Los ni?os invisibles
Centenares de menores circulan por Espa?a fuera de los radares tras haber entrado con sus madres de forma irregular. Los tratantes los usan para extorsionar a las mujeres
El llanto de los beb¨¦s es un continuo ruido de fondo en el centro de acogida de inmigrantes de una localidad andaluza. En las habitaciones hay cunas de madera, barre?os con ropas diminutas en remojo, un andador patas arriba y todo lo necesario para atender a la treintena de criaturas que un d¨ªa como hoy pululan por este gran edificio. Llegaron hace d¨ªas a las costas espa?olas y ahora sus madres y otras mujeres esperan la llamada de tel¨¦fono de la red de trata de personas que las ha ayudado a entrar en Espa?a y que les informar¨¢ de qu¨¦ d¨ªa y a qu¨¦ hora abandonar¨¢n el centro de inmigrantes para no volver.
De poco servir¨¢ que la organizaci¨®n que les acoge alerte de que hay indicios de trata. Las mujeres cruzar¨¢n la puerta del centro con los beb¨¦s en brazos y desaparecer¨¢n ante la impotencia de la polic¨ªa y las ONG, incapaces de seguirles la pista por los burdeles y pol¨ªgonos de Espa?a. Tal vez meses o a?os m¨¢s tarde estos ni?os salgan a la luz en una operaci¨®n policial. Tal vez no.
Cientos de menores circulan por Espa?a de la mano de las redes de trata de personas y al margen del control de la Administraci¨®n, seg¨²n las estimaciones de organizaciones que trabajan con v¨ªctimas de trata. Los datos que aporta la fiscal¨ªa de C¨®rdoba hablan de 83 menores sospechosos de ser instrumentalizados al servicio de redes delictivas en lo que va de a?o. El cambio de perfil migratorio en los ¨²ltimos tiempos ¡ªde hombres sanos y solteros a la aparici¨®n de mujeres con ni?os¡ª ha pillado con el paso cambiado a las instituciones, que no acaban de encontrar un encaje legal e institucional capaz de ofrecer protecci¨®n a estos ni?os.
Los beb¨¦s africanos ejercen de visado para las madres y son, sobre todo, una pieza clave para las mafias, que los utilizan para extorsionar a las v¨ªctimas. Si una mujer llega a las costas espa?olas con un beb¨¦ en brazos, acabar¨¢ en un centro abierto, como el andaluz, del que podr¨¢ entrar y salir con total libertad. En cambio, si viene sola, la probabilidad de acabar en un centro de internamiento (CIE) y despu¨¦s ser repatriada a su pa¨ªs se dispara. En parte por eso, los embarazos y los partos son omnipresentes en el largo camino que lleva a las mujeres hasta Europa, en el que sufren violaciones sistem¨¢ticas.
Ya en Espa?a, fuera del radar de las instituciones, los tratantes separan a los ni?os de las mujeres y comienzan a?os de explotaci¨®n en pol¨ªgonos y burdeles. A las mujeres se las reparte por el territorio nacional o se las env¨ªa a prost¨ªbulos en otros pa¨ªses europeos. Los beb¨¦s pasan a manos de una mami de la red, que se hace cargo de ellos y que los utiliza para extorsionar a las mujeres. Si quieren que sus hijos coman, si quieren que no les pase nada, deben prostituirse a buen ritmo para pagar la deuda contra¨ªda para llegar hasta Europa. ¡°Los ni?os forman parte del negocio desde el principio¡±, explica Teresa Fern¨¢ndez, abogada de Womenslink, una organizaci¨®n que sigue de cerca la trata. ¡°La red decide si las mujeres contin¨²an con su embarazo. Cu¨¢ndo y con qui¨¦n viajan. Despu¨¦s, las v¨ªctimas se mueven mucho en funci¨®n del acoso policial. Y los ni?os no acompa?an necesariamente a la madre¡±, a?ade.
Las operaciones policiales, junto con los escasos testimonios de v¨ªctimas que pasan a ser testigos protegidas, arrojan algo de luz sobre este siniestro entramado criminal. Este verano, la polic¨ªa detuvo a miembros de una red en Madrid, Toledo y Francia que manten¨ªa cautivos a dos ni?os de tres y cinco a?os. Meses antes, en Valmojado (Toledo) la polic¨ªa entr¨® en un piso y encontr¨® a dos ni?os de unos tres a?os medio sedados, con s¨ªntomas de desnutrici¨®n, y marcas en el cuerpo de los trapos con los que les ataban a las camas, seg¨²n la versi¨®n policial. En Puente Genil, hace dos a?os, una mami nigeriana mat¨® a un beb¨¦ de nueve meses que ten¨ªa a su cargo.
Los indicios apuntan a que estos casos son solo la punta de un iceberg cuyas dimensiones resultan desconocidas para instituciones y organizaciones humanitarias. Pero s¨®lo entre abril de 2013 y abril de 2014 Cruz Roja ha contabilizado la llegada a sus centros de 89 casos de mujeres acompa?adas de ni?os o beb¨¦s y con indicios de trata. ¡°Existe una carencia de datos generalizada respecto al n¨²mero de menores v¨ªctimas de trata¡±, concluye el informe del Defensor del Pueblo publicado en 2012 y que en buena parte sigue vigente. ¡°Escasean los procedimientos solventes de identificaci¨®n¡±, a?ade. Porque a pesar de que ha habido avances sustanciales y de que, desde el a?o pasado, una circular policial obliga a registrar a los beb¨¦s que llegan a las costas y someterles a pruebas de ADN, nadie sabe a ciencia cierta cu¨¢ntos menores entraron antes de que empezaran las anotaciones, d¨®nde est¨¢n, si van a la escuela o si viven secuestrados. Pero adem¨¢s, incluso en el caso de los registrados, tampoco se sabe si siguen en Espa?a ni en qu¨¦ condiciones. Cuando salen de los centros de inmigrantes se vuelven invisibles. No se sabe si ese ni?o va al colegio, si va al m¨¦dico o si sufre malos tratos. Est¨¢n en las bases de datos pero nadie los busca. Cuando se van, su caso se archiva.
