Una vida con peso y con ra¨ªz
El d¨ªa 24 de septiembre de 1980, en que se constituy¨® la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias, cuando los Reyes y el Pr¨ªncipe --que entonces ten¨ªa 12 a?os--se dirig¨ªan a sus habitaciones del Hotel de la Reconquista de Oviedo, al final de una jornada feliz e inolvidable, don Juan Carlos jugueteaba con su hijo. De improviso, le ech¨® una zancadilla, que ¨¦ste salv¨® sin dificultad y con una sonrisa. Sabino Fern¨¢ndez Campo, entonces secretario general de la Casa de Su Majestad, escuch¨® al Rey decir que otros problemas mayores le esperaban al Pr¨ªncipe y que esperaba que los salvase con la misma capacidad y destreza.
Recuerdo esta an¨¦cdota no peque?a estos d¨ªas en que aguardamos con tanta esperanza la proclamaci¨®n del pr¨ªncipe Felipe como Rey, y recuerdo tambien unas palabras de Ortega. Dicen que la vida debe estar siempre puesta al servicio de "una empresa gloriosa o humilde, a un destino ilustre o trivial. Pero si esa vida solo a m¨ª me importa, si no est¨¢ entregada a algo, caminar¨¢ desvencijada, sin tensi¨®n y sin forma... ser¨¢ una vida sin peso y sin ra¨ªz¡±.
As¨ª entiendo, tras m¨¢s de 30 a?os de tener el honor y el privilegio de estar no pocas horas cerca de ¨¦l, la trayectoria vital de Don Felipe hasta llegar aqu¨ª y el compromiso con que asume la alta responsabilidad hist¨®rica que la vida ha puesto en su camino. Una trayectoria puesta sin reserva ni sin eludir sacrificios en la tarea de servir a Espa?a y a los espa?oles. Una tarea que ¨¦l mismo ha calificado de apasionante, inculcada por sus padres. Educado as¨ª para servir, para el compromiso y la solidaridad, el Pr¨ªncipe hace honor a aquella m¨¢xima de Erasmo de Rotterdam seg¨²n la cual ¡°no hay cosa que m¨¢s adentro penetre y se adhiera con tenacidad mayor como las semillas que se plantan en el amanecer de la vida¡±.
El pr¨ªncipe de Asturias cree sin reserva ni duda en Espa?a y en los espa?oles, en la riqueza de su diversidad y en los valores que la dignifican y defienden. Conf¨ªa con la misma fuerza en su mejor futuro, cuya historia conoce en profundidad; no duda en nuestras posibilidades de alcanzar las mejores metas pues, como afirm¨® el a?o pasado en su discurso en el Teatro Campoamor de Oviedo con motivo de la entrega de los premios que llevan su nombre, ¡°los hombres y mujeres de Espa?a han hecho frente con gran coraje a la adversidad y han mostrado una capacidad de sacrificio fuera de toda duda. Son muchos, son millones los espa?oles que cada d¨ªa batallan para salir adelante con honestidad, con esfuerzo, con valent¨ªa y con humildad; ellos son los que realmente hacen de Espa?a una gran naci¨®n que vale la pena vivir, y querer, y por la que merece la pena luchar¡±.
En este momento tan trascendental de su vida, cobran especial relevancia algunas de las afirmaciones que ha hecho en sus discursos de Oviedo, pues considera a la fundaci¨®n y a los premios profundamente unidos a su destino. Fue all¨ª donde dijo que quer¨ªa que fueran ante el mundo una gran obra de los espa?oles unidos. Esta imagen de unidad en el reconocimiento a los mejores, este apoyo a la cultura y a la ciencia, a la solidaridad y a la concordia, es tambi¨¦n un elemento fundamental de la educaci¨®n recibida por el Pr¨ªncipe e iniciada por su padre, el Rey, como bien claramente expres¨® el poeta Jos¨¦ Hierro cuando en 1981, meses despu¨¦s del intento de golpe de Estado de Tejero, recogi¨® el galard¨®n de las Letras: ¡°Vuestra Majestad no pregunta cu¨¢ntas divisiones puede movilizar un hombre de cultura. Sabe que un libro o un cuadro creados libremente, importan. Por eso recibe cada a?o a escritores y artistas. No necesita convertirlos en escritores o pintores de c¨¢mara; al respetarlos y admirarlos, ha conquistado su respeto y admiraci¨®n¡±.
En Asturias, don Felipe ha tenido la oportunidad de conocer y conversar con personalidades de todo el mundo que tanto han influido en su marcha. Ha sido escuchado e interesado a artistas y cient¨ªficos, a deportistas, a pol¨ªticos, a economistas, los m¨¢s grandes del mundo, como Adolfo Su¨¢rez, Juli¨¢n Mar¨ªas, Indro Montanelli, Octavio Paz, Stephen Hawking, Nelson Mandela, Woody Allen, Paul Auster, Rostropovich, Isaac Rabin, Leonard Cohen, John Glen, Jane Goodall, Peter Higgs, Umberto Eco, George Steiner, David Attenborough, Todorov¡ La lista de nombres es ya, tras 34 a?os, larga y excepcional. Una compa?¨ªa de la que se siente orgulloso y que no le olvida, como tantas veces lo ha demostrado. Un aprendizaje y un patrimonio trascendental para que esta navegaci¨®n que ahora inicia haga una Espa?a en la que todos, hombres y mujeres, puedan buscar la felicidad en paz, en la que nunca fallezcan las viejas palabras esperanza, nobleza de coraz¨®n, fraternidad y compasi¨®n. Una Espa?a en una Europa que, como siempre, ilumine el pensamiento y mire m¨¢s all¨¢, siempre m¨¢s lejos, rebelde contra toda clase de miserias, construida con los corazones de sus ciudadanos y no con la codicia de sus mercaderes.
Se ha destacado siempre, y estos ¨²ltimos d¨ªas con mayor intensidad, el car¨¢cter bondadoso del Pr¨ªncipe, su cercan¨ªa emocional hacia los que sufren, hacia los injustamente maltratados por la vida, y puedo asegurar que es muy cierto. Es, adem¨¢s, leal, prudente y culto.Tambi¨¦n se ha hecho especial hincapi¨¦ en su sensibilidad, que tiene su reflejo en su gusto por la lectura de poes¨ªa, y en la frecuencia con la que utiliza la voz de los poetas para traducir sus sue?os y esperanzas. Una esperanza que estoy convencido de que alimenta sus sentimientos en estos d¨ªas tan especiales y trascendentales para ¨¦l. La misma esperanza que alienta en los maravillosos versos que dicen que ¡°en el coraz¨®n del invierno nace la primavera¡±.
Graciano Garc¨ªa es director em¨¦rito vitalicio de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias
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