Bernab¨¦ S¨¢ez, toda una vida buscando a sus hermanos fusilados
Recuper¨® los restos de Dami¨¢n de una fosa con 133 cuerpos, pero le qued¨® Eusebio
Bernab¨¦ Sa¨¦z, nacido en Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), muri¨® el pasado mi¨¦rcoles en su casa de Logro?o, a los 89 a?os, despu¨¦s de haber conseguido cumplir la mitad de un deseo que ocup¨® toda su vida: recuperar los restos de sus dos hermanos, fusilados por falangistas el mismo mes de 1936, como su padre, el ¨²nico de los tres del que conoc¨ªa su ¨²ltimo destino (el cementerio de La Barranca, en la localidad riojana de Lardero). En agosto de 2012, con 88 a?os, los especialistas le dieron el 50% de la felicidad al rescatar de una fosa com¨²n en La Pedraja (Burgos) los restos de Dami¨¢n S¨¢ez, que yac¨ªa junto a otros 133 fusilados. ¡°Llevaba busc¨¢ndolo desde que tengo uso de raz¨®n. Ahora me falta Eusebio. Lo mataron en otro pueblo. Cuando lo encuentre, podr¨¦ estar tranquilo¡±, declar¨® entonces a este diario. Le falt¨® tiempo. Porque durante m¨¢s de 60 a?os nadie ayud¨® a los hijos y hermanos de fusilados como ¨¦l a buscar a sus muertos.
Tras asesinar a su padre y a sus dos hermanos, expulsaron al resto de la familia del pueblo. Un desconocido les ofreci¨® refugio en una caseta de campo, pero hasta all¨ª fue a buscarles un falangista apodado El Tuerto que arrastr¨® a Benita, la madre de S¨¢ez, hasta la plaza del Ayuntamiento para raparle la cabeza y obligarla a ingerir aceite de ricino. ¡°?Asesino! ?M¨¢tanos aqu¨ª a todos!¡±, le gritaba ella, desesperada. Sus cuatro hijos presenciaron la atroz escena. Bernab¨¦ ten¨ªa solo diez a?os.
Tras humillar a Benita, el falangista les meti¨® a todos en una camioneta que les llev¨® hasta otro pueblo con la prohibici¨®n de volver. Durmieron all¨ª, pero por la ma?ana, el alcalde se apresur¨® a decirles que no se pod¨ªan quedar y la familia se puso a caminar hasta que se instalaron en Treviana y all¨ª Benita empez¨® a trabajar en la siega, y su hijo mayor, de 13 a?os, la ayudaba. De esta peregrinaci¨®n y noches bajo puentes, escribi¨® S¨¢ez un libro titulado Desterrados por el franquismo.
El salario no les daba para mantener a toda la familia. Pasaban hambre. Muchos a?os despu¨¦s, Bernab¨¦ lo recordaba entre l¨¢grimas, con verdaderos remordimientos: ¡°Yo quer¨ªa darle a mi madre una vida mejor, una comida mejor... y empec¨¦ a robar. Nos lo hab¨ªan quitado todo. Nunca rob¨¦ otra cosa que comida en casas, en tiendas...¡±.
Fue detenido, entr¨® y sali¨® de la c¨¢rcel en Madrid, en Gij¨®n, en Santander... y cuando ya hab¨ªa terminado de cumplir su condena le enviaron dos a?os m¨¢s a un batall¨®n disciplinario en El Aai¨²n por deserci¨®n. Qued¨® libre en 1962. ¡°Jam¨¢s, jam¨¢s volv¨ª a robar a nadie¡±, repet¨ªa.
Poder enterrar los restos de su hermano Dami¨¢n junto a los de su padre fue una de las pocas satisfacciones que Bernab¨¦ S¨¢ez tuvo en una vida muy dif¨ªcil. Dami¨¢n ten¨ªa solo 22 a?os cuando los falangistas le fusilaron. Tras el asesinato de su padre hab¨ªa hu¨ªdo al monte, pero un d¨ªa baj¨® al pueblo y le detuvieron. Se lo llevaron a la prisi¨®n de Burgos y de ah¨ª, a la fosa. ¡°Lo mataron por ser de izquierdas. Era un trabajador del campo que adem¨¢s limpiaba botas en el caf¨¦ de Santo Domingo de la Calzada¡±, relat¨® S¨¢ez a este diario. Bernab¨¦ llev¨® su caja de limpiabotas a la emocionante ceremonia en la que en 2012 pudo reunir los restos de su padre y de Dami¨¢n.
Dos a?os antes hab¨ªa escrito a un diario riojano: ¡°Tengo 84 a?os y no quisiera morirme sin saber d¨®nde se encuentran los restos de mis dos hermanos asesinado. (...) Mi madre ya muri¨® y dos de mis hermanos peque?os tambi¨¦n. Pero existe un sufrimiento dif¨ªcil de explicar que se va larvando en mi interior y que se engrandece conforme pasan los a?os. Un dolor que solo se paliar¨¢ cuando sepa el paradero de mis hermanos asesinados. ?Puede alguien ayudarme?¡±.
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