Los beb¨¦s pasan a manos de una mami de la red, que se hace cargo de ellos y que los utiliza para extorsionar a las mujeres.
¡°Ahora puede haber cientos de ni?os por toda Espa?a¡±, estima Rosa Flores, responsable de programas de lucha contra la trata de Cruz Roja. Womenslink comparte esta estimaci¨®n. La polic¨ªa cont¨® en operaciones policiales a 29 menores v¨ªctimas de trata en 2013, el primer a?o que empezaron a registrar. ¡°Hay algunos a los que se localiza pronto, pero en otros casos pueden pasar a?os¡±, explica Jos¨¦ Nieto, inspector jefe de la Unidad Central contra las Redes de Inmigraci¨®n y Falsedades Documentales (UCRIF).
A la fiscal¨ªa de menores de C¨®rdoba se la considera puntera en asuntos de menores y trata. Carmen Rubio, la fiscal, piensa que queda mucho por hacer. ¡°El mayor problema es la falta de recursos¡±, lamenta. ¡°Este verano hemos estado desbordados. Las mujeres que, acompa?adas de sus supuestos hijos, negaban ser v¨ªctimas y rechazaban la protecci¨®n, pasaban delante de nosotros y les perd¨ªamos la pista¡±. Rubio cree que la llegada de ni?os ha pillado a las instituciones poco preparadas. ¡°Es una realidad muy nueva. Los servicios de protecci¨®n no estaban preparados¡±. Rubio cree que ha habido avances, pero no suficientes. ¡°Hace falta sensibilizaci¨®n, formaci¨®n y audacia como hubo con la violencia de g¨¦nero¡±. Y pide m¨¢s lugares donde las mujeres est¨¦n protegidas junto a sus hijos. Que se considere al menor desamparado y se le separe de su madre dista de ser la soluci¨®n ideal para algunas organizaciones. ¡°Corremos el riesgo de que la Administraci¨®n sea excesivamente protectora y retire a una madre la tutela de su hijo¡±, cree Rosa Cend¨®n, coordinadora de Adoratrices-Sicar, desde Barcelona. ¡°Si esto ocurre, ser¨¢ doble v¨ªctima¡±.
El 20% de las v¨ªctimas de tr¨¢fico de personas en Europa son menores, seg¨²n el reciente informe de Naciones Unidas sobre tr¨¢fico de personas en el mundo.
Fue en torno a 2007 cuando empezaron a llegar a Espa?a ni?os en las pateras. ¡°Poco a poco nos dimos cuenta de que esas mujeres no ten¨ªan un proyecto migratorio¡±, recuerda Flores. ¡°No sab¨ªan ni en qu¨¦ pa¨ªs estaban. No conoc¨ªan a nadie aqu¨ª. Al d¨ªa siguiente, las ven¨ªa a buscar su brother y no las volv¨ªamos a ver¡±.
En Cruz Roja empezaron a documentar estos casos y en 2009 ten¨ªan ya unos 300 de menores. Se dieron cuenta de que muchos de esos ni?os no eran hijos de aquellas mujeres. Cuando los pon¨ªan en brazos de sus supuestas madres, lloraban llamando a su mam¨¢. Concluyeron que la red los met¨ªa y los sacaba de Espa?a en brazos de distintas mujeres. A la vez, iban floreciendo menores en las operaciones policiales. Las primeras pruebas de ADN confirmaron que no hab¨ªa v¨ªnculo filial. Desde entonces, ha disminuido dr¨¢sticamente el n¨²mero de mujeres que llegan a Espa?a con ni?os que no son suyos. El informe del Defensor del Pueblo recomend¨® despu¨¦s el registro de los peque?os y en 2013 la polic¨ªa empez¨® a tomarles huellas, fotos y muestras de ADN. Hasta entonces, el menor no exist¨ªa a ojos del Estado
Los progresos son evidentes, pero la realidad que aflora con cuentagotas demuestra que queda mucho por hacer. A Milagros N¨²?ez, responsable de Ayuda Humanitaria e Inmigraci¨®n de Cruz Roja le preocupa como a otros expertos consultados las consecuencias negativas de la descentralizaci¨®n de las competencias, que hace que la soluci¨®n dependa de la comunidad aut¨®noma en la que caiga la v¨ªctima. N¨²?ez pide, para empezar, un registro con car¨¢cter nacional; que Interior centralice los datos como hace con las v¨ªctimas del terrorismo. Sugiere tambi¨¦n ¡°establecer un protocolo de seguimiento para las v¨ªctimas de trata que vienen con ni?os¡±.
Las mermadas iniciativas oficiales se topan con la desconfianza de unas mujeres que se f¨ªan m¨¢s de los tratantes que del Estado. Piensan que cuando paguen la deuda, la red les devolver¨¢ a sus hijos. Con el Estado no lo tienen tan claro. Por eso no denuncian, no cuentan. Son tumbas.
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