El rastro del ¡°depredador¡±
El presunto pederasta amedrent¨® y violent¨® a sus v¨ªctimas sin piedad. Los investigadores le seleccionaron como sospechoso entre 50 y le dibujan como un psic¨®pata movido por impulsos
Una ni?a china de cinco a?os se ha quedado muda. Ha sido incapaz de volver a decir una palabra despu¨¦s de los brutales abusos a los que la someti¨® el pederasta y por los que tuvo que ser operada de urgencia. Ocurri¨® el pasado 17 de junio, con un patr¨®n que se repite: la embauc¨® junto a una tienda de golosinas a eso de las siete de la tarde. La meti¨® en su coche. La oblig¨® a tragarse una pastilla sedante. Se la llev¨® a su ¡°piso franco¡±, una vivienda familiar desocupada en la calle Santa Virgilia (distrito de Hortaleza, en el noreste de Madrid). ¡°La rompi¨®¡±, seg¨²n el aterrador relato de uno de los agentes. Luego la ba?¨® para eliminar sus huellas. Y la abandon¨® por la misma zona donde la hab¨ªa cogido cuatro horas antes, desangr¨¢ndose.
A una de las ni?as la rompi¨®, temimos por su vida, relata un investigador
Ella fue su cuarta v¨ªctima, la pen¨²ltima de las cinco violaciones ¡ªadem¨¢s de otras tres en grado de tentativa¡ª que hasta el momento se le imputan a Antonio ?ngel Ortiz Mart¨ªnez, el presunto pederasta de Ciudad Lineal. Un hombre de 42 a?os que las autoridades describen como un monstruo. Desde el viernes permanece recluido en una celda de aislamiento de la c¨¢rcel de Soto del Real, para protegerlo del resto de los reclusos. Su negativa a declarar ante la polic¨ªa y el juez y las pruebas recopiladas durante las ¨²ltimas semanas contra ¨¦l han derivado en un auto de prisi¨®n preventiva y sin fianza, dictado por la instructora del caso, Mar¨ªa Antonia de Torres.
Un buscavidas que no hace preguntas ni las responde
El presunto violador en serie de Ciudad Lineal ¡ªque ahora duerme en una celda apartada del resto de presos en Soto del Real¡ª es un hombre de pocas palabras. A los gimnasios acud¨ªa a hacer pesas, no relaciones. Quienes entrenaron a su lado hasta hace tres semanas en el barrio madrile?o de Canillas describen a un culturista obsesionado con su f¨ªsico, esculpido a fuerza de muchas horas en las m¨¢quinas y la presumible ayuda de sustancias anabolizantes. Poco dado a la conversaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de las pesas.
Sin oficio conocido, se ganaba la vida a base de no hacer preguntas. Siempre en dinero negro, seg¨²n los investigadores. Si le encomendaban dar una paliza a alguien que se retrasaba en los pagos, ¨¦l cumpl¨ªa ordenes sin miramientos. As¨ª lo constatan varias denuncias a la polic¨ªa.
Cuando le pidieron que registrase sociedades a su nombre y ejerciese de testaferro, tampoco puso objeciones. Figura como administrador en una de comercio de aparatos electr¨®nicos desde el pasado marzo. La empresa no tiene actividad y en la notar¨ªa tampoco se mostr¨® muy locuaz. Embutido en su inseparable ch¨¢ndal, firm¨® las escrituras, pag¨® el papeleo y se march¨®.
Quienes siguieron su rastro estas ¨²ltimas semanas le relacionan con un clan de ciudadanos b¨²lgaros vinculado al crimen organizado. Su historial delictivo es interminable: palizas, robos con fuerza, allanamiento de morada, violencia de g¨¦nero, detenci¨®n ilegal, agresi¨®n sexual a menores...
El mi¨¦rcoles, reci¨¦n llegado de Santander, se cruz¨® en la comisar¨ªa de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid con la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes. Ni pesta?e¨®.
En los interrogatorios de la polic¨ªa y de la juez tampoco solt¨® prenda. Mantuvo una actitud desafiante durante las 72 horas de arresto. Reci¨¦n llegado al calabozo, pregunt¨® a un agente qui¨¦n le iba a explicar qu¨¦ hac¨ªa detenido.
