El minucioso e intocable juez
A un a?o de jubilarse, Jos¨¦ Castro ha dictado el procesamiento de su vida: el de la Infanta Respetado por sus colegas, es un magistrado que va por libre
El juez Jos¨¦ Castro se asomaba a la calle desde las ventanas de la sala de vistas en su antiguo juzgado de lo Social para observar, antes de resolver una demanda, si la persona que acababa de estar ante ¨¦l en un juicio de reclamaci¨®n de una indemnizaci¨®n o pensi¨®n por incapacidad segu¨ªa arrastrando los pies, cojeaba o corr¨ªa como un gamo. La pasada Nochebuena, mientras estaba de guardia, no neg¨® aquella situaci¨®n, sonri¨® sonrojado.
El instructor del caso N¨®os, que mand¨® al banquillo a la infanta Cristina tras hacerle cara a cara 400 preguntas como imputada, es en juez minucioso, recto y campechano. A este cordob¨¦s, con 30 a?os de vida en Mallorca, le gustan mucho las canciones de Joaqu¨ªn Sabina y coincide en comidas de conocidos con el baladista Tomeu Penya, con el que habla de m¨²sica y de cosas mundanas.
Amante confeso del "jam¨®n-jam¨®n", ejerce de generoso anfitri¨®n de sus funcionarios y amistades, a los que prepara sus preferencias culinarias: salmorejo, pimientos asados, esqueixada de bacalao, verduras guisadas y solomillos a la brasa. En su cocina abierta con barra, pa?o en mano, sirve y atiende al coro. Una vez detall¨® que ser¨ªa un buen barman de su Casa Pepe. En las cafeter¨ªas de meriendas y men¨² que frecuenta cerca del juzgado es aficionado a los guisos, las lentejas, por ejemplo.
Es el juez titular m¨¢s veterano de Palma y uno de los m¨¢s considerados entre sus compa?eros. Pero va por libre, sin filias gremiales o activismo social exterior. A un a?o de cumplir la edad de lo que llama la "tan forzada como tediosa jubilaci¨®n" ha dictado el auto de su vida, inscrito ya en la historia inmediata: la apertura del juicio oral que llevar¨¢ ante un tribunal a la infanta Cristina, a su esposo I?aki Urdangarin, al expresidente de Baleares Jaume Matas y a otros 14 acusados de corrupci¨®n.
Trabaja interconectado entre el despacho y su domicilio, con su potente ordenador particular. No usa carritos ni maletas. Tiene el asunto en la cabeza y en los l¨¢pices inform¨¢ticos de memoria. La causa madre del caso N¨®os, el caso Palma Arena, es un sumario gigante dividido en 27 piezas separadas que le ocupa desde 2008 junto al fiscal anticorrupci¨®n Pedro Horrach. Son los art¨ªfices de la obra.
La pareja profesional ideal Castro-Horrach es una extra?a pareja que rompi¨® su relaci¨®n profesional por una mujer: Cristina de Borb¨®n. Han convivido muchos d¨ªas y han compartido expediciones judiciales, viajes de registros e interrogatorios en fin de semana. Tambi¨¦n alg¨²n guateque.
Castro y Horrach han sido las bestias negras del poder pol¨ªtico sospechoso de corrupci¨®n en Baleares. Jaume Matas intent¨® marginar al juez de la causa y presion¨® subterr¨¢neamente para que Horrach no le interrogara. El expresidente (preso por una de las piezas separadas de la macrocausa, con condena de nueve meses) es el primer actor del sumario global e intent¨® recusar al instructor por "fobias pol¨ªticas" y "antipat¨ªa personal". Su abogado denunci¨® al juez por filtraciones. Un amigo de Matas, Vicente Mart¨ªnez Pujalte, del PP, un diputado l¨¢tigo, lanz¨® gruesas diatribas contra la actuaci¨®n del juez. Una vez, le esquiv¨® en un local de Palma.
