La enorme ventaja de estar en La Moncloa
Rajoy busca recuperar a su electorado con el mensaje de que lo peor pas¨® y vali¨® la pena
En el peor momento de los ¨²ltimos meses, cuando Mariano Rajoy estaba hundido por el esc¨¢ndalo del caso B¨¢rcenas y los desastrosos datos econ¨®micos, los m¨¢s cercanos al presidente insist¨ªan en que estaba tranquilo. ¡°Tiene tres cosas a su favor¡±, repet¨ªan. ¡°Es el pol¨ªtico con m¨¢s aguante, no hay manera de tumbarlo. Por otro lado, tiene el tiempo a su favor, no hay elecciones de verdad hasta 2015. Y, por ¨²ltimo, est¨¢ en La Moncloa, y eso, cualquiera que est¨¦ en pol¨ªtica lo sabe, es una enorme ventaja¡±, repet¨ªan. Muchos recuerdan la famosa frase de Andreotti: ¡°El poder desgasta, sobre todo al que no lo tiene¡±. Rajoy, como antes hizo Zapatero cuando ven¨ªa al debate a anunciar el cheque beb¨¦, ha aprovechado esa enorme ventaja que da el poder, el control del Presupuesto y del Bolet¨ªn Oficial del Estado, para marcar el debate con sus promesas de bajadas de impuestos y de cotizaciones. Faltan much¨ªsimos detalles, y ah¨ª estar¨¢ la clave, pero los debates se ganan o se pierden por otras cosas, por sensaciones.
El presidente ha colocado el debate en el escenario que quer¨ªa: la econom¨ªa, la mejor¨ªa, la bajada de impuestos. Aunque para ello haya tenido que hacer casi una abstracci¨®n de la realidad. Dicen los suyos que Rajoy est¨¢ feliz, que digan lo que digan las encuestas ¨Cque le siguen dando hundido y prev¨¦n, incluso las que maneja Pedro Arriola, que puede perder las europeas- ¨¦l est¨¢ convencido de que todo va a ir a mejor poco a poco y eso es suficiente para poner en marcha la poderosa maquinaria de comunicaci¨®n que tiene un Gobierno y un partido, el PP, que ha dado muestras en el pasado de saber vender una idea simple como aquel ¡°Espa?a va bien¡± que hizo a Aznar lograr una inesperada mayor¨ªa absoluta en 2000.
Rajoy sabe que una buena parte de la sociedad, la que sufre el paro, la que sufre los recortes en sanidad, educaci¨®n o servicios sociales, la que vive de cerca la realidad de la crisis, escucha indignada su visi¨®n optimista. ¡°Para los que esperan un puesto de trabajo, puede que les cueste apreciarlo, pero es una gran noticia que ya no estemos estancados, que no caminemos hacia la ruina¡±, admiti¨®. Pero no es esa parte de la sociedad la que electoralmente le preocupa. Esos dif¨ªcilmente le votar¨¢n despu¨¦s de lo que han sufrido y est¨¢n sufriendo. Rajoy ya est¨¢ en modo electoral y est¨¢ pensando en otros, en sus votantes, en los que le dieron la mayor¨ªa absoluta. Y a esos les tiene que dar esa visi¨®n optimista, esa idea de que todo ha valido la pena. ¡°Se palpan los resultados, se confirma el acierto de las medidas adoptadas, y encuentran justificaci¨®n los sacrificios¡±. Los suyos ten¨ªan tantas ganas de buenas noticias que incluso le aplaud¨ªan antes de que acabara de detallar las medidas de bajadas de impuestos.
Y esa es tal vez la clave pol¨ªtica del discurso. Obviar la parte negativa de la realidad, salvo algunas menciones obvias a los parados, para convencer a sus votantes de que todo ten¨ªa sentido. Rajoy, que ha improvisado constantemente, que ha hecho lo contrario de lo que iba prometiendo en varias ocasiones, que ha cometido errores importantes admitidos incluso en privado como el retraso del proceso de la nacionalizaci¨®n de Bankia, asegura ahora que todo estaba perfectamente dise?ado y no ha habido ning¨²n error. ¡°Nada ha sido por casualidad. Hicimos un diagn¨®stico certero. Sin disimulos ni paliativos. No nos hemos dejado nada fundamental en el tintero de las medidas para el empleo¡±.
Rajoy no ha esbozado ni siquiera un ¨¢pice de autocr¨ªtica. No ha llegado a lo que dijo la semana pasada en el Senado: ¡°Cuando yo llegu¨¦, nadie daba un duro por nosotros¡±. Pero ese era el mensaje al arranque del discurso con la lectura de titulares dram¨¢ticos de 2012. Todo era una reivindicaci¨®n de s¨ª mismo. Todo se ha hecho bien. Mientras su ministro de Econom¨ªa, Luis de Guindos, m¨¢s sincero, admite en Bruselas que la pol¨ªtica de recortes en Europa ha funcionado pero que la pol¨ªtica de est¨ªmulos de EE UU, por ejemplo, Rajoy no admite un solo error. Todo ha sido perfecto. ?l suele decir cuando le preguntan por qu¨¦ no hace autocr¨ªtica que "para eso ya hay muchos voluntarios". Como le critican, ¨¦l no lo va a hacer.
Rajoy se siente fuerte, y precisamente da muestras de esa fortaleza que se anime a hablar de corrupci¨®n, aunque por supuesto sin citar nunca a Luis B¨¢rcenas, como hizo el a?o pasado, con gran tranquilidad, como si ¨¦l fuera el gran adalid de la transparencia. Su mejor defensa en este caso es darle la vuelta al discurso. ¡°Ante las sombras, transparencia¡±, asegura quien ni siquiera ha querido explicar por qu¨¦ envi¨® un mensaje de apoyo a su extesorero cuando ya se sab¨ªa que ten¨ªa millones de euros en Suiza. Y lo ha podido hacer, sorprendentemente, sin que se armara un gran esc¨¢ndalo en la C¨¢mara, lo que da muestras de que el caso B¨¢rcenas va remitiendo al menos en su coste pol¨ªtico, porque hace unos meses Rajoy no podr¨ªa haber dicho esto sin que la bancada de la oposici¨®n le lanzara un sonoro abucheo.
Y tambi¨¦n pensando en su electorado, ese al que tiene tan enfadado, Rajoy ha reservado el final de su intervenci¨®n para un discurso patri¨®tico de defensa de la unidad nacional que ha logrado una ovaci¨®n, la mayor de todas, de los diputados del PP. ¡°No nos hemos inventado la unidad en una semana. Los espa?oles formamos parte de la misma naci¨®n desde hace siglos. Juntos estamos mejor¡±. Rajoy casi ha emocionado a los suyos al defender la unidad: ¡°Por eso queremos un pa¨ªs unido, para honrar nuestra historia y para garantizar nuestro futuro¡±. Como es habitual en ¨¦l, los problemas en su discurso no son tales, los conflictos se obvian si se pueden, y lo m¨¢s importante es recuperar la conexi¨®n con su electorado. Pero a¨²n queda mucho debate por delante.
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