Felipe VI el impulsor
El Rey debe ser el que nos empuje m¨¢s all¨¢ de esta din¨¢mica de negativismo que nos corroe
Para no ser un pa¨ªs mon¨¢rquico, la instituci¨®n que acaba de saltar de la generaci¨®n de la Transici¨®n a la de los espa?oles de los 40 a?os, no ha sido un mal negocio. Se funde con la democracia y ha permitido a la vieja Espa?a una estabilidad y un progreso desconocidos en la ¨¦poca contempor¨¢nea. Don Juan Carlos, bautizado equivocadamente como el breve por el dirigente comunista Santiago Carrillo, ha sostenido a la Corona durante casi cuatro d¨¦cadas. La fatiga de materiales, la aluminosis que corrompe al resto de las instituciones, no ha perdonado tampoco a la Monarqu¨ªa. As¨ª lo ha visto el viejo rey, que ha sabido retirarse a tiempo, consciente de que su cr¨¦dito estaba agotado y que la instituci¨®n que presid¨ªa peligraba, apunt¨¢ndose el primer tanto renovador en una Espa?a pesimista y desmoralizada que se ha ido volviendo al¨¦rgica a los cambios y a las reformas. Las 48 horas hist¨®ricas que hemos vivido han demostrado ya al menos dos cosas. La antorcha ha pasado de Juan Carlos I a Felipe VI con total normalidad y respeto a los preceptos constitucionales. Nadie ha temido nada en las ¨²ltimas jornadas, el primer traspaso constitucional en la monarqu¨ªa parlamentaria no ha alterado nuestras vidas.
Sin ser ni mucho menos parte del paisaje con el que se confunde, como en el Reino Unido, la instituci¨®n que cambia de cabeza demuestra ya su utilidad con la renovaci¨®n generacional. A un hombre bien formado, de 46 a?os, limpio de polvo y paja, le toca ahora soldar el eslab¨®n institucional e impulsar a un pa¨ªs muy tocado, pero que tiene m¨¢s valor del que mezquinamente le concedemos cada uno de sus ciudadanos. El nuevo Rey promete una Monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo. Tarea nada f¨¢cil. Las dos cosas son necesarias, pero requerir¨¢n el esfuerzo de todos, ahora convertido por la espantosa crisis que hemos sufrido en sangre, sudor y l¨¢grimas.
Tras escuchar con atenci¨®n y releer su primer discurso al pa¨ªs, razonable, ajustado como un guante a la Constituci¨®n, pienso que Felipe VI va a tener que ser, sobre todo, el impulsor, el que ilusiona, el que nos empuje m¨¢s all¨¢ de esta din¨¢mica de negativismo que nos corroe. Necesitamos recuperar la fe en la sociedad espa?ola, que Felipe VI profes¨® ayer. No pensemos, como afirm¨® Kennedy, en lo que el Rey, los partidos y el resto de las instituciones pueden hacer por nosotros, sino en lo que nosotros podemos hacer por Espa?a.
Y seamos realistas, las anchas espaldas del Rey no deben ni pueden soportar las expectativas de acci¨®n pol¨ªtica despertadas por algunos. Cabe esperar un uso amplio, sin los focos, de la funci¨®n moderadora y arbitral en el funcionamiento regular de las instituciones. S¨ª podr¨¢ advertir, animar, sugerir, aconsejar, recomendar. Verbos que bien manejados pueden dar juego.
Sin esta confianza en que somos una gran naci¨®n, adem¨¢s de muchas otras cosas, no saldremos de esta. Fue reconfortante que el Rey hablara del futuro en una sociedad y un mundo del que nacimos y en el que crecimos. Es una llamada a una nueva generaci¨®n, a un cambio de mentalidades y actitudes, al civismo, a que no se nos note tanto que somos unos reci¨¦n llegados a la democracia. Una exhortaci¨®n a renunciar a la resignaci¨®n y al conformismo. Y lo hizo Felipe VI nervioso, trabuc¨¢ndose a veces, pero con convicci¨®n. Acompa?ado por la Reina, su heredera, Leonor, princesa de Asturias, a la que todav¨ªa no le llegaban los pies al suelo sentada en su silla, y su hija peque?a, Sof¨ªa. Una familia que se besa en p¨²blico, una imagen fresca reforzada con la aparici¨®n muy lograda en el balc¨®n del Palacio De Oriente. Con los dos veteranos reyes que vuelven al vaticano de La Zarzuela.
Todav¨ªa no conocemos al nuevo rey, no sabemos lo que piensa de verdad sobre las grandes preguntas; hasta ahora ha sido herm¨¦tico, as¨ª lo confirman los que llevan a?os trabajando a su lado. La discreci¨®n y la prudencia pueden ser signos definitorios del nuevo jefe del Estado. Admira a su padre pero no reinar¨¢ como ¨¦l. Don Juan Carlos me dijo no hace mucho en su despacho que no le ha dado muchos consejos a su hijo. ¡°Nada prepara realmente para ser Rey, solo el serlo¡±.
Solo la cercan¨ªa a la gente corriente, la transparencia y la honestidad que ha prometido Felipe VI, en un ejercicio diario de ejemplaridad, salvar¨¢ a este Rey y a la instituci¨®n. La legitimaci¨®n diaria por el ejercicio, perfectamente tasado y muy limitado de su funci¨®n, realmente un principio republicano. La reina Letizia, que ayer parec¨ªa otra, radiante y sonriente, encontrar¨¢ ahora probablemente el espacio que a¨²n tanteaba, y ser¨¢ la principal consejera del Rey para sacar a la Monarqu¨ªa de la burbuja.
Reflexionaba ayer en un sal¨®n del Palacio Real mientras aguardaba mi turno para saludar a los nuevos reyes. Ten¨ªa muy cerca a Felipe Gonz¨¢lez, Aznar y Zapatero, al presidente de Catalu?a, obispos, cardenales, militares, el Ghota del empresariado al que la llamada de renovaci¨®n no parece haberle llegado. Representantes variados de lo que se ha dado en llamar sociedad civil. Ca¨ª en la cuenta de que las 2.000 personas que nos agolp¨¢bamos en el palacio no pod¨ªamos ser en ning¨²n caso el dique de contenci¨®n de la Monarqu¨ªa. Felipe VI necesitar¨¢ para sobrevivir buscar en la calle, fuera de los palacios y del almid¨®n, la conexi¨®n con los ciudadanos, con sus problemas, entender sus batallas, representar sus ilusiones, acompa?arles en sus tropiezos. Sentir con su pueblo. Tambi¨¦n con los republicanos. Suerte y larga vida al nuevo rey.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.