Asesinos en Espa?a, artistas en M¨¦xico
Los etarras Juan Jes¨²s Narv¨¢ez e Itziar Alberdi, detenidos en M¨¦xico, eran "vecinos mod¨¦licos"
La exposici¨®n callejera de una galer¨ªa de Puerto Vallarta estuvo abierta al p¨²blico durante tres d¨ªas. La artista Eva Barre?a hab¨ªa levantado su espacio con la ayuda de Jos¨¦ Ruiz, su marido, un discreto fumigador que segu¨ªa con entusiasmo los primeros pasos de la artista. Los visitantes se interesaron por algunas de sus obras pero no llegaron a concretar ninguna compra. Barre?a se lo tom¨® como un fracaso y no par¨® de llorar mientras desmontaba la exhibici¨®n. El padre de sus dos hijos trataba de consolarla. "No me imagino a esos dos con una pinche pistola en la mano", recuerda ahora el maestro en barro Francisco Quintero.
La polic¨ªa espa?ola, con ayuda de las autoridades mexicanas, destap¨® hace una semana las verdaderas identidades de ambos. Juan Jes¨²s Narv¨¢ez Go?i, alias Pajas, e Itziar Alberdi Uranga, terroristas de ETA huidos hace 22 a?os sospechosos de participar en una veintena de atentados. La pareja de espa?oles que viv¨ªa en la clandestinidad no llamaba especialmente la atenci¨®n en este rinc¨®n tur¨ªstico del oeste de M¨¦xico. La ciudad portuaria est¨¢ llena de extranjeros bohemios con pretensiones reales o figuradas en el mundo del arte. Llevaron una vida reservada al llegar -a finales de los noventa- pero poco a poco ampliaron su c¨ªrculo social hasta convertirse en personas bastante reconocidas en la comunidad.
"Vino a contarme lo que le hab¨ªa pasado. Pens¨¦ que [El Pajas] era un mandil¨®n [calzonazos]"
Entre el centro de Puerto Vallarta y la zona hotelera hay una peque?a isla sobre un r¨ªo. Una estatua en bronce del director de cine John Huston, que rod¨® en la ciudad una de sus pel¨ªculas, recibe a los visitantes. En este agradable rinconcito comenz¨® Itziar Alberdi, o Eva, como todos la conoc¨ªan por aqu¨ª, a moldear figuras de barro. Francisco Quintero dirige la escuela taller del lugar y hornea las obras de sus alumnos en un r¨²stico horno. Ella fue una de sus mejores aprendices. Estuvo yendo casi a diario durante dos a?os para perfeccionar su t¨¦cnica. Narv¨¢ez Go?i, bajo el anodino nombre de Jos¨¦ Ruiz, acud¨ªa a recogerla y entre espera y espera se ofreci¨® a eliminar una plaga de termitas que amenazaba al taller con una espolvoreadora manual y una mascarilla. Era todo el equipo que ten¨ªa la peque?a empresa informal con la que se ganaba la vida.
El maestro Quintero, pasado un tiempo, tuvo que forzar a la nueva artista a abandonar el lugar: "Tu ya no tienes espacio aqu¨ª, le dije as¨ª en seco y de primeras no se lo tom¨® muy bien. Ya hab¨ªa aprendido todo". Quintero dej¨® despu¨¦s de tratar a la pareja y dice que fue por entonces cuando se metieron "en el rollo espiritual". "Me sac¨® de onda", dice mientras instruye a la reciente camada de escultores que tiene a su mando.
El d¨²o, que no levantaba las sospechas de nadie, comenz¨® a frecuentar el centro Inkarri, un lugar de meditaci¨®n y actividades orientales. Pr¨®coro Hern¨¢ndez es el due?o del lugar. No vive una buena ¨¦poca. Esta ma?ana llega con una bolsa llena de hortalizas para mantener su dieta vegetariana pero anda nervioso: "He visto en la puerta a un pel¨®n que bien podr¨ªa ser un militar que nos vigila". La detenci¨®n de sus amigos (aunque ¨¦l niegue tener una relaci¨®n estrecha con ellos) ha disparado su paranoia. Como Eva Barre?a, la mujer comenz¨® a dar clases de yoga y poco despu¨¦s se especializ¨® en la respiraci¨®n pneuma, cuyo objetivo central es "recuperar el verdadero sentido de la vida", seg¨²n la publicidad que repartieron por la ciudad. Pr¨®coro y Eva fueron a una radio local en octubre de 2013 a explicar a los oyentes los beneficios de estas t¨¦cnicas y difundieron una revista, llamada El sendero del ¨¢guila dorada, en la que explican su filosof¨ªa de vida. Alberdi firma art¨ªculos de energ¨ªa sexual y tantra y Narv¨¢ez Go?i, a quien tambi¨¦n se le vio dando clases de yoga, de meditaci¨®n y la armon¨ªa.
Pero esos no eran m¨¢s que trabajos espor¨¢dicos para Jos¨¦ Ruiz. Su empleo m¨¢s estable era el de quiropr¨¢ctico. No consta que se haya sacado el t¨ªtulo para ejercer el oficio en la escuela de Puerto Vallarta. Dej¨® la fumigaci¨®n y abri¨® una consulta en una c¨¦ntrica calle, la Francisco Villa, con horario de una a siete de la tarde. "No hay servicio hasta nuevo aviso", se lee en la puerta de entrada. Un se?or de 70 a?os se acerca por tercer d¨ªa consecutivo a proseguir con su terapia y no encuentra explicaci¨®n a que contin¨²e cerrada la consulta. Hay versiones contradictorias sobre el buen hacer del presunto terrorista como quiropr¨¢ctico.
