125 pasos para una emboscada
Madre e hija mantuvieran dos a?os firme la idea de matar a Carrasco sin que una disuadiera a la otra
Le¨®n es una ciudad peque?oburguesa con tasas de criminalidad bajas, conclusi¨®n que tiene una explicaci¨®n sencilla a juicio de los crimin¨®logos: es una capital envejecida. Y no habiendo terribles sucesos en la memoria colectiva, el caso del asesinato de la presidenta Isabel Carrasco tardar¨¢ d¨¦cadas en ser olvidado. Dos mujeres, madre e hija, participan de una idea circular obsesiva de matar, planifican durante tiempo (dos a?os, seg¨²n algunas fuentes) un crimen que tiene el aire de una emboscada.
Ambas comulgan de una ¡°idea t¨®xica¡± que se retroalimenta y, lo m¨¢s sorprendente, ninguna le quita la idea a la otra. A los crimin¨®logos consultados les llama la atenci¨®n que sea un asunto que afecta a cuatro mujeres (una de ellas imputada pero no detenida) y a tres polic¨ªas (el marido y padre, el polic¨ªa jubilado que las identifica y la polic¨ªa local). La v¨ªctima era el personaje m¨¢s poderoso de Le¨®n, una mujer que ejerci¨® un f¨¦rreo liderazgo en un entorno de hombres.
Isabel Carrasco pasaba casi todos los lunes por la sede del PP en Le¨®n. Era el d¨ªa que no sol¨ªa fallar, pero no ten¨ªa una rutina ni un horario establecido y mucho menos durante la campa?a electoral. Generalmente no fallaba el lunes por la tarde, pero pod¨ªa ir por cualquier medio y desde cualquier lugar que no fuera su casa.
El fat¨ªdico lunes asisti¨® a una comida en el hotel Conde Luna y luego decidi¨® dirigirse a su domicilio para cambiarse de ropa. Cuando baj¨® a la calle para acudir a la sede del Partido Popular, que se encuentra al otro lado del r¨ªo, rechaz¨® la invitaci¨®n de su compa?ero para ir en moto. ¡°No, que me despeino con el casco¡±, coment¨® al lado de unas vecinas. Y decidi¨® ir andando. Dio los ¨²ltimos pasos de su vida, probablemente entre 120 y 125, porque era una mujer de baja estatura, hasta el lugar donde encontr¨® la muerte, en el puente sobre el r¨ªo Bernesga.
As¨ª que, probablemente, el lunes era el d¨ªa m¨¢s seguro del plan establecido.
Montserrat Gonz¨¢lez (55 a?os) y Montserrat Triana Mart¨ªnez (35) estaban esperando, como llevaban haci¨¦ndolo muchos d¨ªas, confiando en que ese puente lo cruzara a pie, porque hab¨ªan decidido que en ese punto podr¨ªan matarla.
Habr¨ªan estudiado itinerarios y rutinas, pero Isabel Carrasco era mujer de mucha actividad, de improvisaci¨®n y muy de estar rodeada de gente. ¡°No es banal esa elecci¨®n, elegir un puente que es una pasarela de dos metros de ancho¡±, dice el crimin¨®logo y expolic¨ªa leon¨¦s Ricardo Magaz, ¡°porque el escenario es el propio de una emboscada. Es un sitio ideal porque la v¨ªctima puede ser sorprendida por la espalda y facilita la labor del verdugo¡±.
Esos 125 pasos se recorren en apenas dos minutos. Madre e hija ten¨ªan una idea obsesiva, circular, viv¨ªan en ¡°un proceso delirante compartido¡±. ¡°No ten¨ªan prisa y llevaban estudiando la ejecuci¨®n¡±, se?ala Ricardo Magaz.
¡°Por mi hija hago lo que sea¡±
La determinaci¨®n de Montserrat Gonz¨¢lez, una mujer de 55 a?os, ama de casa, natural de un pueblo vecino de la capital leonesa, Carrizo de la Ribera, una mujer de clase media, altiva y fr¨ªa, es el aspecto que m¨¢s ha sorprendido a los investigadores del asesinato de la presidenta de la Diputaci¨®n de Le¨®n, Isabel Carrasco.
Montserrat, que ha confesado su crimen, no ha dejado de mostrarse como una persona firme, tanto en las primeras horas de la detenci¨®n, cuando se neg¨® a colaborar, como cuando empez¨® a reconocer los hechos. ¡°Yo por mi hija hago lo que sea¡±, dijo en la comisar¨ªa de polic¨ªa la segunda noche tras la detenci¨®n. La madre termin¨® describiendo el sufrimiento de Monserrat Trinidad Mart¨ªnez, su hija, aludi¨® a su adelgazamiento en los ¨²ltimos tiempos y a que necesitaba pastillas para dormir. Mostr¨® su instinto protector (¡°dejarla en paz, ella no tiene culpa de nada¡±) y reconoci¨® el odio que profesaba hacia la todopoderosa l¨ªder del PP leon¨¦s Isabel Carrasco.
