Peque?as historias con importancia
El Rey me dijo: ¡°Las condiciones de Carrero no las habr¨ªa podido aceptar¡±
En septiembre de 1999, los Reyes de Espa?a inauguraron, en el CCCB de Barcelona la exposici¨®n D¨ªas de radio, que conmemoraba el 75? aniversario de Radio Barcelona. Uno de los ¨¢mbitos de la exposici¨®n estaba dedicado al atentado contra Carrero Blanco. Era una sala m¨¢s bien oscura, con la luz concentrada sobre un coche aplastado en el techo, ambientada con el sonido de los partes de Radio Nacional de Espa?a que daban cuenta de lo acontecido. Al entrar en este espacio, el rey Juan Carlos se me acerc¨® a un palmo, como si fuera a hacerme una confidencia. Y me dijo: "Si esto no hubiera ocurrido tu y yo no estar¨ªamos ahora aqu¨ª". "Yo no, usted no lo s¨¦", contest¨¦. "Yo tampoco", me dijo. E insist¨ª: "?Por qu¨¦?". "Porque las condiciones que Carrero me habr¨ªa puesto yo no las habr¨ªa podido aceptar". Cuando termin¨® la visita corr¨ª a transcribir la conversaci¨®n en mi cuaderno. All¨ª la guard¨¦ hasta hoy.
Este breve di¨¢logo me record¨® una escena que viv¨ª, junto con mi amigo y compa?ero de fatigas period¨ªsticas, Jos¨¦ Mart¨ª G¨®mez, muchos a?os antes. Al inicio de la Transici¨®n, cuando Rodolfo Mart¨ªn Villa era ministro del Interior del Gobierno de Adolfo Su¨¢rez, Mart¨ª y yo le visitamos en el palacete de la Castellana, sede del ministerio, para entrevistarle para el diario barcelon¨¦s El Correo Catal¨¢n. El despacho del ministro era el mismo que hab¨ªa ocupado Carrero Blanco como presidente del Gobierno.
El Rey me dijo: "Las condiciones de Carrero no las hubiera podido aceptar"
Al terminar la entrevista, me acerqu¨¦ al ventanal que daba al paseo. Estaba mirando a la calle, cuando Mart¨ªn Villa me se?al¨® la parada de autob¨²s que hab¨ªa delante. Como es sabido, d¨ªas antes del atentado, Carrero Blanco hab¨ªa recibido la visita del secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Previamente, como es costumbre por razones obvias de seguridad, el FBI hab¨ªa peinado el edificio. Mart¨ªn Villa nos cont¨® que desde aquella ventana un agente americano se hab¨ªa dado cuenta de que hab¨ªa una persona sentada en la parada que llevaba un buen rato all¨ª sin subir a ning¨²n autob¨²s. Esta persona, nos dijo el ministro, result¨® ser uno de los autores del atentado. "?Qu¨¦ me quiere decir con ello?", pregunt¨¦. "Nada", contest¨® Mart¨ªn Villa, "sencillamente les doy una informaci¨®n".
Peque?as historias sobre un atentado m¨ªtico que, probablemente, no cambio el curso de la historia de Espa?a pero s¨ª que la aceler¨®. Todo hace pensar que con Carrero, el franquismo no habr¨ªa sobrevivido mucho tiempo a Franco, pero seguramente la agon¨ªa del r¨¦gimen habr¨ªa sido m¨¢s larga.
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