Ricardo, el due?o de una tienda de al lado que vende piezas de coches, es de los que piensa que ten¨ªa cierto talento. Al menos, el ve¨ªa a la gente "llegar renqueando y se iba bien". Su relaci¨®n se fragu¨® a golpe de escoba. Cada tarde los dos barr¨ªan la acera. Recuerda cuando un taxista, "bien barrio el tipo", le dijo a Jos¨¦ Ruiz que no levantara tanto polvo. "Le solt¨® a Jos¨¦ una groser¨ªa tremenda y ¨¦l, en vez de contestar, dijo que no quer¨ªa problemas y se meti¨® en el negocio. Si el cuate llega a saber que estaba insultado a un asesino, no hubiera estado tan bravuc¨®n", rememora.
Alberdi y Narv¨¢ez est¨¢n acusados de un amplio historial de delitos cometidos en Espa?a durante los a?os ochenta y noventa del siglo pasado. ?l form¨® parte del comando Ekaitz desde finales de 1990 hasta 1992. La polic¨ªa cree que estuvo implicado en muchos de los 27 atentados cometidos por el grupo terrorista. Se le considera el autor, el 15 de enero de 1992, del asesinato del catedr¨¢tico Manuel Broseta. Puede que esa sea su ¨²ltima participaci¨®n en el grupo antes de pasar a la clandestinidad.
El artista Roberto Tovar mantuvo una estrecha relaci¨®n con los etarras hu¨ªdos. Organiz¨® la feria en la que Eva rompi¨® a llorar tras no cerrar ninguna venta pero hay otra an¨¦cdota que ¨¦l cree que plasma mejor el car¨¢cter de la pareja: "Jos¨¦ estaba colocando unos paneles. Ten¨ªamos permiso municipal para ocupar parte de la calle, pero una anciana le rega?¨®. Par¨® y vino a contarme lo que le hab¨ªa pasado. En ese momento pens¨¦ que era un mandil¨®n (calzonazos). ?Una viejita lo hab¨ªa asustado!". M¨¦ndez est¨¢ escribiendo un libro sobre la historia del arte en Puerto Vallarta que recoger¨¢ el bullir escult¨®rico y pict¨®rico de la ciudad desde los a?os setenta en adelante. ?Tendr¨¢ Alberdiz espacio en la publicaci¨®n? "Por este suceso s¨ª, ha sido muy sonado. Quiz¨¢ con los a?os, si todo hubiese transcurrido con normalidad, tendr¨ªa hueco por su obra. Me gustar¨ªa decirla al presidente espa?ol (?sabe usted c¨®mo se llama?) que aqu¨ª fueron vecinos mod¨¦licos y consideramos que est¨¢n reinsertados socialmente. Uno de joven puede ser muy idealista y hacer barbaridades", cuenta mientras devora una pizza.
La polic¨ªa espa?ola cree que los dos hijos no sab¨ªan nada sobre el pasado de sus padres
La pareja viv¨ªa en La Moderna, un barrio de calles de tierra y perros callejeros a unos cuatro kil¨®metros del mar. Se suceden casas humildes a medio construir con retales junto a otras perfectamente estructuradas. El matrimonio compr¨® un predio, el nombre que se le da aqu¨ª a un terreno, y poco a poco levantaron una vivienda de dos plantas con un patio en el que instalaron el taller de la escultora. Ladrillo a ladrillo, construyeron su propia casa. Go?i y Alberdi fueron detenidos durante un retiro espiritual con otros matrimonios que celebraban el 14 de febrero, el d¨ªa del amor. Los presentes pensaban que se trataba de un secuestro.
La espera indefinida est¨¢ atormentando a Carlos Estrada, el mejor amigos de Anuk, el hijo de 16 a?os de los supuestos etarras. El adolescente mexicano se enter¨® por la televisi¨®n de la detenci¨®n de los padres de su "carnal" y desde entonces anda angustiado por su paradero. "No hay nada peor que no volver a ver a tu mejor amigo, :("., escribi¨® en Facebook. Los d¨ªas pasan y sigue sin saber nada. Describe a Anuk como un chico sensible que toca el piano, le gustan los juegos malabares y saca "puros dieces" en los ex¨¢menes. Le consta que Anuk discuti¨® con su mam¨¢ "una o dos veces a lo mucho", lo que a su juicio resalta el mutuo respeto que se ten¨ªan. El hermano mayor, Iker, estudia el segundo a?o de medicina y todos los que dicen conocerlo lo perfilan igualmente como un joven responsable, educado y muy centrado. La polic¨ªa espa?ola cree que ellos no sab¨ªan nada sobre el pasado de sus padres, que no ten¨ªan ning¨²n contacto con sus familiares en el Pa¨ªs Vasco. Una cita hace una semanas con una persona vinculada a la banda terrorista gui¨® a los agentes hasta el retiro mexicano.
Los vecinos los ten¨ªan por gente educada que nunca se met¨ªa en problemas. A trav¨¦s de las ventanas se escapaba la m¨²sica de The Beatles que sonaba los fines de semana. La brusca expulsi¨®n del pa¨ªs de la pareja ha conferido a la casa una extra?a sensaci¨®n de abandono. Las esculturas a medio hacer se apilan en el patio. Un serrucho y un martillo descansan encima de una mesa de madera. La se?al intermitente de un m¨®dem de Internet centellea en la oscuridad del sal¨®n. El pasado se les ha echado encima.
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