Siete apellidos vascos
Los hijos de P¨¦rez hablan euskera y votan PNV o Bildu
Al borde de la entra?able espa?olada que cierra la pel¨ªcula, ya de vuelta en Sevilla, el protagonista pronuncia un hiriente juicio sobre lo vasco: ¡°?Aquello no tiene ni puta gracia!¡±. El exabrupto pasa inadvertido en el marco de la cascada de situaciones jocosas que se suceden en la obra, pero supone una estimaci¨®n err¨®nea. Existe una tradici¨®n de humor vasco que precisamente Ocho apellidos vascos viene a culminar, y que encuentra un antecedente magn¨ªfico en la serie ?Vaya semanita!, de sus mismos guionistas, los giputxis Borja Cobeaga y Diego San Jos¨¦. Sofocada durante las d¨¦cadas de plomo por ETA, pudo detectarse anteriormente en los cuentos recogidos por Azkue y sobre todo en los versos del poeta popular decimon¨®nico Vilinch (Indalecio Vizcarrondo), tan estimado por Unamuno y Julio Caro Baroja. Cada vez que veo u oigo a Egibar, como antes a Ibarretxe, pienso en su epigrama ¡°Domingo Kanpa?a¡±. Una cr¨ªtica de agridulce realismo.
Muy adecuada para los tiempos actuales de reconciliaci¨®n, m¨¢s all¨¢ del terror, donde el vasco regresa al t¨®pico de ser bonach¨®n, ingenuo, pero tambi¨¦n desconfiado e intransigente (y con la camisa a cuadros del estupendo Karra Elejalde, en ejemplar peneuvista), e incluso los pasmados de la kale borroka son los mismos inofensivos batasunis de ?Vaya semanita! Ni siquiera falta Clemente, el exfutbolista abertzale zamorano. ?Por qu¨¦ no borrar las murallas imaginarias y disfrutar de la pluralidad cultural?
Pero no todo es broma. Hoy ya el culto al apellido no es lo que era. En el fondo desde 2001, cuando la inesperada victoria nacionalista apag¨® la ¨²ltima oleada de xenofobia antiespa?ola, vigente a¨²n en los exabruptos de Arzalluz y en el art¨ªculo Los invasores del director de Egin, que recuperaba la descalificaci¨®n sabiniana contra los trabajadores inmigrados, destructores de la naci¨®n vasca. Hoy los hijos de P¨¦rez hablan euskera y votan cada vez m¨¢s PNV o Bildu (lo veremos en ?lava). Lo cual no equivale al logro de la integraci¨®n pol¨ªtica.
El nacionalismo sabiniano fue la respuesta de las ¨¦lites aut¨®ctonas a la inmigraci¨®n obrera y a la alternativa de poder llegada ¡°de fuera¡± con la industrializaci¨®n. Nacionalismo biol¨®gico, no ¨¦tnico: el de los ocho apellidos. Y gan¨® la apuesta. Con un 50% o m¨¢s de la poblaci¨®n vasca cuyo primer apellido es castellano, el 80% de parlamentarios de PNV y Bildu llevan uno, la mayor¨ªa los dos, apellidos vascos. Siete de nueve miembros en el Gobierno vasco. No cuentan los electores, sino la hegemon¨ªa del nacionalismo.
El objetivo independentista mantiene su presi¨®n, pero la crisis econ¨®mica hace ver que nada hay mejor que un concierto econ¨®mico que transfiere miles de millones anualmente a Euskadi. Por eso Urkullu no est¨¢ dispuesto a seguir la senda de Mas.
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