Absueltos en las urnas
La corrupci¨®n ha pasado una factura limitada a los imputados incluidos en las listas electorales
A pocos d¨ªas de las elecciones auton¨®micas y municipales de 2011, resonaba en la cabeza de los valencianos el cari?oso ¡°amiguito del alma¡± con el que el entonces presidente de esa comunidad, Francisco Camps, se hab¨ªa dirigido a ?lvaro P¨¦rez, alias El Bigotes, uno de los cabecillas de la trama G¨¹rtel, en una conversaci¨®n telef¨®nica grabada por la polic¨ªa. El dirigente popular se enfrentaba a esa cita con las urnas con el lastre de estar pendiente de la apertura de juicio oral por recibir presuntamente trajes gratis del empresario, al que su Gobierno adjudic¨® decenas de contratos a dedo. Poco import¨®. Camps y su equipo revalidaron su victoria: aunque el PP baj¨® en porcentaje de voto, gan¨® un esca?o m¨¢s.
El pol¨ªtico fue absuelto meses despu¨¦s por ese caso. Pero en aquella campa?a electoral estuvieron presentes las investigaciones sobre la supuesta financiaci¨®n ilegal de su partido en esa comunidad (una docena de imputados se han llegado a sentar en la bancada popular de las Cortes Valencianas por ello). La aparente indignaci¨®n que generan los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en la opini¨®n p¨²blica ¡ªson la principal preocupaci¨®n de los espa?oles despu¨¦s del paro, seg¨²n el CIS¡ª apenas ha pasado factura en las urnas. Los expertos explican que el contexto econ¨®mico (en ¨¦pocas de bonanza hay m¨¢s permisividad), el tipo de corrupci¨®n (si beneficia solo al corrupto o, de forma indirecta, a m¨¢s gente), el sistema de listas cerradas y la falta de una alternativa pol¨ªtica han blindado a muchos.
En las elecciones municipales de 2007, cuando todav¨ªa no hab¨ªa estallado la crisis, el 70% de los alcaldes imputados salieron reelegidos, seg¨²n los datos de la Fundaci¨®n Alternativas, que se centra en comicios locales porque se consideran un term¨®metro muy directo e individualizado del castigo en las urnas. En las siguientes municipales, de 2011, con la tasa de desempleo subiendo, el porcentaje se mantuvo en un considerable 58% (40 de 69 candidaturas).
A esta ¨²ltima cita concurrieron en las listas un centenar de candidatos implicados en procesos judiciales. Los sospechosos tuvieron entre un 2% y un 4% menos de apoyo que los aspirantes sobre los que no pesaba la sombra de la duda, seg¨²n una investigaci¨®n realizada por los profesores Pablo Fern¨¢ndez-V¨¢zquez, Pablo Barber¨¢ y Gonzalo Rivero, de la Universidad de Nueva York.
¡°Cuando la situaci¨®n econ¨®mica es buena, sobre todo en el caso de la corrupci¨®n urban¨ªstica, hay gente que percibe que eso genera actividad, y por tanto empleo, m¨¢s dotaciones p¨²blicas y una mejora de la calidad de vida¡±, explica Fernando Jim¨¦nez, profesor de la Universidad de Murcia. ¡°Los costes de esas pr¨¢cticas ilegales se ven a largo plazo; y se hacen m¨¢s evidentes cuando la econom¨ªa est¨¢ en crisis¡±, a?ade Jim¨¦nez, que est¨¢ convencido de que un fen¨®meno como el de Jes¨²s Gil (cuatro mayor¨ªas absolutas consecutivas) no podr¨ªa repetirse en la Marbella de hoy, que ha comprobado el perjuicio generado tras a?os de saqueo.
Los ciudadanos son m¨¢s tolerantes con el corrupto cuando creen que su gesti¨®n, de forma indirecta, les beneficia
Tras varios a?os de crisis, hay cada vez m¨¢s ciudadanos indignados. En las elecciones europeas (donde los votantes suelen expresar con menos reparo su voto de castigo) ya se reflej¨® ese descontento. Falta por ver qu¨¦ pasar¨¢ en las pr¨®ximas municipales y generales, con un voto m¨¢s pragm¨¢tico.
Las listas cerradas dificultan los castigos individualizados. ¡°El corrupto va arropado por otros candidatos que gustan al ciudadano, que no est¨¢ dispuesto a dejar de votar a la opci¨®n que encaja con sus valores¡±, explica. Si el aspirante de la oposici¨®n no convence, por falta de honestidad o escasa eficacia profesional, m¨¢s razones para votar al malo conocido. ¡°Se percibe que todos son unos corruptos y da igual a qui¨¦n votar¡±, a?ade otra experta, Eva Anduiza, de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, coautora de varios experimentos sobre el impacto de la corrupci¨®n en las urnas. Y comenta otro elemento: ¡°Si el partido afectado no reconoce la corrupci¨®n, se le castiga menos¡±. La polit¨®loga resalta la importancia de los medios de comunicaci¨®n: por un lado, muchos votantes piensan que las informaciones son interesadas y no se las creen; por otro, hay medios que apenas hablan de los esc¨¢ndalos, que pasan m¨¢s desapercibidos.
Escaso castigo hubo en los municipios de la rama madrile?a de G¨¹rtel, donde en las ¨²ltimas municipales volvi¨® a ganar el PP en localidades expoliadas como Boadilla del Monte. Lo mismo que en Alicante, en cuya lista iba Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, detenido un a?o antes por su implicaci¨®n en el caso Brugal. Jos¨¦ Luis Baltar, antiguo dirigente popular en Ourense, presumi¨® de decenas de victorias electorales pese a sus poco transparentes pr¨¢cticas caciquiles, por las que fue condenado en julio pasado. Ese mismo estilo de gobernar caracteriz¨® a Carlos Fabra, aunque el l¨ªder castellonense no concurri¨® finalmente a las elecciones de 2011, disuadido por el PP.
Por parte del PSOE, el partido consigui¨® seguir gobernando en Andaluc¨ªa, pese al esc¨¢ndalo de los ERE falsos, con el apoyo de socios tras las elecciones de 2012. La alcaldesa socialista de Grazalema, Mar¨ªa Jos¨¦ Lara, revalid¨® victoria en 2011 a pesar de estar acusada de cinco delitos relacionados con el desv¨ªo del r¨ªo Guadalete.
Ese mismo a?o el alcalde de Quesada (Ja¨¦n), Manuel Vallejo, volvi¨® a salir elegido pese a haber sido condenado ocho meses antes a seis meses de inhabilitaci¨®n por no evitar el urbanismo ilegal en su municipio (aleg¨® que ten¨ªa recurrida la sentencia).
Algunos de estos imputados, finalmente, fueron absueltos por la justicia, como Camps y los alcaldes de Grazalema y Quesada;?otros, no; como Fabra y Baltar.
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