Una generaci¨®n que no se puede perder
Los j¨®venes constituyen, sin duda, el sector de nuestra sociedad m¨¢s duramente castigado por la actual crisis econ¨®mica. En su caso, el destrozo sobrevenido no afecta solo a su presente sino ¡ªlo que es infinitamente m¨¢s grave¡ª a su futuro: son sus perspectivas profesionales y vitales colectivas las que han saltado por los aires.
Lo saben: son conscientes de que van a constituir, por primera vez en mucho tiempo, una generaci¨®n que vivir¨¢ peor que la de sus padres y que tendr¨¢n muchas menos probabilidades que estos de conseguir, en su vida, las cosas que les gustar¨ªa lograr. Pero ello no les aboca a la amargura, al derrotismo o al cinismo. Tampoco a la rebeld¨ªa violenta. Mantienen la templanza y un entusiasta optimismo. Se trata, en conjunto, de una generaci¨®n demasiado bien preparada para aceptar an¨¢lisis de situaci¨®n toscamente simplistas. Tienen sus diagn¨®sticos y propuestas. Piensan que la econom¨ªa funciona mal, pero creen saber por qu¨¦ (ausencia de un adecuado control pol¨ªtico sobre la misma y sobre las ingenier¨ªas financieras) y lo que exigen no es su voladura, sino su urgente reparaci¨®n.
Son j¨®venes demasiado bien preparados como para aceptar an¨¢lisis de situaci¨®n simplistas
Est¨¢n muy decepcionados con la forma en que funciona nuestro sistema pol¨ªtico: pero creen en la democracia (es decir, en el pluralismo, en la discusi¨®n, en la negociaci¨®n y en el pacto), en la necesidad de los partidos pol¨ªticos. Y, sobre todo, a?oran el ¡°esp¨ªritu de la Transici¨®n¡±, algo que, sin haber conocido de primera mano, consideran un capital pol¨ªtico esencial fr¨ªvolamente despilfarrado por los actuales actores de la escena p¨²blica. Y lo que exigen a estos es que lo recuperen y que reformen nuestra vida pol¨ªtica haci¨¦ndola m¨¢s abierta, flexible y transparente.
Su objetivo no es, precisamente, la toma del Palacio de Invierno, sino una regeneraci¨®n democr¨¢tica profunda, en l¨ªnea con lo que nuestra sociedad fue capaz de llevar a cabo en la segunda mitad de los setenta y en los primeros ochenta del pasado siglo. De ah¨ª, sin duda, la llamativa buena evaluaci¨®n que les merece la figura de Adolfo Su¨¢rez, que para ellos ha pasado a simbolizar lo mejor de aquel momento auroral de nuestra democracia.
Intelectualmente, son m¨¢s republicanos que mon¨¢rquicos; pero, preferencias te¨®ricas aparte, prima en ellos un planteamiento pragm¨¢tico de la cuesti¨®n, y agradecen y aceptan lo que perciben como el doble legado del rey Juan Carlos: haber hecho posible la actual democracia y haber consolidado la Corona de cara al futuro inmediato. A esto ¨²ltimo contribuye adem¨¢s, de forma clara, la mayoritaria evaluaci¨®n positiva que les merece el pr¨ªncipe Felipe.
Re¨²nen las condiciones para revitalizar una sociedad desconcertada como la espa?ola
No son antirreligiosos (y, menos a¨²n, anticlericales): consideran la religi¨®n ¡ªy concretamente, la Iglesia cat¨®lica¡ª como algo ajeno a sus vidas. Tan solo un 10% se define como cat¨®lico practicante (si bien, al mismo tiempo, suponen un 48% adicional quienes dicen considerarse poco o no practicantes pero cat¨®licos al fin). Lo que parece no interesarles es la forma en la que se expresa, desde hace ya decenios, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica espa?ola: la prueba es que, cuando emerge una figura religiosa con nuevo lenguaje y modales, como es el caso del papa Francisco, inmediatamente obtiene entre ellos una clara evaluaci¨®n positiva y un masivo apoyo a sus propuestas.
Por ¨²ltimo ¡ªy para cerrar este retrato robot apresurado, basado en el amplio sondeo de Metroscopia para este peri¨®dico¡ª, hay que destacar que nuestros actuales j¨®venes constituyen una generaci¨®n que sabe integrar y compatibilizar, con naturalidad, identidades nacionales y culturales m¨²ltiples: se sienten, a la vez, y con similar intensidad, localistas y cosmopolitas, de su pueblo o regi¨®n y ciudadanos del mundo. Quiz¨¢ por ello, la perspectiva de buscar salida en otros horizontes no se les aparece como un desgarro emocionalmente traum¨¢tico: cuando ninguna tierra resulta realmente ajena no es esperable la sensaci¨®n de desarraigo.
Es esta una generaci¨®n que re¨²ne todas las condiciones necesarias para revitalizar una sociedad ¡ªcomo es en estos momentos la espa?ola¡ª desconcertada, sin liderazgos reconocidos y sin horizontes comunes claros, pero que anhela ¡ªy necesita con urgencia¡ª un nuevo relanzamiento. Es una generaci¨®n, en suma, que no podemos perder.
Jos¨¦ Juan Toharia es presidente de Metroscopia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.