Seguir igual, acabar fatal
El empe?o en legitimar al Pr¨ªncipe con una mayor¨ªa parlamentaria del 90% que, por irreal, se distancia m¨¢s de la opini¨®n ciudadana, genera desconfianza
En la sociedad de la informaci¨®n los acontecimientos desaparecen por salto de pantalla. La renuncia de Rubalcaba sirvi¨® de tapadera para que el PP pudiera minimizar su desastre electoral, y ahora la abdicaci¨®n del Rey saca la crisis socialista de las portadas y deja en el olvido el incidente del juez L¨®pez, que ha tenido que renunciar al Constitucional. Los problemas siembran. Y tarde o temprano rebrotan. La crisis pol¨ªtica exist¨ªa ayer y existir¨¢ ma?ana, aunque sea con nuevo Rey.
Unas instituciones viejas y desgastadas necesitan un baldeo, que pasa sin duda por la sustituci¨®n de personas y por las reformas legales, pero sobre todo por un cambio de actitud. El Rey ha dado el primer paso. Al deterioro manifiesto de la Corona ha respondido con la abdicaci¨®n. ?Y el resto? El fervor reformista que ha seguido a la abdicaci¨®n del Rey, tiene una clamorosa ausencia: el PP y ciertos medios de la derecha. Parece que las se?ales del 25-M no han sido suficientes para despertar a Rajoy. Necesita mayor castigo.
Se impone la sospecha
de que los dos grandes partidos siempre se pondr¨¢n de acuerdo para mantener la situaci¨®n
El desd¨¦n del presidente, ¡°el que quiera la Rep¨²blica que intente cambiar la Constituci¨®n¡±; el cierre de filas del PSOE con la Monarqu¨ªa; el empe?o en legitimar al Pr¨ªncipe con una mayor¨ªa parlamentaria del 90% que, por irreal, se distancia m¨¢s de la opini¨®n ciudadana, generan desconfianza. Se impone la sospecha de que los dos grandes partidos siempre se pondr¨¢n de acuerdo para poner barreras al crecimiento de otros competidores, para defender el modelo de Estado (la Monarqu¨ªa frente a la Rep¨²blica) y la organizaci¨®n territorial (nacional frente a plurinacional), para que el poder ejecutivo prevalezca sobre los otros poderes, para banalizar la cuesti¨®n de la corrupci¨®n.
La agenda reformista deber¨ªa empezar por abrir el juego ¡ªes decir, el espacio y los mecanismos de representaci¨®n¡ª, sin miedo a pasar del bipartidismo imperfecto al pluripartidismo real; por garantizar la separaci¨®n de poderes; por asumir el car¨¢cter plurinacional de Espa?a; por redistribuir el poder de manera m¨¢s eficiente, resolviendo el desajuste de un sistema muy descentralizado en el gasto y muy poco en la decisi¨®n pol¨ªtica; por desarrollar la cultura de la funci¨®n p¨²blica y la defensa de un Estado de bienestar en riesgo; por romper la promiscuidad entre pol¨ªtica y dinero (no hay corrupto sin corruptor); en suma, por volver a la pol¨ªtica. Escudarse en el fatalismo econ¨®mico ¡ªno hay alternativa¡ª y evitar el debate y la negociaci¨®n convirtiendo en jur¨ªdicos problemas que son pol¨ªticos, deslegitima a los gobernantes y lesiona a la justicia. Toda reforma de verdad afecta al reparto del poder. Los que lo tienen se resisten. ¡°Todo va a seguir igual¡±, ha dicho la reina Sof¨ªa, que quiz¨¢s capte mejor que otros las inercias del sistema. S¨®lo que si todo sigue igual, acabar¨¢ fatal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.