Adolescentes en la era Instagram
Se mueven entre el pasotismo y el consumismo. Acostumbrados a una vida de entretenimiento y de series, los j¨®venes describen el presente como ¡° inestable e injusto¡±
Su idea de una jornada ideal pasa por no acudir a clase, no madrugar, tener una tarjeta black (¡°pero sin corrupci¨®n¡±) y estar con los amigos y pasarlo bien. Lo cuentan entre risas y algo de rubor seis alumnos, de 17 a?os, del Instituto Severo Ochoa, en la localidad madrile?a de Alcobendas. Chicos de clase media, la mayor¨ªa de padres divorciados y con problemas escolares, motivo por el que han sido derivados a Diversificaci¨®n o al Programa de Cualificaci¨®n Profesional Inicial Voluntaria, cursos para obtener la ESO con contenidos m¨¢s bajos. Todos consideran a la familia como un valor fundamental. ¡°La convivencia es buena aunque discutimos mucho. Me repite las cosas muchas veces y me rallo.Ella suele llevar raz¨®n pero a veces resulta pesada¡±, cuenta Daniel Le¨®n Vargas, de 16. Su sue?o ser¨ªa irse con su novia a vivir a otra ciudad, quiz¨¢s Nueva York.
?Les mola mazo o les renta pero no se han chinado; viven en la keli y no les va el canteo. Estamos en el recreo, tres horas despu¨¦s de su llegada al centro escolar. Como el resto de sus compa?eros entraron en tromba al patio, a las ocho de la ma?ana. Todav¨ªa quedaban unos segundos para una ojeada r¨¢pida a la pantalla del m¨®vil y enviar un ¨²ltimo WhatsApp. El centro escolar lo deja bien claro en los carteles pegados por las paredes. En clase est¨¢n prohibidos los m¨®viles, sobre todo para proteger a los profesores de filmaciones vejatorias que luego se cuelgan en Youtube. Para evitar conflictos los dejan sobre una mesa y se los devuelven a la salida. El castigo por usarlo en clase es una semana sin m¨®vil. Los usan en los pasillos y los profes muchas veces hacen la vista gorda. Pillarlos con ellos en la mano supone un conflicto a?adido y un enfrentamiento que conviene evitar. De los m¨¢s de tres millones de adolescentes espa?oles (muchachos de edades comprendidas entre los 12 y los 17 a?os) un 84%, posee tel¨¦fono m¨®vil para su uso personal, pagado por sus padres, seg¨²n datos del Instituto de la Juventud, basados en una encuesta de 2012. El sondeo avisaba de la tendencia al alza. Duermen con el m¨®vil y miran la pantalla al menos un centenar de veces al d¨ªa. Espa?a se encuentra en la media de Uni¨®n Europea y en todos los estados miembros se comprueba el mismo ascenso y comportamiento. Igual que su relaci¨®n con las redes sociales que ya ha acabado por generalizarse. Su uso es mayor cuanto menor es la edad. En poco m¨¢s de tres a?os se ha pasado del 60% en 2009 al 90% en 2011.
Infantiles, consumistas, cr¨ªticos, de moral relajada, acostumbrados a una vida de entretenimiento y de series, los adolescentes de la era Instagram ya no van tan a lo grande como sus hermanos mayores. En su playlist suena Nirvana, Arctic Monkeys, Red Hot Chili Peppers, Imagine Dragons, David Guetta y algo del peor reggaeton. Entre sus prioridades no figura cambiar el mundo pero s¨ª su entorno. Son m¨¢s individualistas que las generaciones que los han precedido. ¡°Mis alumnos son muy de tripas, se mueven por instinto, pueden leer cualquier cosa sin necesidad de intelectualizar nada. En esos a?os, les afectan sobremanera las separaciones de los padres. Llevan una vida muy de entretenimiento; se r¨ªen con programas como Ad¨¢n y Eva, la exaltaci¨®n de la estupidez supina, pero son clientes fieles de series como Homeland o Juego de tronos¡±, cuenta Victoria Men¨¦ndez, profesora de Lengua y de Ingl¨¦s del Severo Ochoa. Lleva 25 a?os en la ense?anza y casi siempre con adolescentes. ¡°Antes se rebelaban contra todo, ahora no necesitan pelear tanto como anta?o. Disponen de un mundo propio que Internet y las redes sociales han contribuido a crear pero los veo muy positivos y honestos¡±.
