¡°Lo aprendido con Teresa servir¨¢ para tratar mejor otros casos de ¨¦bola¡±
Fernando de la Calle, uno de los m¨¦dicos que la atienden, alaba la valent¨ªa de la auxiliar
Fernando de la Calle (Madrid, 1981) a¨²n conserva en casa de sus padres unos recortes de prensa de 1995 de un brote de ¨¦bola surgido en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (entonces Zaire). Estaba en el instituto y ya le fascinaban las misteriosas enfermedades infecciosas que azotaban tierras lejanas. Ahora, con 33 a?os, especializado en Medicina Tropical, forma parte de uno de los dos equipos con m¨¢s experiencia en el tratamiento del ¨¦bola en el mundo desarrollado. Desde el punto de vista cient¨ªfico, asegura, ¡°est¨¢ siendo apasionante¡±. En lo emocional, sin embargo, el contagio de una compa?era de trabajo, una de los suyos, le dej¨® tocado. ¡°La sensaci¨®n es indescriptible. Nadie esperaba que pudiera pasar¡±, recuerda. Tras 15 d¨ªas de lucha contrarreloj para intentar salvar la vida de Teresa Romero, por fin se siente aliviado. Ha salido de peligro, y su caso ayudar¨¢ a otros.
El equipo m¨¦dico est¨¢ en permanente contacto, por correo electr¨®nico o por teleconferencia, con otros hospitales europeos y estadounidenses. Para todos es ¡°una enfermedad nueva¡±. Apenas hay estudios, as¨ª que, sobre la marcha, van compartiendo informaci¨®n. Y la del Carlos III va a ser especialmente relevante. ¡°Nadie ha usado el favipiravir en ¨¦bola como lo hemos hecho nosotros¡±, se?ala. Con los datos de este antiviral que usaron de forma experimental con Romero ya preparan art¨ªculos para revistas m¨¦dicas. ¡°A¨²n no sabemos si efectivamente es lo que la ha curado, pero hay datos realmente interesantes que tiene que conocer la comunidad cient¨ªfica. Ayudar¨¢ a tratar otros casos de ¨¦bola¡±, explica.
Sin evidencias cient¨ªficas a las que agarrarse todav¨ªa, De la Calle opina que la juventud y el buen estado de salud de Romero ¡°tambi¨¦n han ayudado¡±. Pero ¡°pese a la juventud, tampoco sabemos si hubiera sobrevivido sin suero y sin antiviral¡±, precisa. El ¨¦bola, en definitiva, sigue siendo un misterio. Despu¨¦s de tres casos, De la Calle destaca una caracter¨ªstica que le ha impresionado: la enorme agresividad del virus. ¡°Es alucinante c¨®mo en poquitos d¨ªas es capaz de multiplicarse por el organismo. Nada que ver con el VIH o la hepatitis. El ¨¦bola en cinco d¨ªas te ha invadido todo el cuerpo y lo ha destrozado todo. Es como un tsunami; una ola gigante que en poco tiempo arrasa el organismo. El que la aguanta, sobrevive¡±.
El contagio de su compa?era le pill¨® de vacaciones tras muchas semanas de tensi¨®n atendiendo a los misioneros Miguel Pajares y Manuel Garc¨ªa Viejo. Volvi¨® en el primer avi¨®n. ¡°No lo pod¨ªamos entender porque se hab¨ªa hecho todo bien. '?C¨®mo se ha contagiado?', me repet¨ªa sin parar. Al llegar al hospital, directamente desde el aeropuerto, la sensaci¨®n era de irrealidad, como de estar en una pel¨ªcula¡±. Fue un golpe. Otro m¨¢s despu¨¦s de haber perdido a dos pacientes. ¡°La ma?ana que falleci¨® Miguel lo pasamos muy mal, casi de llorar. Era el primer caso de ¨¦bola que llegaba a Europa, sent¨ªamos que todo el mundo estaba pendiente de nosotros y hab¨ªamos puesto muchas esperanzas en conseguir el suero experimental ZMapp y administr¨¢rselo¡±. Con Garc¨ªa Viejo no se pudo probar ning¨²n tratamiento. Ni siquiera la sangre de la religiosa Paciencia Melgar, que vol¨® a Madrid para don¨¢rsela pero no lleg¨® a tiempo. S¨ª para Teresa Romero.
