Otro rey para superar la crisis
Los historiadores ven en la abdicaci¨®n una respuesta para detener el desapego hacia la monarqu¨ªa
Cuando Kissinger pregunt¨® a Mao en 1972 por la Revoluci¨®n Francesa, el dirigente chino respondi¨®: ¡°Es demasiado pronto para juzgar¡±. La abdicaci¨®n de Juan Carlos I ocupar¨¢ su sitio hist¨®rico definitivo dentro de a?os, pero algunos historiadores ya anticipan que la medida es una respuesta para preservar la instituci¨®n y frenar el deterioro que ha sufrido la Corona en los ¨²ltimos tiempos. Un nuevo Rey para salir de la crisis. Como se?ala Sebastian Balfour, profesor em¨¦rito de Historia Contempor¨¢nea Espa?ola en la London School of Economics, ¡°la transcendencia de la abdicaci¨®n ofrece dos aspectos. Llega en un momento de crisis de legitimidad de la monarqu¨ªa, seg¨²n revelan los sondeos, y es un intento de renovar la imagen del monarca a trav¨¦s de la sucesi¨®n. En segundo lugar, Juan Carlos I es el ¨²ltimo emblema de un proceso que ha sido mitificado y que, en realidad, fue mucho m¨¢s complejo y multitudinario que la narrativa personalista y elitista que predomina¡±.
¡°Cierra un periodo hist¨®rico¡±, sostiene Jos¨¦ ?lvarez Junco, catedr¨¢tico de Historia en la Complutense y premio Nacional de Ensayo en 2002 por Mater Dolorosa. La idea de Espa?a en el siglo XIX. ¡°Juan Carlos hab¨ªa conseguido establecer un prestigio inesperado para la monarqu¨ªa. En los ¨²ltimos tiempos hab¨ªa sufrido una serie de esc¨¢ndalos y con su salida, consciente de su debilidad, cierra un periodo. El desaf¨ªo para el futuro rey es que conseguir prestigiar una instituci¨®n en este momento en que el prestigio de todas las instituciones est¨¢ por el suelo¡±.
La abdicaci¨®n de Don Juan Carlos, seg¨²n los historiadores consultados, abre un debate sobre el sistema pol¨ªtico instaurado tras la muerte de Franco; pero tambi¨¦n sobre lo que representa para el futuro de la monarqu¨ªa y los cambios a los que deber¨¢ someterse. ¡°Es un s¨ªntoma claro de la forma en que los usos democr¨¢ticos ¡ªentre ellos, la importancia de responder ante la opini¨®n p¨²blica y la responsabilidad de estar en condiciones de hacer bien una tarea de servicio p¨²blico¡ª ha impregnado los usos de la monarqu¨ªa¡±, se?ala Isabel Burdiel, catedr¨¢tica de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad de Valencia y premio Nacional de Historia por su biograf¨ªa de Isabel II, tatarabuela de Juan Carlos I y una de los pocos monarcas espa?oles que abdic¨®. Aunque sus circunstancias nada tengan que ver con las actuales: Isabel II renunci¨® a la Corona en 1870 en Par¨ªs, dos a?os despu¨¦s de exiliarse, en favor de su hijo Alfonso XII. Burdiel, gran conocedora de las vicisitudes de los Borbones, aprecia la amplitud de miras del Rey. ¡°La instituci¨®n est¨¢ demostrando su flexibilidad para adaptarse a entornos cambiantes. M¨¢s en concreto, demuestra la inteligencia del Rey y de su entorno, para advertir lo mucho que se est¨¢ jugando la instituci¨®n. Me alegra porque la inteligencia a largo plazo, frente a la astucia y el regate en corto, no son habituales ni entre nuestra clase pol¨ªtica, ni lo han sido hist¨®ricamente entre los Borbones¡±.
A juicio del hispanista franc¨¦s Joseph Perez, reciente premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales, la decisi¨®n del monarca abre un nuevo periodo ¡°porque en 1975 no fue una restauraci¨®n, fue una instauraci¨®n decidida por Franco¡±. Perez, experto en el Siglo de Oro, la Inquisici¨®n y en Carlos V, prosigue: ¡°La llegada al trono de Juan Carlos no fue dentro de un proceso normal. El rey ha logrado forjar una monarqu¨ªa democr¨¢tica con la ayuda de los pol¨ªticos. Lo que viene ahora va a ser otra cosa; ser¨¢ una sucesi¨®n natural, a diferencia de la llegada al trono de Juan Carlos. Se abre una etapa nueva en la historia de Espa?a en la que Felipe tiene que seguir siendo el rey de todos los espa?oles. Tendr¨¢ que demostrarlo y no va a ser f¨¢cil¡±.
