La entrevista
Rajoy y Mas tienen en com¨²n que ninguno de ellos lidera sus posiciones
El pr¨®ximo d¨ªa 30 ser¨¢ al fin el gran d¨ªa del esperado encuentro entre Mas y Rajoy. Si cada cual se mantiene en lo que ha venido afirmando hasta ahora la frustraci¨®n es inevitable. No hay puntos de coincidencia. Mas no quiere apearse de la consulta, pero s¨ª estar¨ªa dispuesto a negociar la pregunta, y Rajoy sabe que eso es lo ¨²nico en lo que no va a ceder, la l¨ªnea roja que nunca va a traspasar. Puestas as¨ª las cosas, todo parece llamado a quedar en un mero simulacro de negociaci¨®n, en una coartada para que no se les diga que lo han intentado todo.
Hay, sin embargo, algo que nos chirr¨ªa de esta entrevista, la sensaci¨®n de agotamiento de estos dos personajes. El punto que tienen en com¨²n es que ninguno de los dos lidera en realidad sus posiciones respectivas, aunque siga siendo el referente para escenificarlas. Mas, en definitiva, se puso al frente de una ola de indignaci¨®n de la sociedad catalana sin calibrar su fuerza desestabilizadora y la imposibilidad de reencauzarla si las cosas vienen mal dadas. Ahora parece un pol¨ªtico sin otro rumbo que el que le marca la ANC y al albur de las tempestades que no supo sofocar a tiempo. Rajoy, por su parte, ha dejado que el problema se enquistara sin apenas capacidad para reaccionar. Ahora es la propia sociedad civil espa?ola la que se moviliza para presentar sus propias v¨ªas de soluci¨®n.
Entretanto, emergen nuevos proyectos pol¨ªticos donde las cuestiones en torno a las soberan¨ªas respectivas no son las prioritarias. Y se renueva tambi¨¦n el liderazgo y las formas de acci¨®n de otros partidos convencionales. El pa¨ªs se mueve pol¨ªticamente en direcciones distintas; desde luego no en la del enfrentamiento entre nacionalismos. De ah¨ª que, sin ignorar las demandas de mayor autogobierno catal¨¢n, se imponga un desarme nacionalista bilateral y se aborden los problemas que importan. Urge, pues, salir de esta situaci¨®n de incomprensiones mutuas.
Hay algo que, a pesar del retraso, s¨ª es positivo de esta entrevista, un reconocimiento impl¨ªcito que hasta ahora se le hab¨ªa negado a los representantes catalanes. Como bien dice el fil¨®sofo Byung-Chul Han, sin respeto no hay espacio para lo com¨²n, ¡°donde desaparece el respeto decae lo p¨²blico¡±. La decadencia de lo p¨²blico y la falta de respeto se condicionan rec¨ªprocamente. Y, nos recuerda, que respeto viene de ¡°mirar hacia atr¨¢s¡± ¡ªre-spectere¡ª y a la vez ¡°mirar de nuevo¡±. Esa es la dial¨¦ctica en la que encajar el problema catal¨¢n, valorarlo a partir de nuestra vida en com¨²n, lo que viene de atr¨¢s y hemos compartido, pero hacerlo con una nueva luz, revis¨¢ndolo hacia el futuro.
Escribo estas l¨ªneas desde una habitaci¨®n de hotel en Montreal. Sobre el paisaje urbano se elevan algunas banderas canadienses y muchas de Quebec, la otrora comunidad ideal del nacionalismo catal¨¢n. Si ellos acertaron a encajar el choque de identidades, ?por qu¨¦ no habr¨ªamos de conseguirlo nosotros?
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