La sombra de Catalu?a
Los primeros episodios de la secuencia que se pone en marcha est¨¢n escritos de antemano
Con la firma este s¨¢bado de la ley de consultas aprobada por el Parlamento de Catalu?a, en virtud de la cual Artur Mas da la salida a la etapa final del conflicto, se pone en marcha una secuencia cuyos primeros episodios se encuentran escritos de antemano: b¨²squeda de una m¨¢xima repercusi¨®n medi¨¢tica al acto, reuni¨®n del Consejo de Ministros (previo informe del Consejo de Estado), impugnaci¨®n por aqu¨¦l de la ley catalana y suspensi¨®n inmediata de la misma con la admisi¨®n a tr¨¢mite por el Tribunal Constitucional. En el recorrido, sin duda, habr¨¢ alguna sorpresa, tal vez en el Consejo de Estado, pero, por lo dem¨¢s, esta parte del futuro no ofrece dudas.
Se invierten as¨ª los puestos en la carrera por la independencia que en los a?os noventa autorizaba a Xabier Arzalluz a mirar por encima del hombro a los catalanes. Ahora, el PNV se encuentra en la dif¨ªcil posici¨®n, al menos en lo que concierne al lehendakari Urkullu y a sus seguidores en el partido, obligados a plantear una reivindicaci¨®n que, sin llegar al extremo de la catalanista, les avale en su pretensi¨®n de ser los verdaderos portavoces de la naci¨®n vasca. Tienen adem¨¢s ah¨ª a Bildu, que, frente a la soluci¨®n intermedia propugnada por Urkullu ante el Parlamento vasco, les recuerda que el objetivo debe ser la autodeterminaci¨®n. Paralelamente, all¨ª donde ejercen el poder, como en San Sebasti¨¢n, m¨¢s que de debates sobre cuestiones generales, Bildu se entrega a la tarea ¡ªpor el momento bloqueada¡ª de imponer la separaci¨®n simb¨®lica, con la designaci¨®n en euskera (l¨¦ase con desaparici¨®n del castellano) de todas las calles de la ciudad. As¨ª, el independentismo no avanza, pero los vascos se encuentran sumidos en un extra?o imaginario, donde la televisi¨®n anuncia atascos de los veraneantes franceses en el paso a Iparralde (l¨¦ase Francia) o las se?ales anuncian que de Gipuzkoa se va a un lugar llamado Lapurdi, que dej¨® de existir hacia 1790. Como entretenimiento no est¨¢ mal.
El callej¨®n sin salida se refleja en el llamamiento de Urkullu a un nuevo pacto con el Estado. Es un planteamiento neoforalista, que da por supuesto que con la actualizaci¨®n de los Derechos Hist¨®ricos se llegar¨ªa a una "soberan¨ªa compartida", cuyos contornos todav¨ªa no define; ¨²nica f¨®rmula a su juicio de responder a "la identidad nacional vasca". Como siempre, la pobre Constituci¨®n est¨¢ para ser vulnerada, seg¨²n el principio de que la ley ha de ceder ante la voluntad popular, una vez que ha cumplido su papel de avalar los famosos Derechos Hist¨®ricos (sin recordar que la actualizaci¨®n de estos ha de ser intraconstitucional), en abierto rechazo de "la concepci¨®n estatalista fagocitadora". Y, al fondo, la consulta ¡°sobre nuestra vertebraci¨®n pol¨ªtica". Nunca patriotismo auton¨®mico.
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