Mucho odio, siete sentencias y doce a?os de pleito (y lo que queda...)
La batalla judicial de dos familias sevillanas enfrenta a la Audiencia y al Tribunal Supremo
En la localidad sevillana de las Cabezas de San Juan (16.500 habitantes), quienes oyen la versi¨®n de la familia Campos, se la creen, y los que oyen la de los Garc¨ªa, tambi¨¦n. Nadie tiene claro qui¨¦n miente, ni siquiera la justicia, que lleva dictadas siete sentencias sobre este asunto (algo casi in¨¦dito). Cuatro la Audiencia de Sevilla y tres el Supremo, en un proceso que dura ya doce a?os (y lo que le queda...). La compraventa de una de las mejores fincas de la comarca (73 hect¨¢reas de regad¨ªo ricas en remolacha y algod¨®n) es el origen del odio que enfrenta desde 2002 a ambas familias, antes amigas.
Tres de las siete sentencias que ha consumido hasta el momento este pleito (las dictadas en Sevilla) han sido sucesivamente anuladas por el Supremo, que no desperdicia calificativos al tumbarlas: por ¡°rigurosamente opacas¡±; por ¡°una apresurada y poco precisa valoraci¨®n¡± de la prueba; por dar ¡°como hecho probado¡± lo que el propio tribunal reconoce que como ¡°no probado¡±... Los varapalos del Supremo han sido contestados por los jueces de Sevilla.
Un pol¨¦mico documento privado con firmas falsas es la fuente del conflicto que trae por la calle de la amargura a las familias Campos y Garc¨ªa.
Los hechos se remontan a 2002, cuando Juan Campos, acuciado por sus deudas con el banco y viendo peligrar su finca, decide venderla in extremis a su amigo Francisco Garc¨ªa, de 55 a?os, empresario y agricultor de la zona. El pleito ha superado a Juan, que muri¨® en agosto de 2011, tras diez a?os de pleito y dos despu¨¦s del juicio. Sus hijos le han relevado en la contienda.
Pero todo sigue como hace doce a?os y las inc¨®gnitas contin¨²an en el aire: ?Es aut¨¦ntico o falso el documento privado que ha aportado la familia Campos y que revela que el precio real de la venta fue de 2,7 millones de euros y no los 1,2 que figura en la escritura? ?Y si es falso, c¨®mo se explica que al pie de la tercera hoja del citado documento figuren las firmas falsificadas de los Garc¨ªa hechas de pu?o y letra por uno de sus miembros? ?Dieron los Garc¨ªa un cambiazo al documento privado aprovechando un descuido de Juan? ?O fue el entorno de Juan, como sostienen los Garc¨ªa, el que falsific¨® ese papel consciente de que hab¨ªan malvendido la finca y para sacar a posteriori m¨¢s dinero del acordado?
Resoluciones de ida y vuelta
Cuatro de los 12 a?os que lleva el pleito que mantienen las familias Campos y Garc¨ªa del municipio sevillano de Las Cabezas de San Juan, han transcurrido en el ir y venir de sentencias entre la Audiencia de Sevilla y la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Es decir, el tribunal sevillano absolv¨ªa de estafa, hurto y falsedad a los acusados de la familia Garc¨ªa y luego el Supremo, en los recursos, ordenaba anular las sentencias (hasta tres, de momento) porque entend¨ªa que la Audiencia no las hab¨ªa motivado correctamente.
El tribunal sevillano reconoce en la cuarta sentencia que quiz¨¢s una mala redacci¨®n y exposici¨®n de los hechos probados en las anteriores sentencia puede haber guiado las decisiones del alto tribunal. Y es que, en la primera sentencia, la Audiencia de Sevilla toc¨® al avispero de la discordia al afirmar por un lado que se hab¨ªa producido una falsedad en un documento privado y, a¨²n as¨ª, no tomar ninguna medida penal contra quienes los peritos dec¨ªan que era el autor de esa falsedad. En realidad, los jueces del tribunal hablaban de falsedad en la sentencia, pero luego enumeraban una retah¨ªla de argumentos diciendo que la misma no estaba probada y que, adem¨¢s, era irrelevante. El Supremo dice que si, como establece la Audiencia de Sevilla, la falsedad existe, pues que extraiga las oportunas consecuencia penales para el autor. [U1]Al final ha sido condenado, pero sin querer los jueces.