A la ma?ana siguiente, cuando fue trasladado al piso familiar donde la polic¨ªa sospecha que abus¨® al menos de dos de sus v¨ªctimas, sufri¨® un leve mareo del que no tard¨® en reponerse. Luego aguant¨® impert¨¦rrito 12 horas de registros.
La brutalidad de la agresi¨®n a esa ni?a china, uno de los dos homicidios en grado de tentativa que se le imputan al supuesto pederasta, ¡°hizo entrar a la polic¨ªa en p¨¢nico¡±. La frase es de un mando con muchos trienios en el cuerpo. ¡°Me preguntaba qu¨¦ m¨¢s pod¨ªamos hacer, est¨¢bamos convencidos de que a la siguiente la matar¨ªa. Enviamos agentes a la calle sin ton ni son¡±.
M¨¢s de un centenar peinaron calles, colegios, aleda?os de tiendas de golosinas. Repasaron miles de horas de v¨ªdeo procedentes de c¨¢maras de seguridad. En turnos de dos horas y jornadas de seis, lo que aguantaban los ojos escudri?ando cada detalle en las im¨¢genes sin sonido recogidas en las calles.
Se solicit¨® la colaboraci¨®n del FBI. Un agente especial llegado de Estados Unidos experto en violadores en serie aterriz¨® en Espa?a. Hubo videoconferencias con la agencia norteamericana para trazar el perfil del psic¨®pata. ¡°Fueron muy educados pero no aportaron mucho, les costaba entender la idiosincrasia espa?ola¡±, asegura alguien que trabaj¨® con ellos.
Se filtraron detalles a la prensa sobre los sedantes que el ¡°enemigo p¨²blico n¨²mero uno¡± ¡ªcomo lo calific¨® la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes¡ª proporcionaba a sus v¨ªctimas. Fue una advertencia, un mensaje velado para el agresor: ¡°Tem¨ªamos que la siguiente dosis fuese mortal, hab¨ªa que impedirlo¡±.
No hab¨ªa pasado un mes y el pederasta actu¨® de nuevo el 11 de junio. En un parque del distrito de Moratalaz, se acerc¨® a una ni?a y fue su hermano qui¨¦n, al advertir su presencia, corri¨® a advertirle.¡°Pap¨¢ nos ha dicho que no vayamos con desconocidos¡±, dijo el ni?o con su camiseta roja de la selecci¨®n espa?ola, llev¨¢ndose a su hermana peque?a de la mano. Para entonces la alarma ya hab¨ªa cundido por Ciudad Lineal y los distritos lim¨ªtrofes.
El ¡°car¨¢cter compulsivo¡± que los psic¨®logos atribuyen a quienes las autoridades han calificado de ¡°depredador sexual¡±, le llev¨® a actuar una ¨²ltima vez el 22 de agosto. Eran las 18.30 de la tarde. Se llev¨® a una ni?a de siete a?os espa?ola de origen dominicano.Y esta vez no hubo caramelos ni golosinas para convencerla. ¡°La cogi¨® por el cuello¡± y la meti¨® en el coche cuando la ni?a se resisti¨®, se?ala un investigador. La condujo a un descampado pr¨®ximo y le oblig¨® a hacerle una felaci¨®n. Despu¨¦s la limpi¨® con una toalla, la misma que sol¨ªa usar para ir a hacer pesas, con el logotipo de su gimnasio habitual. Otra pista para los investigadores. Despu¨¦s la abandon¨® cerca de las ocho de la tarde.
Nos hizo entrar en p¨¢nico, envi¨¦ hombres a la calle sin ton ni son, dice un mando
Los especialistas que han analizado sus acciones rechazan esa imagen de tipo fr¨ªo y calculador que se ha construido del delincuente m¨¢s buscado en Madrid. ¡°No planifica sus ataques, act¨²a por impulsos, ni si quiera es cierto que controlase si en la zona hab¨ªa c¨¢maras de seguridad¡±, asegura un investigador. ¡°Lo que s¨ª hac¨ªa era intentar borrar las huellas de sus vejaciones¡±, a?ade un mando policial familiarizado con el sumario.