Dicen que somos vagos y que solo estamos para jugar a la play y divertirnos. Estamos hartos de estereotipos¡±, dice Jaime Alba
Seg¨²n el estudio J¨®venes y valores sociales, del Centro Reina Sofia, los adolescentes espa?oles han asumido que les tocar¨¢ vivir una vida low cost. Han aceptado que deben revisar a la baja sus expectativas, fundamentalmente en relaci¨®n con perspectivas o proyectos personales. Describen el presente como ¡°incierto, inestable e injusto¡±. Se sienten enga?ados y desconf¨ªan del sistema. En general culpabilizan a las instituciones adultas ¡ªde las que no se sienten part¨ªcipes¡ª pero focalizan su desconfianza especialmente en la pol¨ªtica tradicional y en la figura del pol¨ªtico profesional. Cada vez son m¨¢s los que apuestan por actitudes de compromiso social y de cambio. El fil¨®sofo Jos¨¦ Antonio Marina cree que los j¨®venes del siglo XXI son conscientes de que se ha roto un pacto social impl¨ªcito. ¡°Antes la sociedad le dec¨ªa al joven que si cumpl¨ªa su alianza y se portaba bien la comunidad estar¨ªa en condiciones de responder pero eso se ha fracturado. Hemos ido a una ¨¦poca de impotencia confortable, en el sentido de decir, esto es lo que hay y me voy a ir acomodando para aprovechar lo que tengo, sin grandes esperanzas. Desde hace unos cuantos a?os, pensando que los estamos cuidando lo que estamos es conden¨¢ndolos al des¨¢nimo, los mimamos para luego abandonarles¡±.
Adolescencia. Su uso se ha generalizado pero el concepto teen como tal tiene su origen, en los a?os cincuenta del siglo pasado. En todas las culturas exist¨ªa un rito de paso, de final de la infancia a otra vida, pero se ha creado espec¨ªficamente un espacio formativo que se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial y que coincide con mejoras notables como la escolarizaci¨®n total y la llegada de los j¨®venes al mundo del trabajo a partir de la mayor¨ªa de edad. En ese tiempo se han vertido r¨ªos de tinta tratando de analizar la rebeld¨ªa adolescente, algo que b¨¢sicamente no ha cambiado con el tiempo aunque ahora surjan nuevas teor¨ªas sobre esa etapa de la vida. En la adolescencia se desarrollan las grandes capacidades sentimentales e intelectuales. Tambi¨¦n la mayor parte de las adicciones nacen en esa etapa. Hasta ahora, muchos de los comportamientos escandalosos o un poco arriesgados lo atribu¨ªamos a las pobres hormonas pero nuevas teor¨ªas proponen aprovechar esa etapa en lugar de malgastarla.
El talento de los adolescentes (Ariel), nuevo t¨ªtulo de Jos¨¦ Antonio Marina, anuncia el cambio de modelo que se est¨¢ viendo en muchos pa¨ªses y por caminos distintos: ¡°No se trata solo de un asunto sociol¨®gico y pedag¨®gico, el cambio viene de la mano de la neurolog¨ªa. Hasta ahora, sab¨ªamos que hab¨ªa un gran periodo de aprendizaje que era pr¨¢cticamente donde se consolidaba todo y eso sigue siendo verdad, pero lo que no hab¨ªamos sospechado es que en la adolescencia se produce un redise?o completo del cerebro. Es como si la naturaleza hubiera preparado el cerebro primero para hacerse cargo de un mundo al que el pobre ni?o llega tremendamente despistado y luego lo vuelve a aprovechar para que se independice y se haga adulto. Es como atravesar dos etapas de enorme plasticidad¡±.
En el Severo Ochoa, los problemas los dan 25 alumnos de una plantilla de 1050, un porcentaje m¨ªnimo pero, como sucede en otros centros escolares, en torno a esos conflictos se articula la leyenda. ¡°Se ha generalizado el mito de la crisis de la adolescencia, cosas como que de repente lo pasan muy mal, con angustia vital, seres imprevisibles e irresponsables y eso no es as¨ª, pero si lo repetimos un buen n¨²mero de veces acabaremos por creerlo¡±, recalca Marina.
