La misma persona, tres reyes
Tres sistemas jur¨ªdicos distintos, incluso contrapuestos, han regulado las funciones del Rey
Se dice estos d¨ªas que Juan Carlos I es Rey de Espa?a desde que fue proclamado el 22 de diciembre de 1975, dos d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Franco. Ello es cierto, pero hay que matizarlo para entender el papel que deber¨¢ desempe?ar su hijo y sucesor.
Efectivamente, desde entonces Juan Carlos I ha sido Rey de Espa?a. Pero tres sistemas jur¨ªdicos distintos, incluso contrapuestos, han regulado sus poderes y funciones. Por tanto, la persona ha sido la misma, pero el ¨®rgano del que es titular ha cambiado tres veces en aspectos sustanciales. La misma persona, pero tres reyes distintos.
En una primera etapa, el Rey deb¨ªa actuar conforme a las siete Leyes Fundamentales legadas por la dictadura: era el Rey de un sistema no democr¨¢tico. Entre otros muchos, ten¨ªa el poder de nombrar presidente del Gobierno. Primero mantuvo a Carlos Arias y en julio de 1976 nombr¨® presidente a Adolfo Su¨¢rez que, con su consentimiento, consigui¨® que se aprobara la Ley para Reforma Pol¨ªtica, que aument¨® los poderes del Rey para permitir que se llevara a cabo la transici¨®n a la democracia.
Con esta Ley para la Reforma, ratificada por el refer¨¦ndum el 15 de diciembre de 1976, empez¨® un segundo Rey. Las reglas de juego hab¨ªan cambiado sustancialmente y se convocaron elecciones para el 15 de junio de 1977: las C¨¢maras resultantes de las mismas elaboraron y aprobaron una Constituci¨®n que entr¨® en vigor el 29 de diciembre de 1978. A partir de aquel momento, Juan Carlos I ha sido el Rey de una monarqu¨ªa parlamentaria: sin poder pol¨ªtico alguno, s¨ªmbolo de la unidad y permanencia del Estado, s¨®lo con funciones de arbitraje y moderaci¨®n en el funcionamiento regular de las instituciones. Este es el tercer Rey Juan Carlos I, que ha cumplido siempre con su papel sin desbordar nunca sus funciones constitucionales.
Cuando se le pide al futuro Felipe VI que emprenda y dirija cambios pol¨ªticos, tal como hizo su padre en el per¨ªodo preconstitucional, se le est¨¢ reclamando algo que no puede hacer, que ser¨ªa contrario a derecho y, por tanto, contrario a la democracia. Si en la Transici¨®n fue decisivo el activismo pol¨ªtico del Rey, para consolidar la democracia ha sido decisivo que el Rey, de acuerdo con la Constituci¨®n, permaneciera neutral en la contienda pol¨ªtica. Debe arbitrar y moderar, eso s¨ª. Pero la culpa de lo que funciona mal est¨¢ en los actuales sujetos pol¨ªticos, en los partidos que nos gobiernan, a ellos hay que pedirles responsabilidades. Lo que no puede hacer el futuro rey es retomar los poderes que tuvo su padre para pasar de una dictadura a una democracia.
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