Todo este l¨ªo ha llevado a la Audiencia de Sevilla, en la cuarta sentencia, dictada a comienzos de octubre, a condenar a seis meses de c¨¢rcel por falsedad a un hijo de Francisco Garc¨ªa. Pero en la sentencia los jueces sevillanos advierten que condenan sin querer (¡°por imperativo¡± del Supremo). Entiende que no hay pruebas de que el citado documento de los Campos sea aut¨¦ntico. ¡°Si el Supremo no est¨¢ de acuerdo, que revoque la sentencia y dicte otra, pero no que las anule y obligue a redactar otras que, en conciencia, no comparte el tribunal¡±, se?alan fuentes jur¨ªdicas.
En el juicio, Juan acus¨® a su amigo de anta?o de estafarle. Oficialmente, Juan vendi¨® la finca, ante notario, por 1,2 millones de euros. As¨ª consta en la escritura y a eso se agarra el comprador, Francisco Garc¨ªa, para asegurar que fue este el precio pactado.
Los herederos de Juan sostienen que parte del dinero se pact¨® en B. Y que el citado documento privado, de 28 de noviembre de 2002, anterior a la escritura, as¨ª lo estipula: en total 2,7 millones de euros (450 millones de pesetas). ¡°Se acord¨® una primera entrega de 200 millones y otra en negro, en plazos, de otros 250. Yo misma, y otros testigos, estaba all¨ª cuando se hizo el documento privado¡±, sostiene ?ngela, hija de Juan.
¡°Antes de morir, Juan confes¨® al tribunal en el juicio que tanto ¨¦l como Francisco se quedaron con una copia del documento privado. Y que Francisco, que sol¨ªa hacerles visitas en casa, aprovech¨® un descuido suyo y dio un cambiazo a los papeles. Es decir, se qued¨® con el documento original y le dej¨® una fotocopia con igual contenido pero con las firmas falsas.
Para los jueces de Sevilla, lo del cambiazo no tiene sentido. Si lo que pretend¨ªan los Garc¨ªa es que Juan no tuviera el documento con el que reclamarles los 250 millones restantes, lo l¨®gico habr¨ªa sido robar el papel y romperlo, pues solo hab¨ªa dos copias. ?Qu¨¦ sentido tiene dar el cambiazo y mantener en el documento privado que el precio pactado eran 450 millones de pesetas? ¡°Lo hicieron para que no pudi¨¦ramos reclamar ese dinero en la v¨ªa civil, al ser una fotocopia¡±, razonan los hijos de Juan. ¡°Ese papel es falso, lo han hecho ellos para enmara?arlo todo¡±, sostiene Francisco Garc¨ªa. Pero y si lo han hecho los Campos, ?c¨®mo lleg¨® ese papel a las manos del hijo de los Garc¨ªa que, seg¨²n cuatro peritos, incluidos los de la Guardia Civil, falsific¨® las firmas que figuran al pie de la tercera hoja del documento? Ah¨ª est¨¢ el l¨ªo. La Audiencia de Sevilla ha dicho, en tres ocasiones, que no existi¨® ese documento. Y el Supremo, bas¨¢ndose en informes periciales, dijo que s¨ª existi¨®, y que el autor de la falsedad es un Garc¨ªa. Por eso ordena a Sevilla que extraiga consecuencias jur¨ªdicas de esa falsedad. Tres veces se resisti¨® la Audiencia a condenar al hijo de Francisco. Ahora s¨ª lo ha hecho, en la cuarta sentencia, ¡°pero por imposici¨®n¡± del Supremo.
?C¨®mo va a vender mi padre por 200 millones una finca que val¨ªa el triple; de hecho, ¨¦l [Francisco] acaba de venderla por unos 600 millones¡±, se?ala ?ngela. ¡°Eso es mentira¡±, replica Francisco, ¡°Juan me la vendi¨® por 200 millones, porque el banco se las quitaba. Y yo las he vendido por unos 300 y pico millones, no por 600¡±, sostiene a EL PA?S. La condena de seis meses de c¨¢rcel a su hijo le tiene muy enfadado. ¡°?Pero d¨®nde se ha visto que se obligue a unos jueces a condenar contra su voluntad?¡±, dice.
Tras esta cuarta sentencia de Sevilla, la causa volver¨¢ de nuevo al Supremo, que dictar¨¢ otra. Falta ver qu¨¦ dir¨¢. Ahora hay una condena por falsedad, pero no por estafa. Con lo cual unos y otros, siguen en tablas, tras haberse gastado cada parte en el pleito m¨¢s de 100.000 euros. Y todo sigue en el aire. Si la nueva sentencia del Supremo no les satisface, los Campos tienen previsto ir a la v¨ªa civil, lo que puede durar otros cinco o seis a?os. ?ngela Campos tiene claro que no se va a detener: ¡°Poco antes de morir, mi padre me llam¨® aparte y me hizo prometer que no dejar¨ªa lo de la finca, que luchar¨ªa hasta el final. Y eso voy a hacer¡±.
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