A mediod¨ªa, la puerta del instituto madrile?o Beatriz Galindo, se transforma en una marea de sudaderas, deportivas, vaqueros y leggins. Solo unos pocos encienden ansiosos un pitillo antes de despedirse hasta el d¨ªa siguiente. Julia y Clara Nolla, hermanas de 15 a?os, alumnas biling¨¹es de cuarto de la ESO ¡°odian¡± que le presenten el futuro que les espera como un mundo donde habr¨¢ m¨¢s pobres y trabajos peor remunerados. ¡°Necesito tener ideales, ya basta de amenazas. Entiendo que nos preparan para ser mayores pero estamos en nuestro derecho de so?ar. Pienso en el ma?ana como algo lejano aunque, sinceramente, espero que se hayan resuelto los problemas econ¨®micos cuando sea mayor¡±, dice Clara. Las hermanas no se dejan llevar por la ¡°yupi vida¡±. Clara toca el bajo en un grupo, saca buenas notas y no sabe bien lo que quiere ser de mayor, quiz¨¢s psic¨®loga. Su hermana Julia comparte esa opini¨®n sobre c¨®mo los adultos tratan de contarles la vida a partir de su experiencia y, claro, ellas quieren vivir su ¡°propia vida¡±. Ambas dieron un paso al frente cuando se debat¨ªa la reforma de la Ley del aborto que propon¨ªa el entonces Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallard¨®n. ¡°Mucha gente se qued¨® en sof¨¢ pero pensamos que era el momento de hacer algo. Fuimos a las manifestaciones. Si se juega con nuestro futuro hay que intentar cambiarlo¡±, cuenta Julia. En el centro escolar disponen de una capilla pero ellas ni son creyentes ni han sido bautizadas. Les gusta que Religi¨®n sea una optativa.
El fin de semana, los que no juegan al f¨²tbol salen a ¡°a divertirse¡± con los amigos. Recalan en los parques cercanos, las boleras o los pubs. Evitan la violencia pero reconocen que en cualquier momento puede llegar un gamba con ganas de liarla. Basta un ¡°?y t¨² que miras?¡± desafiante para que las cosas se compliquen. De vez en cuando, puede caer alguna cerveza, pero no es lo habitual aunque ninguno niega que en su entorno se fuma (porros tambi¨¦n) y se bebe alcohol con total naturalidad. Las encuestas m¨¢s recientes del Instituto de la Juventud apuntan que un 55% puede llegar a casa a la hora que quiere y el 50,6% por ciento puede beber copas sin problemas. ¡°La tolerancia con el alcohol es muy est¨²pida. No nos preocupa el botell¨®n sino el efecto que produce entre los vecinos¡±, a?ade Marina. Sostiene que estamos importando el modelo n¨®rdico: emborracharse cuanto antes consumiendo bebidas fuertes. ¡°Hasta en esto estamos modificando la sana costumbre mediterr¨¢nea de tomar bebidas suaves que acompa?aban la conversaci¨®n y la fiesta¡±.
A los alumnos de Victoria Men¨¦ndez no les gusta que la polic¨ªa los trate como delincuentes ¡°por sistema¡±, una queja que comparten algunos de sus alumnos. En ocasiones, protesta Jonatan Cueva, alumno de Diversificaci¨®n, ¡°estamos sentados en un banco hablando tranquilamente y los secretas nos piden que nos identifiquemos o que ense?emos las mochilas¡±. Las multas por beber pueden llegar a los 500 euros.
Pensando que los cuidamos, los condenamos al des¨¢nimo, los mimamos para luego abandonarlos", cuenta Jos¨¦ Antonio Marina
Virginia del ?lamo, compa?era de clase, toca en Bus Stop, un grupo de sonidos ac¨²sticos, que se foguea art¨ªsticamente en peque?os antros. El domingo visit¨® el Rastro madrile?o en busca de banderas anarquistas y republicanas para decorar los locales de ensayo. Toca la guitarra, el bajo y la bater¨ªa. Se lleva bien con sus padres aunque no le gusta que la fiscalicen o que su padre la llame al m¨®vil cuando est¨¢ con los amigos exigiendo que vuelva a casa ¡°ya mismo¡±.
Su compa?ero, David Alc¨¢zar, de 17 a?os, quiere ser polic¨ªa. Desde peque?o admira a los agentes que protegen a las mujeres maltratadas y le gustan los documentales de Polic¨ªas en acci¨®n. Ni la profesora ni los alumnos soportan la imagen estigmatizada que se tiene de esta etapa de la vida que la RAE define como aquella en que se pasa de la ni?ez al desarrollo completo del organismo, lo cual influye en el car¨¢cter y en el modo de comportarse.