La multitudinaria rueda de prensa que sirvi¨® el mismo mi¨¦rcoles del arresto para presentar el resultado de la operaci¨®n, ¡°una de las m¨¢s complicadas que se han hecho en Espa?a¡±, insisti¨® el ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, destap¨® una violaci¨®n de la que no hab¨ªa noticias: otra menor china a la que atac¨® el 11 de julio de 2013 en su propia casa de Coslada. La menor ni siquiera avis¨® a sus padres. Preguntada por lo que le sucedi¨®, la ni?a repite una y otra vez la misma frase: ¡°Me hizo cosas malas¡±. Su familia ha optado por recluirse.
La polic¨ªa primero redujo a 50 los sospechosos y finalmente a tres
Hubo otra menor sudamericana, a la que abord¨® y vej¨® dos meses m¨¢s tarde en el barrio de San Blas. Y una espa?ola de nueve a?os, el pasado 10 de abril. El testimonio de esta ¨²ltima result¨® crucial para su detenci¨®n: ¡°Lo clav¨® todo¡±, asegura uno los agentes que lleva los tres ¨²ltimos meses en el llamado ¡°despacho Candy¡± de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid. Fue ella quien describi¨® ese edificio ¡°con muchas puertas¡±, record¨® el ascensor, el cuarto piso y relat¨® lo que le hab¨ªa ocurrido cuando se sinti¨® mal y vomit¨® en el suelo de la vivienda familiar vac¨ªa donde se cometieron al menos dos de los cr¨ªmenes. Su relato incluy¨® muchas de las caracter¨ªsticas de su captor: ¡°Tiene los brazos grandes y una cosa en la cara¡±. La verruga que los investigadores pintaron en el retrato robot con el que acudieron a los gimnasios de la zona.
El monstruoso recorrido por los ataques del pederasta no solo deja cinco familias rotas. Tambi¨¦n ¡ªy pese a sus denodados intentos de eliminar pruebas¡ª un reguero de huellas que los investigadores han sabido seguir hasta su ¨²ltimo escondite, la vivienda de un t¨ªo suyo en Santander, donde los GEOS pusieron fin fin a la pesadilla a primera hora del mi¨¦rcoles.
Los agentes simularon controles rutinarios para pedirle dos veces la documentaci¨®n
Dos c¨¢maras, una de un banco y otra de un autob¨²s p¨²blico, captaron el Citroen Xsara Picasso con el que aparc¨® en doble fila en el barrio de Canillas para comprar un bote de crema Nivea en un Todo a Cien. Dentro del veh¨ªculo, esperaba la que fue su ¨²ltima v¨ªctima, la ni?a a la que condujo a un descampado y a la que retuvo durante hora y media el pasado 22 de agosto. Las im¨¢genes no permit¨ªan identificar la matr¨ªcula pero s¨ª el modelo y el color del coche. Los ficheros policiales encontraron 336.000 como el del fotograma. Y otros tantos del modelo Toyota que hab¨ªan descrito otras de las menores.
Para entonces la polic¨ªa trabajaba ya con un listado de 50 sospechosos. Ante la imposibilidad de disponer de hombres para seguirlos a todos, se estrech¨® el cerco al m¨¢ximo. Quedaron tres: ¡°Los tres preferentes¡±, en el argot policial. Hasta en dos ocasiones se le pidi¨® la documentac¨ª¨®n a Ortiz, simulando un control rutinario en la zona. Dos parejas de polic¨ªas distintas, en d¨ªas diferentes coincidieron en su conclusi¨®n: ¡°Es ¨¦l¡±. Antonio ?ngel Ortiz Mart¨ªnez comenz¨® a ponerse nervioso. La ¨²ltima vez que tuvo que mostrar papeles a los agentes pas¨® dos horas merodeando por la zona, sin rumbo fijo. ?quella noche tampoco fue a dormir a casa de su madre, donde ten¨ªa su habitaci¨®n. Se refugi¨® en el coche. Los investigadores concluyeron que el pederasta de Ciudad Lineal hab¨ªa dado un paso en falso.La descripci¨®n de las menores encajaba con el f¨ªsico imponente de Ortiz, el hombre que se machacaba con pesas durante horas para cultivar su tren superior.
