Un proceso diferente a Escocia y Catalu?a

Desde que regres¨® al poder hace poco m¨¢s de un a?o, el PNV, con sus dos principales referentes a la cabeza (el lehendakari, I?igo Urkullu, y el presidente del partido, Andoni Ortuzar), mira de reojo cuanto sucede en Escocia y en Catalu?a en todo lo que respecta al debate de la soberan¨ªa, pero marcando claras distancias, ya sea para enfatizar que la prioridad es salir de la crisis, ya para insistir en que la v¨ªa vasca a la autodeterminaci¨®n es diferente. ¡°Somos dos naciones distintas¡±, recordaba Ortuzar el pasado septiembre en el ¨²ltimo Alderdi Eguna (D¨ªa del Partido), entre docenas de pronunciamientos similares de dirigentes peneuvistas que podr¨ªan citarse.

De entrada, los tres procesos son distintos porque Escocia y Catalu?a plantean sendas consultas a sus ciudadanos ¡ªla primera, pactada con el Ejecutivo de David Cameron; la segunda, por ahora, desde el enfrentamiento con el de Mariano Rajoy¡ª para acceder a la independencia, mientras que el PNV pone en marcha un debate parlamentario que deber¨ªa concluir con un texto articulado de reforma del Estatuto de Gernika. Tras m¨¢s de 34 a?os, Euskadi es la ¨²nica comunidad que no ha variado a¨²n su Estatuto.

Ese texto articulado como final de un proceso para el que ¡°no hay prisa¡±, en palabras de Ortuzar, tiene que ser aprobado por mayor¨ªa absoluta (al menos 38 votos) en el Parlamento vasco y sancionado despu¨¦s por las Cortes mediante ley org¨¢nica. Entonces se someter¨ªa a refer¨¦ndum entre los ciudadanos vascos. Tal es el proceso que marca el propio Estatuto para su reforma (art¨ªculo 46.1).

Esta es la consulta que el PNV tiene en mente desde que comenz¨® a hablar hace m¨¢s de dos a?os del ¡°nuevo estatus pol¨ªtico¡± de Euskadi. Su horizonte temporal es 2015, pero ya ha dejado la puerta abierta hasta 2016. Otra muestra de que el PNV quiere evitar cualquier aceleraci¨®n.

El proceso legal es el mismo que sigui¨® el fracasado plan Ibarretxe, aprobado por la C¨¢mara vasca en diciembre de 2004, gracias a tres votos de la izquierda abertzale, y rechazado apenas un mes despu¨¦s por el Congreso. De ah¨ª la insistencia que el PNV pone en la b¨²squeda de consensos y en aludir al ¡°respeto¡± que espera del Gobierno espa?ol de lo que pacten los partidos vascos.

El paralelismo en este caso se podr¨ªa trazar con Catalu?a con su reforma estatutaria de 2006, sancionada por las Cortes y refrendada por los catalanes, para ser cuatro a?os despu¨¦s pulida por el Constitucional. Las semejanzas podr¨ªan buscarse m¨¢s, si acaso, en la consulta popular que Ibarretxe quiso celebrar el 25 de octubre en 2008 con dos preguntas: una sobre el di¨¢logo con ETA y otra para saber si los ciudadanos estaban de acuerdo en iniciar una negociaci¨®n sobre el ¡°derecho a decidir del pueblo vasco¡±. El Tribunal Constitucional la suspendi¨® cautelarmente tras el recurso del Gobierno de Zapatero y termin¨® abort¨¢ndola m¨¢s de un mes antes de su celebraci¨®n prevista.

El PNV no abjura, por supuesto, de su defensa del ¡°derecho a decidir" y su aspiraci¨®n ¨²ltima a la independencia, pero los dos fracasos consecutivos de Ibarretxe pesan mucho en su actual n¨²cleo dirigente a la hora de trazar su camino.