Abuelo de cuatro nietos de sus tres hijos varones, atl¨¦ticos deportistas que ejercen en el ¨¢mbito del Derecho, ha vendido su moderna casa ante el mar. Durante la instrucci¨®n del caso N¨®os, uno de sus portales apareci¨® pringado con defecaciones. Otro, con la cerradura sellada. Ha sido v¨ªctima de seguimientos fotogr¨¢ficos.
Con sus vecinos, Castro coloc¨® en su balc¨®n un cartel contra la ampliaci¨®n gigante del puerto de pescadores del Molinar. Puso a la venta su casa, por m¨¢s de un mill¨®n de euros, en webs con su n¨²mero de m¨®vil. Se ha comprado un ¨¢tico, cerca, en el mismo barrio popular. Junto a su compa?era, Mar¨ªa, ver¨¢ la bah¨ªa y la ciudad desde 14 pisos de altura, ya sin la pesada hipoteca para un futuro pensionista. Ahora lo adec¨²a para mudarse.
Le acusaron de protagonismo y obsesi¨®n al escrutar en la actividad privada de la hermana del rey Felipe VI y querer citarla ante ¨¦l. En un auto, neg¨® que sus decisiones judiciales estuvieran basadas en grandes "expectativas personales".
Los cuatro a?os de investigaci¨®n hasta culminar el caso N¨®os han sido una aventura. "Yo solo hago lo que Pedro Horrach me dice", sosten¨ªa el juez antes de la ruptura total del t¨¢ndem, al plantearse la imputaci¨®n de la Infanta, que desestim¨® el acusador p¨²blico. "Castro va de estrella, se cree el juez del pueblo y borde¨® la pre-va-ri-ca-ci¨®n", dice una letrada adversa.
El fiscal Horrach ¡ªun temido intocable como el juez que asume el papel de malo¡ª acus¨® a su compa?ero de obrar contra Cristina de Borb¨®n, influido por los medios, en "la mera especulaci¨®n, cuando no la pura ficci¨®n" y "sin neutralidad, con falta de imparcialidad y objetividad".
Castro respondi¨®: "Que me denuncie por prevaricaci¨®n". El fiscal insisti¨® y consider¨® que con la Infanta no se respeta la presunci¨®n de inocencia y era acusada solo bas¨¢ndose en sospechas. El juez Castro apunt¨® que no se deben "cerrar los ojos ante las sospechas". Castro cont¨® con el apoyo de los magistrados de la Audiencia Provincial de Palma, que reprendieron al fiscal. "En mi libertad de expresi¨®n no cabe la imposici¨®n del silencio", replic¨® Horrach, respaldado siempre por sus compa?eros.
Pionero al afrontar con la fiscal¨ªa los casos de corrupci¨®n, Castro desentra?¨® el caso Calvi¨¤, de 1992, cuando el PP quiso comprar el voto de un concejal y reconoci¨® la validez de una cinta aportada por el acosado. La Audiencia Provincial y el Tribunal Supremo sellaron en condena el esc¨¢ndalo del cohecho en tentativa.
Castro ¡ªque siempre apela al tuteo con el interlocutor de confianza¡ª us¨® su mejor traje de raya diplom¨¢tica y una condecoraci¨®n policial para interrogar en febrero a la Infanta. En las redadas antidroga se arremanga. En los juicios de faltas es paternal y seco. Acredit¨® una imagen de "juez justiciero, en el buen sentido de la palabra: busca la verdad a fondo y hace respetar la ley con severidad", seg¨²n el fiscal Ladislao Roig. Este recuerda como en una guardia sac¨® al patio de los juzgados a un detenido, un ladr¨®n de motocicletas, para reconstruir un robo: "?Macho, acomp¨¢?ame! Esta es mi moto, mu¨¦strame c¨®mo haces el puente".
Los volcanes informativos alrededor del juzgado de Castro estallan alrededor de la Navidad: el 22 de diciembre dicto auto de apertura de juicio oral donde incluy¨® a la Infanta, imputada el 7 de enero pasado. Un 29 de diciembre de 2011 imput¨® a I?aki Urdangarin. Y en las horas de misas y cenas de la Nochebuena de 2009, juez y fiscal buscaron cajas fuertes ocultas en el palacete de Matas en Palma.
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