?C¨®mo un ama de casa es capaz de comportarse con la frialdad de un verdugo?
Los crimin¨®logos consultados por este peri¨®dico creen que este es uno de los grandes interrogantes del caso y para ello sit¨²an el centro de atenci¨®n en la madre.
¡°Hay una obsesi¨®n enfermiza, un odio, un rencor, elementos paranoides que pueden revelar una patolog¨ªa¡±, explica Andr¨¦s Pueyo. ¡°Se aprecia un odio larvado por parte de la madre¡±, se?ala por su parte Ricardo Magaz, ¡°que se comporta como el macho alfa del plan¡±.
¡°Pero hay un componente muy extra?o en este caso¡±, apunta Andr¨¦s Pueyo, crimin¨®logo y catedr¨¢tico de psicolog¨ªa forense: ¡°Parece claro que la idea de matar se mantiene sin que una le haya quitado esa idea a la otra. Ambas se contaminan de una idea t¨®xica. Una, que parece ser la madre, toma las riendas y la otra es intoxicada. Y eso permanece en el tiempo. Porque esto no es como decir, acomp¨¢?ame que vamos de compras¡±.
Seg¨²n se?alaron fuentes de la Diputaci¨®n de Le¨®n, Isabel Carrasco hab¨ªa reforzado las medidas de seguridad en la sede de la instituci¨®n. Se hab¨ªan dispuesto tres filtros, incluso buena parte de los funcionarios ten¨ªan que entrar por una puerta lateral y en el acceso a su despacho hab¨ªa colocado seguridad. Sin embargo, por Le¨®n se mov¨ªa sin protecci¨®n, como sucedi¨® el lunes 12 tanto antes de acudir a la comida como durante sus ¨²ltimas horas de vida.
Madre e hija la esperaban. Armadas con un rev¨®lver Taurus del calibre 38, porque hab¨ªan desechado para esta acci¨®n una pistola. ¡°La elecci¨®n del arma tiene su importancia. Para gente no experimentada, el rev¨®lver es m¨¢s seguro, m¨¢s f¨¢cil de manejar y nunca se atasca¡±, aclara Magaz. En uno de los tres ordenadores de Triana Mart¨ªnez hay detalles de visitas a p¨¢ginas sobre armamento. Otra se?al de una determinaci¨®n absoluta. Y, luego, est¨¢ la obtenci¨®n del armamento y su munici¨®n, al parecer a trav¨¦s de un drogadicto en Asturias. ¡°Ese es un aspecto muy sorprendente para dos personas que no tengan relaci¨®n con el mundo del hampa, con los bajos fondos. Sin embargo, en este caso ellas se mueven en un entorno policial por la profesi¨®n del marido y padre y por la amistad con una polic¨ªa local. Ese conocimiento no es tan extra?o en domicilios de polic¨ªas porque el conocimiento de esos entornos forman parte del contexto en el que viven¡±.
Dispararon tres balas. Dos de ellas fueron para rematar a la v¨ªctima en el suelo y mortales de necesidad. Actuaron con la pericia de un sicario, lo cual puede revelar un manejo de las armas. En casos parecidos, las mujeres contratan un hombre, un sicario, para que realice la ejecuci¨®n. Pero no fue el caso.
¡°Sin embargo, esa facilidad para darle muerte, se volvi¨® en su contra.?No prepararon un plan de fuga¡±, se?ala Magaz. ?Por qu¨¦? ¡°La preparaci¨®n del crimen es importante pero lo m¨¢s relevante es la salida de la situaci¨®n, el plan de fuga, y eso es lo que los profesionales planifican m¨¢s. Lo que hacen es muy burdo. Eso revela el nivel de obcecaci¨®n, que te impide ver m¨¢s all¨¢. Simplemente quer¨ªan hacer justicia¡±, responde Andr¨¦s Pueyo.
No tomaron en consideraci¨®n que pod¨ªan ser reconocidas por cualquiera, a una hora, las cinco de la tarde, que coincide con la salida de los colegios y con gente paseando por la ribera del r¨ªo. Actuaron como gente ordenada de una capital tranquila, como es Le¨®n. Aparcas, pagas y, tras ejecutar a tu v¨ªctima, retiras el coche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.