El historiador ?ngel Vi?as, autor de estudios clave sobre la econom¨ªa y la pol¨ªtica exterior bajo el franquismo, se?ala: ¡°Desde el punto de vista de un r¨¦gimen mon¨¢rquico la abdicaci¨®n es, salvo el deceso, el acontecimiento m¨¢s importante. En el caso espa?ol es, adem¨¢s, m¨¢s importante que el de Holanda o B¨¦lgica porque la figura del Rey es objeto de contestaci¨®n popular muy importante. Hubiera hecho un mal servicio a la Corona si hubiera seguido¡±.
Similar valoraci¨®n realiza Carlos Forcadell, presidente de la Asociaci¨®n de Historia Contempor¨¢nea, que destaca la trascendencia de la abdicaci¨®n. Y su necesidad. ¡°En la Espa?a de hoy lo es m¨¢s, si cabe, en un momento en el que se perciben signos de agotamiento de un sistema pol¨ªtico cuyo envejecimiento ha sido paralelo al del titular de la Corona. Es un hecho hist¨®rico necesario por los factores de transformaci¨®n y cambio que pueda favorecer, tambi¨¦n para la propia monarqu¨ªa que, con su renuncia, queda desvinculada de su persona¡±.
Los especialistas discrepan a la hora de enjuiciar si la renuncia abre una nueva etapa hist¨®rica. ¡°Es un cambio continuista, en el sentido de que el orden legal establecido durante la Transici¨®n perdura¡±, opina Balfour, autor de varios libros sobre la Espa?a del siglo XX. ¡°Si la abdicaci¨®n viene acompa?ada de una sucesi¨®n normal no es un hito¡±, asegura Jos¨¦ Enrique Ruiz Domenech, catedr¨¢tico de Historia Medieval en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y autor de la obra de referencia Europa, las claves de su historia. ¡°Ahora viene un monarca m¨¢s joven, menos contaminado pero tambi¨¦n m¨¢s fr¨¢gil. Es pronto para medir la transcendencia porque si cuaja la idea de convocar un refer¨¦ndum, como el de Italia tras la II Guerra Mundial, entonces s¨ª ser¨ªa un hecho hist¨®rico. Un cambio de monarca en s¨ª no es un hito, pero si genera desacuerdos puede provocar ese hito¡±.
Quienes defienden la teor¨ªa de la continuidad se basan en que se trata de una sucesi¨®n dentro del orden din¨¢stico previsto, independientemente de los motivos por los que se retira, y dentro de la Constituci¨®n de 1978. Los que creen que s¨ª se inicia un nuevo periodo se apoyan tanto en la forma excepcional en que el Rey accedi¨® al trono como en su papel en la consolidaci¨®n de la democracia. ¡°Es una etapa de transici¨®n, no se trata de una ruptura hist¨®rica, porque hay continuidad aunque ahora llega una persona que tiene su propio criterio¡±, afirma Carmen Iglesias, catedr¨¢tica de Historia de las Ideas en la Universidad Complutense y preceptora del Pr¨ªncipe. ¡°La nueva etapa exige una persona preparada, con sensibilidad pol¨ªtica y humana. Pero creo que en 1975 se abri¨® una etapa con una monarqu¨ªa parlamentaria. Lo que ocurra ahora sigue dentro de esa etapa¡±.
¡°Como historiador, siempre he considerado m¨¢s importantes los acontecimientos imprevisibles¡±, se?ala por su parte Miguel Artola, catedr¨¢tico jubilado de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, uno de los maestros de la historiograf¨ªa espa?ola, premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1991. ¡°Existe la tentaci¨®n de decir que marca una ¨¦poca hist¨®rica, pero creo que es un tr¨¢mite, previsto por la Constituci¨®n. El sistema va a continuar, va a seguir siendo una monarqu¨ªa parlamentaria, un cambio en este sentido s¨ª ser¨ªa decisivo. No se trata de un cambio en el sistema porque el rey tiene un papel muy limitado en las decisiones claves sobre el pa¨ªs porque es una monarqu¨ªa parlamentaria y es el Parlamento el que toma las decisiones¡±.
Mercedes Cabrera, catedr¨¢tica de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Pol¨ªticos y Sociales de la Universidad Complutense y exministra socialista de Educaci¨®n, cree que, m¨¢s all¨¢ de cualquier otra consideraci¨®n sobre su lectura hist¨®rica, ¡°es un acontecimiento¡±. ¡°No suena a un relevo, sino a un relevo en un contexto pol¨ªtico de cambio y en circunstancias dif¨ªciles¡±, agrega.
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