Se estableci¨® un dispositivo de vigilancia las 24 horas sobre ¨¦l. Ortiz sinti¨® el aliento de la polic¨ªa muy cerca y huy¨® a casa de sus t¨ªos en Santander. Quienes siguieron su pista hasta all¨ª describen una vida rutinaria. Del gimnasio ¡ªdonde pasaba unas cinco horas diarias¡ª a casa. Si acaso, un caf¨¦ junto a su t¨ªo en un bar cercano. Hasta que una noche decidi¨® regresar a Madrid. La polic¨ªa sospecha que en busca de anabolizantes. Visit¨® a una amiga, con la que manten¨ªa relaciones sexuales espor¨¢dicas, y que seg¨²n los agentes le surt¨ªa de sustancias dopantes. Al d¨ªa siguiente, regres¨® a Santander.
Esa misma mujer, que neg¨® ser la novia del detenido cuando fue interrogada, puede ser tambi¨¦n el origen de las pastillas usadas para sedar a las ni?as. Ella misma cont¨® a la polic¨ªa que ten¨ªa pautado el Orfidal pero rechaz¨® que se lo hubiese proporcionado al presunto pederasta. Dio a entender que ¨¦ste se lo arrebat¨®. El dato se est¨¢ investigando en el sumario.
No ten¨ªa novia, se acostaba con la mujer que le suministraba los anabolizantes
Antonio ?ngel Ortiz Mart¨ªnez tiene un largo historial delictivo que se remonta a 1993, cuando consta que fue detenido por la Guardia Civil acusado de extorsi¨®n. Esculpido por cientos de horas de gimnasio y anabolizantes y habituado a los c¨®digos del lumpen, trabajaba de manera espor¨¢dica para ¡°un clan b¨²lgaro que se dedicaba al tr¨¢fico il¨ªcito de veh¨ªculos¡±, apuntan fuentes de la investigaci¨®n. ¡°Cobraba en negro¡±, actuaba como un mercenario, por encargo, ¡°llevando y trayendo coches y pegando palizas cuando lo requer¨ªa la ocasi¨®n¡±. Los investigadores explican as¨ª que puediese cambiar de veh¨ªculos en los ataques. El perfil delincuencial del presunto pederasta se completa con robos, violencia machista, detenci¨®n ilegal... La ¨²ltima vez que sali¨® de prisi¨®n, fue de la c¨¢rcel de Aranjuez, el 17 de junio de 2011, tras ingresar por una denuncia de ¡°malos tratos¡±, seg¨²n revelaron fuentes del centro penitenciario. Pese a todo, hab¨ªa un dato clave, con el que no pudo contar el centenar largo de agentes de la operaci¨®n Candy. Ya en 1998 hab¨ªa metido a una ni?a violentamente en su coche a la salida de un colegio, y abusado de ella ¡ª¡°sin llegar a penetrarla¡±. Le condenaron a siete a?os de c¨¢rcel por ello. En los archivos policiales se registr¨® ese arresto como ¡°detenci¨®n ilegal¡±, pero tras las declaraciones recogidas en el juicio posterior se le conden¨® por agresi¨®n sexual.
Ahora, pese al malestar de la juez De Torres por las filtraciones del sumario, se enfrenta a un rosario de acusaciones. La polic¨ªa le atribuye cinco delitos de violaci¨®n de menores y tres en grado de tentativa, dos intentos de homicidio por la brutalidad de sus agresiones que, seg¨²n los agentes, ¡°pusieron en peligro la vida de al menos dos ni?as¡±. Y se le acusa de allanamiento de morada por haber entrado en la vivienda de su primera v¨ªctima conocida: la ni?a china de Coslada.
Trabajaba y cobraba en negro, por encargos puntuales
Con ¨¦l entre rejas, la psicosis de los barrios del noreste de Madrid donde ocurrieron los raptos se ha convertido en indignaci¨®n. Y el miedo se ha tornado en un indisimulado deseo de venganza.
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