La pol¨ªtica vuelve a hacer acto de presencia
¡°El di¨¢logo no puede versar sobre si la ley se cumple o la ley se ignora, ni sobre hechos consumados¡±
Entre las sorpresas que proporciona la actualidad de Catalu?a, destaca la actuaci¨®n de un Gobierno que se empe?a en incumplir, abierta o solapadamente, las leyes que le obligan pero que dicta, un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, normas y decretos respecto de los que, imagino, pretende exigir su cumplimiento¡ seguro que porque entiende que es lo l¨®gico en un Gobierno democr¨¢tico.
?Consistir¨¢ en esto la astucia que estos d¨ªas se reivindica? ?O la astucia se limita al maquiavelismo infantil que encierra la cl¨¢usula de vigencia del ¨²ltimo Decreto de la Presidencia de la Generalitat, con el fin de aparentar que se sigue respetando formalmente la ley y buscar, as¨ª, la impunidad ante las consecuencias de su violaci¨®n material?
No es mi papel calificar jur¨ªdicamente estos hechos. Pero s¨ª lo es llamar a la cordura. Y ¨¦sta, en un Estado democr¨¢tico, comienza por el respeto a las leyes, especialmente por parte de los poderes p¨²blicos, porque si desde el poder se llama a incumplir la ley democr¨¢tica, ?qu¨¦ y qui¨¦n defender¨¢ ma?ana a los ciudadanos de los aut¨®cratas que s¨®lo reconocen como leg¨ªtimos sus propios mandatos?
La ley catalana de consultas tiene su vigencia suspendida y est¨¢n igualmente suspendidos los actos o resoluciones dictados en su aplicaci¨®n as¨ª como las actuaciones de preparaci¨®n o vinculadas con su convocatoria. Quien mejor lo sabe es el presidente de la Generalitat, que tambi¨¦n sabe que el Gobierno del Estado est¨¢ obligado a recurrir cuantas normas o actos de este tipo se adopten en el futuro. Esto es lo que ordena la Constituci¨®n. Esto es la ley. Y esta ley s¨ª est¨¢ plenamente en vigor.
En estas condiciones, me preocupa, como dec¨ªa, que los poderes p¨²blicos catalanes no es que se resignen a un choque de grav¨ªsimas consecuencias para todos, sino que, con sus ¨²ltimas decisiones ¡ªlas de ayer mismo¡ª den la impresi¨®n de que lo vienen provocando para que, al revuelo de sus eventuales complicaciones, puedan encontrar alguna comprensi¨®n para sus reivindicaciones y alguna excusa para sus procedimientos ilegales.
Cuando escribo estas l¨ªneas, oigo que el Presidente del Gobierno ha hecho p¨²blica, con ¨¦nfasis, su l¨ªnea de conducta: ¡°Ley y di¨¢logo¡±. Est¨¢ bien y lo est¨¢ por ese orden. Porque el di¨¢logo no puede versar sobre si la ley se cumple o la ley se ignora ni, por ello, sobre hechos consumados ni tampoco sobre c¨®mo hacer posible ahora una consulta que, en cuanto a su convocante, a su fecha y a su contenido, est¨¢ sometida a lo que digan los tribunales. En estas condiciones, ?sobre qu¨¦ est¨¢ ofreciendo y reclamando di¨¢logo el presidente Rajoy?
Por m¨¢s vueltas que le doy, s¨®lo se me ocurren dos explicaciones. Una, los famosos 23 puntos que, parece, le dej¨® sobre la mesa el president Mas hace ya muchos meses. Me admirar¨ªa que fuese ¨¦ste, justamente, el momento de abordarlos cuando, durante todo este largo per¨ªodo, no han querido hacerlo.
Otra explicaci¨®n m¨¢s convincente ser¨ªa la de que el presidente Rajoy est¨¢ dispuesto a abordar lo que se suele llamar el ¡°encaje¡± de Catalu?a en Espa?a. Ah, pero esto implica, aunque no se diga as¨ª, revisar las normas que regulan ese encaje y, por cierto, el de las restantes Comunidades. Y esas normas son, ni m¨¢s ni menos, que la propia Constituci¨®n.
?Se est¨¢n dando mensajes que ofrecen abrir esta puerta tras el reconocimiento por la Generalitat de que el 9-N no tendr¨¢ lugar? Si es as¨ª, me siento satisfecho: esta es la cordura que el Partido Socialista viene reclamando desde hace tiempo. No reclamo derechos de autor: me alegra, simplemente, saber que la pol¨ªtica vuelve a hacer acto de presencia en beneficio de todos los ciudadanos. No digo que sea f¨¢cil. Digo que no la desaprovechemos. Ninguno.
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