La diligencia no salv¨® a Teresa
La auxiliar contagiada con ¨¦bola es una profesional responsable que no rehu¨ªa los riesgos
![Elsa Garc¨ªa de Blas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F5a503597-23c7-4203-ab6b-1daac1e42231.png?auth=8db62aef2ae152f9c2fb7ba94748fc9598e26a838a2a30c43d0aec59158f2ffd&width=100&height=100&smart=true)
![Teresa Romero la auxiliar de enfermer¨ªa contagiada por ¨¦bola en una imagen del Facebook del gimnasio al que acude.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/V3XN4WPW462OJQDM5Y3PCIR6XE.jpg?auth=420a48fa55b25a58a7a8bdde708ba1e773c372d51d6168f5cb87ce417cc3d633&width=414)
Teresa Romero no es descuidada. Si se contagi¨® de ¨¦bola en un error fatal al quitarse el traje de protecci¨®n en aquella habitaci¨®n del hospital Carlos III de Madrid no fue por desidia. La auxiliar de enfermer¨ªa, de 44 a?os, que lucha por sobrevivir al virus letal tras el malogrado accidente haciendo su trabajo, es una profesional responsable, seg¨²n sus compa?eras en el centro, y una persona ¡°minuciosa¡± en lo que hace, tal y como la describe su hermano.
Unos y otros coinciden, adem¨¢s, en una cualidad de Teresa que la presupone especialmente atenta al enfrentarse al contacto con los dos religiosos fallecidos por ¨¦bola: es aprensiva, incluso ¡°un poco exagerada¡±, apunta su hermano. Una mujer diligente a la que sobrevino un d¨ªa de septiembre la mala fortuna. Aunque nunca hab¨ªa evitado las situaciones comprometidas.
Teresa y su hermano, Jos¨¦ Ram¨®n (de 40 a?os), nacieron en Madrid, aunque son orgullosos gallegos. En Alcorc¨®n, la ciudad del suroeste de Madrid en la que viven, en su entorno les conocen como ¡°los galegos¡±. Sus padres, originarios de dos pueblos de la monta?a lucense (Cervantes y Navia de Suarna, en la comarca de Os Ancares), emigraron a Madrid cuando todo el mundo se marchaba de esa zona aislada y deprimida. La familia se mantuvo en la capital con el trabajo del padre, carpintero, que ense?¨® el oficio a su hijo. La vida de los Romero Ramos no ha sido f¨¢cil: en 2004 perdieron el padre a causa de un c¨¢ncer, y la madre, Jesusa, arrastra a sus 71 a?os una depresi¨®n de la que no logra recuperarse. La mujer vive sola y recluida en el pueblo. Los hermanos se distanciaron cuando pasaron la veintena.
En los 90 trat¨® a enfermos de SIDA y tambi¨¦n tuvo que hacerse an¨¢lisis
Teresa va siempre que puede a Becerre¨¢ (3.050 habitantes, en el centro de la provincia de Lugo). M¨¢s desde que muri¨® el padre, para acompa?ar a su madre, (¡°est¨¢n bastante unidas, aunque creo que yo soy el favorito¡±, se jacta Jos¨¦ Ram¨®n) pero tambi¨¦n porque se relaciona mucho con sus primos del pueblo, con los que le une una buena amistad. Con su marido, Javier Lim¨®n, Teresa frecuenta tambi¨¦n la costa de A Coru?a. El matrimonio no tiene hijos; ella estaba muy apegada a su perro, Exc¨¢libur, sacrificado para evitar riesgos por la enfermedad. ¡°Hac¨ªa un mundo si Exc¨¢libur ten¨ªa un ara?azo¡±, revela Jos¨¦ Ram¨®n. El can era suyo y acab¨® en manos de su hermana por una ¡°larga historia¡± que ¨¦l prefiere no contar. M¨¢s all¨¢ de la familia, la auxiliar de enfermer¨ªa no tiene un gran c¨ªrculo en la peque?a localidad gallega. ¡°Aqu¨ª nadie le pone cara, salvo los vecinos de las casas de alrededor¡±, dice el alcalde, Manuel Mart¨ªnez (PSOE).
Teresa escapa mucho a Galicia y mantiene una vida ¡°casera¡± en Madrid. ¡°El otro d¨ªa se quej¨® a Javier de que cada vez sal¨ªan menos¡±, desliza, confidente, su hermano. ?ltimamente ella dedicaba mucho tiempo a estudiar la oposici¨®n para lograr una plaza fija como auxiliar de enfermer¨ªa. ¡°Estudiaba a rajatabla, y eso que le cuesta. La FP le cost¨® bastante tambi¨¦n¡±, concede Jos¨¦ Ram¨®n. Aunque llevaba 15 a?os trabajando como auxiliar en el hospital Carlos III ¡ªel mismo donde atendi¨® a los misioneros contagiados con ¨¦bola, y el mismo donde hoy sus compa?eros tratan de salvarle la vida¡ª su puesto es de interina. El pasado 27 de septiembre, de hecho, dos d¨ªas despu¨¦s de haberse infectado con el virus, acudi¨® a examinarse de la oposici¨®n en la Universidad Complutense de Madrid. No ten¨ªa s¨ªntomas, as¨ª que no pudo contagiar a nadie. A¨²n se esperan los resultados de los ex¨¢menes.
Pidi¨® a su hermano que no fuese a verle y a su marido que no usase
¡°Ella siente entusiasmo por su trabajo¡±, relatan en su entorno. Le gusta lo que hace. Seguramente por ese compromiso decidi¨® formar parte del equipo que atendi¨® a Manuel L¨®pez Viejo y a Miguel Pajares (los dos misioneros fallecidos), como hab¨ªa hecho otras veces en su vida profesional. Teresa nunca rehuy¨® el compromiso. En los a?os noventa trat¨® a enfermos de VIH, con percance incluido. Tuvo un accidente que le oblig¨® a someterse a an¨¢lisis por si se hab¨ªa infectado. Aquellos salieron negativos.
El cuidado se revela tambi¨¦n en c¨®mo actu¨® tras sospechar que hab¨ªa sucumbido al ¨¦bola. Desde que tuvo fiebre, la primera semana de octubre, tom¨® precauciones con su marido. Durmieron en camas separadas y utilizaron ba?os distintos. A su hermano le advirti¨®: ¡°no vengas a casa¡± cuando ¨¦l quiso verla 48 horas antes de que fuera diagnosticada. Todo apunta a que si Teresa incurri¨® en ese error fatal, haciendo ese trabajo que apreciaba, no fue porque no pusiera cuidado para evitarlo.
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