Hace 25 a?os, cuando Men¨¦ndez empez¨® a impartir clases, le¨ªa a sus alumnos Tiempo de silencio, algo impensable en la generaci¨®n Instagram. ¡°Ahora, no lo entender¨ªan. Usan un lenguaje muy limitado y plagado de onomatopeyas. En clase solo se pueden leer fragmentos. Elegimos los m¨¢s atractivos y asequibles¡±. Entre las lecturas recomendadas figuran La Celestina y el M¨ªo Cid, pero algunos profesores, sobre todo si no dependen de grupos cerrados, prefieren iniciarlos en otras lecturas. Ha probado con textos tan dispares como las rimas de B¨¦cquer y algunos fragmentos de Gomorra y ha triunfado: ¡°?Profe, d¨®nde venden ese libro?¡±. Le importa un bledo lo que lean con tal de que lean.
Fernando J. L¨®pez profesor de un grupo de teatro del instituto madrile?o San Juan Bautista, en el que participan treinta alumnos de entre 14 y 18 a?os, comparte plenamente esa tesis. Se rebela ante lo que considera una aberraci¨®n: ¡°El sistema es mecanicista y eso no favorece la creatividad. ?C¨®mo es posible que digamos que los adolescentes no leen en absoluto si luego se agotan determinadas lecturas? la cuesti¨®n no es que no leen, sino que no leen lo que nosotros queremos que lean¡±, dice. Como profesor y escritor, autor de La edad de la ira, un best seller juvenil y una novela de iniciaci¨®n que narra desde dentro la vida en una escuela de un grupo de adolescentes, trata de ponerse en la piel de los chicos y ofrecerles textos que les puedan interesar para convencerles de que la literatura es fascinante. Su retrato de los j¨®venes con los que trabaja a diario rebosa optimismo. ¡°Viven en la edad en la que te formas como persona y trazas las relaciones con tu entorno. Adolescente es el que adolece de algo y ellos est¨¢n llenos de ganas de hacer cosas, aunque, a veces, no sabemos conectar con eso. Los profesores y los padres marcan mucho, demandan pero no comunican. ?Qu¨¦ necesitamos de verdad? un lenguaje com¨²n¡±. A pesar de la edad del pavo o precisamente por ello en esos a?os se pueden generar vocaciones, intereses y aficiones. La idea de este escritor es que se combine la exigencia con el optimismo. ¡°Los chicos de hoy adem¨¢s de las clases llevan a cabo actividades extra escolares. Son muy capaces¡±.
Todos conocen y se enorgullecen de Malala, la joven paquistan¨ª de 17 a?os, que obtuvo en el a?o que acab¨® el jueves el Premio Nobel de la Paz. Sergio Gato, de 15 a?os, y Jaime Alba, de 14, alumnos de cuarto de la ESO en el colegio privado Ram¨®n y Cajal, compaginan los estudios con la exploraci¨®n de cosas nuevas. ¡°Ya se pas¨® la ¨¦poca en que busc¨¢bamos el v¨¦rtigo en el parque de atracciones, ahora tenemos un punto de vista diferente de las cosas¡±, apunta Gato. ¡°Mucha gente piensa que somos vagos y solo estamos para nuestras cosas, que se resumen en jugar a la play y salir los viernes pero nosotros tambi¨¦n estamos hartos de clich¨¦s¡±, a?ade Alba. Ambos han creado con el dinero de sus ahorros (900 euros) una firma de ropa, Kuone, que vende camisetas y sudaderas. Tienen planes de ampliaci¨®n para el verano. En clase trabajan con el iPad y para la asignatura Iniciativa emprendedora, una hora semanal, dise?aron una web que facilita la comunicaci¨®n para una parroquia del barrio de Ca?o Roto, surgido en los a?os 50 para acoger a los inmigrantes,
Todos los adolescentes consultados para este reportaje Dar¨ªan una oportunidad a Podemos, aunque luego sean como los dem¨¢s. Gato y Alba sostienen adem¨¢s que todos los partidos son malos y que hay que hacer una limpieza. Y vosotros con qui¨¦n os qued¨¢is: ¡°Con el partido de en medio¡±.
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