. Aquel 29 de julio del a?o 2000 Carrasco se convirti¨® en asesino y Maixabel Lasa en viuda. Carrasco y Maixabel se vieron las caras casi 11 a?os despu¨¦s.
Carrasco fue condenado a 39 a?os de c¨¢rcel por la Audiencia Nacional en el a?o 2004, junto a los otros dos asesinos que acabaron con la vida de J¨¢uregui. A?os despu¨¦s particip¨® en el programa piloto de ¡°encuentros restaurativos¡± entre v¨ªctimas y presos de ETA que puso en marcha el Gobierno vasco en 2010, presidido entonces por el socialista Patxi L¨®pez. En aquel momento, Maixabel Lasa ya era la directora general de la Oficina de Atenci¨®n a las V¨ªctimas del Terrorismo. El destino quiso que uno de los primeros presos que solicit¨® conocer a su v¨ªctima fuera uno de los asesinos de su marido. Maixabel acept¨® el encuentro. Fue la primera cita entre un terrorista y su v¨ªctima.
Luis Carrasco ha escrito ahora sus razones para acudir a ese envite. Lo ha hecho en el libro Los ojos del otro, que ha publicado estos d¨ªas la editorial Salterrae, firmado por Esther Pascual Rodr¨ªguez, la coordinadora de los 14 encuentros realizados hasta que el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy par¨® ese programa.
Carrasco justifica su participaci¨®n en que ya hab¨ªa iniciado su trayectoria de ¡°depuraci¨®n ¨¦tica¡±. Y razona: ¡°Para m¨ª era vital escucharla. Poder estar con el familiar de la v¨ªctima del atentado en el que yo particip¨¦ directamente (¡), tener ocasi¨®n de escuchar sus impresiones y sus testimonios me permiti¨® reevaluar racionalmente numerosas cuestiones de car¨¢cter ¨¦tico y emocional y acercarme a una realidad largamente eludida, que siempre estuvo ah¨ª, de la que durante tanto tiempo logr¨¦ escapar e igualmente me esforc¨¦ por no ver (¡) el encuentro con esas personas fue aleccionador y decisivo en mi particular proceso de transformaci¨®n personal; represent¨® un hito, un antes y un despu¨¦s¡±.
El encuentro tuvo lugar un jueves, 26 de mayo de 2011, en una peque?a sala de la c¨¢rcel de Nanclares de Oca (?lava), pionera en estas medidas. La mediadora profesional les present¨®. Se dieron la mano y se miraron a los ojos. ¡°Me fijaba mucho en sus gestos, en la cara¡±, record¨® en mayo pasado Maixabel Lasa a EL PA?S. ¡°?l parec¨ªa estar mucho m¨¢s nervioso que yo. Creo que es l¨®gico porque yo no hab¨ªa hecho nada malo. Yo iba a ver a la persona que m¨¢s da?o me hab¨ªa hecho en la vida, pero estaba tranquila¡±.
El etarra escribi¨® que su ¡°necio delirio¡± solo sembr¨® ¡°odio y dolor¡±
Carrasco lo rememora de otra manera: ¡°La persona que iba a conducir el encuentro me confirm¨® la disposici¨®n del familiar para reunirse conmigo. Se despejaba el temor que me hab¨ªa embargado hasta ese momento, que ella finalmente no quisiera, una decisi¨®n sin duda frustrante para m¨ª, pero que si se hubiera producido yo la habr¨ªa entendido (¡) El encuentro, finalmente, se produjo y fue (he de admitirlo) muy complicado emocionalmente (¡) Lo afront¨¦ con miedo y dudas: no estaba seguro de c¨®mo conseguir¨ªa enfrentarme a aquella situaci¨®n¡±.
La viuda del exgobernador confes¨® m¨¢s tarde que hab¨ªa ido a la cita ¡°porque sab¨ªa que era una persona que hab¨ªa hecho autocr¨ªtica, que desaprobaba lo que hab¨ªa hecho y que lo condenaba. Sab¨ªa que no iba a tener beneficios penitenciarios; que no iba a conseguir nada material¡±.
Carrasco lo explica a su modo: ¡°Acud¨ª con un solo objetivo: pedirle a ella y a todos los que tanto hab¨ªan sufrido por mi culpa, perd¨®n. Perd¨®n por ser el causante de una gran injusticia, por ser el culpable del asesinato de su marido, el culpable de su sufrimiento, el culpable de haber destruido su proyecto de vida en com¨²n y sus sue?os compartidos, el culpable de haber impedido que disfrutaran juntos de todos los momentos felices que les ten¨ªa reservado el futuro, el culpable de haberles despojado de miles de posibilidades que jam¨¢s se habr¨ªan de concretar, el culpable de haber acabado con todo lo que hubiera podido ser su vida y ya nunca ser¨ªa¡±.
La viuda no conoc¨ªa al asesino de su marido. No hab¨ªa podido ver su cara durante el juicio. No ten¨ªa una imagen de su aspecto f¨ªsico. No quiso ver su foto. La v¨ªctima reflexion¨® sobre sus inquietudes ante el encuentro: ¡°Le pregunt¨¦ si conoc¨ªa a Juan Mari, si sab¨ªa qui¨¦n era y por qu¨¦ lo hab¨ªa matado. Me dijo que no le conoc¨ªa, que le hab¨ªa llegado una orden y la hab¨ªa ejecutado. No sab¨ªa nada sobre ¨¦l ni sobre su trayectoria. No sab¨ªa que hab¨ªa estado en la c¨¢rcel, ni que hab¨ªa formado parte de ETA, ni que hab¨ªa sido miembro del Partido Comunista, ni que hab¨ªa declarado contra el general Galindo en el caso Lasa y Zabala. Ni que ten¨ªamos una hija. Realmente, no sab¨ªa nada de nada. Ni personal ni profesional¡±.
Lasa acudi¨® a la cita porque sab¨ªa que el preso ¡°condenaba lo que hab¨ªa hecho¡±
El terrorista la esperaba de otra manera: ¡°En pocos minutos, ella aparecer¨ªa, se sentar¨ªa frente a m¨ª. Y yo habr¨ªa de afrontar su presencia desde mi verg¨¹enza y mi arrepentimiento, y consciente de la tr¨¢gica posici¨®n en que me hab¨ªa situado el devenir de mi propia trayectoria personal, empe?ada muchos a?os atr¨¢s en un desatinado transitar hacia ninguna parte, consagrada al servicio de un terco y necio delirio de sinsentidos que, mientras dur¨®, solo consigui¨® sembrar odio y dolor¡±.
Un detalle impresion¨® a Maixabel Lasa: ¡°El preso me dijo que no sent¨ªa nada bueno en ¨¦l¡±.
Esa declaraci¨®n form¨® parte del proceso de maduraci¨®n del terrorista: ¡°A?os de reflexi¨®n y de introspecci¨®n hasta convertirme en la persona que ahora soy. Hasta redefinirme y abandonar la l¨®gica fan¨¢tica y sectaria en la que una vez me hall¨¦ ciegamente inmerso y abominar de todo aquello que quer¨ªa dejar de ser y que deseaba no haber sido nunca. A?os ¨¢speros, duros, de discontinua pero tenaz evoluci¨®n hasta depurar e instalar en mi fuero interno el sentimiento de culpa, de arrepentimiento, la necesidad de pedir perd¨®n¡±.
Y el preso le pidi¨® perd¨®n por un crimen imperdonable. Y la viuda se lo agradeci¨®, le dio un abrazo y le dijo que no le importar¨ªa volver a verlo.
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