?Sabremos alg¨²n d¨ªa c¨®mo se produjo el contagio? "Depender¨¢ de lo que recuerde Teresa", contesta. "Salud p¨²blica est¨¢ haciendo una investigaci¨®n". Otro de los facultativos del equipo relat¨® c¨®mo Romero mencion¨® la posibilidad de haberse tocado la cara con los guantes al quitarse el traje de protecci¨®n. "El fallo pudo ser al quitarme el traje; es el momento m¨¢s cr¨ªtico, pero no lo s¨¦", relat¨® a EL PA?S la auxiliar. De la Torre recuerda en que las conversaciones que los m¨¦dicos mantuvieron con la enferma para saber qu¨¦ pudo ocurrir siempre hubo otros testigos. "Ocurre lo mismo con los consentimientos informados para tratamientos experimentales. A estos pacientes no puedes pedirles que firmen un papel porque todo lo que entra est¨¢ contaminado y hay que incinerarlo", explica.?
A De la Calle no le gusta leer eso de ¡°los h¨¦roes del ¨¦bola¡± referido a los m¨¦dicos. ¡°No, la protagonista es ella, el h¨¦roe es ella. No hay que olvidar que est¨¢ ah¨ª porque tuvo la valent¨ªa de enfrentarse a Miguel y Manuel, de meterse en sus habitaciones y atenderles. Eso dice mucho de su profesionalidad. Cuando despu¨¦s se ha buscado gente para reforzar la unidad muchos han dicho que no. Teresa y otras auxiliares lo hicieron¡±, se?ala. Esa experiencia de los profesionales de enfermer¨ªa del hospital Carlos III no deber¨ªa perderse, opina. ¡°?Qu¨¦ enfermera en Europa puede decir que ha tratado tres casos de ¨¦bola? Sond¨¢ndoles, cogi¨¦ndoles v¨ªas y anal¨ªticas, quitando secreciones... Una cosa es participar en un simulacro y otra estar en la esclusa y ver que sobre el traje que te quitas hay ¨¦bola¡±.
De la Calle no se atreve a decir si tendr¨ªa que ser el Carlos III u otro lugar ¡ª¡°es una decisi¨®n pol¨ªtica¡±, asegura¡ª, pero s¨ª est¨¢ convencido de que ¡°Espa?a debe tener una unidad o un centro preparado para este tipo de enfermedades¡±. En otros pa¨ªses europeos existen, a?ade. El Carlos III, que sol¨ªa estar especializado en enfermedades infecciosas, fue desmantelado hace un a?o para convertirlo en un centro para hospitalizaciones largas. Por suerte, a¨²n no hab¨ªan empezado las obras y las habitaciones especiales de aislamiento, aunque cerradas y acumulando polvo, segu¨ªan existiendo.
Con el contagio de Romero, la Comunidad de Madrid decidi¨® reformar m¨¢s estancias y hacerles esclusas (las peque?as habitaciones donde los sanitarios se quitan los trajes de protecci¨®n) m¨¢s amplias. ¡°Para el ¨¦bola eran mejorables¡±, dice el m¨¦dico. Es el ¨²nico atisbo de cr¨ªtica: ¡°No se ha rectificado, se ha mejorado¡±. Asegura que no ha habido improvisaci¨®n, que los equipos de protecci¨®n siempre han sido los correctos y que ¡°nunca¡± ha temido por su seguridad. ¡°Miedo no he tenido, pero s¨ª respeto. En la esclusa eres consciente de que necesitas absoluta concentraci¨®n, los cinco sentidos. Ha ocurrido que alguien ha tenido ataques de ansiedad y no ha entrado. Yo mismo, cuando me he notado cansado, no he entrado. No te puedes arriesgar¡±.
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