Marruecos refuerza el control en los montes cercanos a Ceuta y Melilla
El Ej¨¦rcito alau¨ª intensifica la presencia militar junto a las dos fronteras
A Thierry Hermann le cuesta mantener el ojo izquierdo abierto. Tres cortes le atraviesan el entrecejo, la nariz y el carrillo. Heridas donde el ung¨¹ento casero, entremezclado con la primera costra brotada, trata de aliviar el dolor provocado por las concertinas de la valla de Melilla. Este camerun¨¦s de 23 a?os lleva en su rostro las secuelas de un infructuoso salto a la alambrada.
Ocurri¨® el pasado viernes, cuando otros 214 subsaharianos s¨ª consiguieron acceder al municipio. Fue la ¨²ltima entrada masiva, la mayor desde 2005. Pero Hermann no tuvo suerte. Y su desgracia continu¨® el s¨¢bado. ?l explica que la polic¨ªa marroqu¨ª rastre¨® el monte Gurug¨², encontr¨® su campamento y quem¨® y destroz¨® las chabolas donde duerme ¨¦l y otros subsaharianos. "Y me rompieron el brazo", apunta. Esto sucede a la vez que el reino alau¨ª, seg¨²n fuentes del Ministerio del Interior, ha reforzado el control en las zonas cercanas a las fronteras de los dos enclaves espa?oles del norte de ?frica.
Una medida adoptada a ra¨ªz del encuentro que mantuvieron el ministro Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz y su hom¨®logo marroqu¨ª, Mohamed Hassad, el pasado 20 de febrero con motivo del G-4 celebrado en Par¨ªs. Esa reuni¨®n, en solitario y de m¨¢s de dos horas, se produjo justo despu¨¦s de la tragedia de Tarajal, donde el pasado d¨ªa 6 murieron al menos 15 personas al tratar de alcanzar Ceuta, y la entrada de 150 inmigrantes en Melilla, el 17. Y en esa cita ambos acordaron intensificar la lucha contra la inmigraci¨®n irregular. Porque, aunque ya cooperaban, ese contacto directo entre ministros ¡ªque conversan telef¨®nicamente de manera frecuente¡ª ha devenido en que el "apoyo sea total", seg¨²n las mismas fuentes.
En el entorno de Melilla, por ejemplo, la polic¨ªa marroqu¨ª no est¨¢ para bromas. Ning¨²n periodista debe acceder al monte Gurug¨², donde se ocultan cientos de subsaharianos que sue?an con entrar a Espa?a. Las ¨®rdenes son claras. "Ah¨ª", se?ala con el dedo a las monta?as a sus espaldas un gendarme. "No se pueden hacer fotos", subraya, mientras exige la documentaci¨®n a los extranjeros occidentales que andan por la carretera P6209, a unos tres kil¨®metros del paso fronterizo de Beni Enzar. "Se necesita una autorizaci¨®n del Gobierno para subir", destaca otro polic¨ªa, en la nublada tarde del s¨¢bado.
Estas identificaciones se producen despu¨¦s de que, seg¨²n los subsaharianos, las fuerzas de seguridad alau¨ªes irrumpieran en su campamento a primera hora, los golpearan, destrozaran sus chozas y arrestaran a varios.
A m¨¢s de 390 kil¨®metros de all¨ª, en los montes que bordean Ceuta, Marruecos tambi¨¦n ha decidido incrementar su presencia militar para evitar que los inmigrantes se acerquen al vallado. Un refuerzo adoptado con la mirada puesta especialmente en el paso de Tarajal y el espig¨®n aleda?o, la zona m¨¢s vulnerable del per¨ªmetro fronterizo. Seg¨²n la informaci¨®n recibida por las autoridades espa?olas, al otro lado se han detectado movimientos de unas 700 personas, desplazadas hasta la bah¨ªa norte de la ciudad.
Adem¨¢s, ante esta presi¨®n migratoria sobre la valla de Ceuta ¡ªeso s¨ª, menor que en Melilla¡ª, Marruecos ha incrementado la presencia de sus Fuerzas Auxiliares (antidisturbios) junto a la ciudad aut¨®noma. En la frontera de Bab Sebta, aleda?a al Tarajal, hace meses que se colocaron vallas fijas para dificultar el acceso a la playa. Y El Faro de Ceuta revelaba esta semana la llegada a la zona de dos generales del Ej¨¦rcito alau¨ª, que se encargan de supervisar y organizar la presencia militar, reforzada con una compa?¨ªa en los ¨²ltimos d¨ªas y tras detectar a los subsaharianos. Las autoridades ceut¨ªes calculan que se concentran entre 1.500 y 2.000 inmigrantes para entrar en Espa?a entre la ciudad y T¨¢nger, a 70 kil¨®metros.
Con un deshilachado cepillo de dientes en la mano, Hermann narra en una cima del Gurug¨², c¨®mo camin¨® de su casa de Camer¨²n hasta Marruecos, donde lleva dos a?os y medio en los bosques. Y c¨®mo el pasado viernes le fallaron las fuerzas cuando casi pod¨ªa pisar la tierra so?ada, encaramado a la triple verja que cerca Melilla. "Ni s¨¦ las veces que he tratado de entrar en Espa?a. Pero volver¨¦ a intentarlo".
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