La terrateniente que bec¨® a un pueblo
Una anciana lega su rico patrimonio para pagar la educaci¨®n de sus vecinos
A Virginia P¨¦rez Buend¨ªa, al final, solo le qued¨® su pueblo. Sin hijos. Sin familiares cercanos. Muri¨® sola en su casa de Madrid, un privilegiado segundo piso del n¨²mero 23 de la calle del Marqu¨¦s de Cubas, a las espaldas del Congreso. Esta anciana de 86 a?os, menudita, falleci¨® el pasado septiembre sin que nadie la echara en falta. En un principio.
Hasta que hallaron su cad¨¢ver semanas despu¨¦s, cuando alguien se pregunt¨® d¨®nde se encontraba esta octogenaria que no paraba de moverse entre su domicilio de la capital, vivienda a la que acud¨ªa cuando estaba pachucha, y la finca que ten¨ªa en su municipio natal: Valverde de J¨²car (Cuenca). Un rico patrimonio al que se suman solares, acciones y tierras. Y para el que ella, antes de echarle un ¨²ltimo vistazo al mundo, ya hab¨ªa atado un futuro: decidi¨® dejarlo todo a los chavales de la localidad donde pas¨® la infancia y la mayor parte de su vida. Para que pudieran estudiar.
La mujer dej¨® escrito en su testamento que todas sus posesiones se dispusieran para la creaci¨®n de una fundaci¨®n que becase a los j¨®venes sin recursos. La instituci¨®n llevar¨¢ sus apellidos y la pondr¨¢n en marcha el alcalde, el juez de paz y el p¨¢rroco del pueblo. Como consta en el texto sellado en 1983, los albaceas no podr¨¢n vender nada. Pero s¨ª disponer del dinero l¨ªquido y alquilar los inmuebles para sacarles un rendimiento econ¨®mico.
¡°A¨²n no sabemos a cu¨¢nto asciende el total de la herencia, porque todav¨ªa tienen que valorarse los inmuebles y hacer inventario de sus posesiones¡±, relata Pedro Esteso, el regidor de este peque?o pueblo de 1.200 habitantes, que llevaba semanas sumido en rumores y cuchicheos. Los vecinos se preguntaban a qui¨¦n habr¨ªa dejado Virginia, enterrada a principios de octubre, su fortuna. Si a la Iglesia ¡ªde peque?a estudi¨® con las monjas¡ª; si a una protectora de animales ¡ª¡°le encantaban¡±, apostilla el primer edil¡ª. El misterio se desvel¨® este 25 de enero.
Congregados los paisanos en la Casa de la Cultura, se ley¨® en p¨²blico el documento, firmado y sellado el 20 de julio de 1983. ¡°Reunimos a todos para evitar falsas expectativas, porque estaba corriendo mucho esa frase de que hab¨ªa dejado todo para el pueblo. Y no es as¨ª¡±, subraya Arsenio Triguero, sacerdote de Valverde. Beneficiar¨¢ solo a la juventud que elija estudiar.
El religioso lleg¨® a esta localidad de 1.200 habitantes, ba?ada por el embalse de Alarc¨®n y donde a¨²n sobreviven cabinas telef¨®nicas en la calle, hace cinco d¨¦cadas. Corr¨ªan los a?os 60 y era alcalde Juan P¨¦rez, uno de los tres hermanos de la fallecida. Esa familia acomodada hizo primero dinero con el campo. Y despu¨¦s mont¨® una f¨¢brica de harinas en un edificio amarillo de tres plantas, que a¨²n pervive. Se mantiene en pie pero est¨¢ muy deteriorado por el paso de los a?os. Sus ventanas aparecen tapiadas con maderos y hay varios cristales rotos.
La fallecida reuni¨® solares y coches antiguos en Valverde de J¨²car (Cuenca)
La empresa estuvo funcionando hasta los a?os 90, seg¨²n cuenta Alejandro Rubio, un agricultor de 76 a?os y manos gastadas, que trabaj¨® para Virginia durante 39 a?os. Hasta hace apenas dos. Le labraba sus tierras ¡ªm¨¢s de 60 hect¨¢reas de una finca de casi 100¡ª, donde recolectaba el girasol y la cebada, materia prima abundante en la regi¨®n. Tambi¨¦n echaba una mano con las gallinas. ¡°Ella era muy trabajadora. Le encantaba el campo. Y se levantaba temprano. Ella me dec¨ªa que nunca, en toda su vida, se hab¨ªa despertado m¨¢s tarde de las ocho¡±, remacha el jornalero que la acompa?¨® durante casi cuatro d¨¦cadas.
La octogenaria no trataba demasiado con los vecinos. Cuando aterrizaba en el pueblo, donde pasaba largas temporadas, sol¨ªa matar las horas en su finca. ¡°Le encantaba el campo¡±, subraya tambi¨¦n el alcalde, que se?ala c¨®mo la mujer muri¨® de una ¡°insuficiencia cardiorrespiratoria¡±.
A la lectura de su testamento fueron m¨¢s vecinos que a su entierro
Esteso la describe como una mujer ¡°especial, muy suya¡±. ¡°Muy culta, muy educada, muy correcta. Sab¨ªa estar¡±, a?ade el p¨¢rroco. ¡°Pero le gustaba hacer lo que ella quer¨ªa, que nadie se metiera en sus cosas¡±, la describe Rubio. Enamorada de los veh¨ªculos antiguos, Virginia sol¨ªa pasearse con su Land Rover por Valverde. Tambi¨¦n ten¨ªa un MG de mediados del siglo pasado. Y organizaba en su finca, hace a?os, caravanas de coches cl¨¢sicos.
¡°Aqu¨ª est¨¢ ella¡±, sentencia Antonio Blasco, mientras golpea con la palma de la mano el nicho del pante¨®n donde ¨¦l mismo le dio sepultura en octubre. Bajo la estatua de un ¨¢ngel y un cristo crucificado. Al fondo de una angosta escalera de ladrillo adonde se llega tras retirar tres pesadas losas de m¨¢rmol. All¨ª descansa la benefactora de una generaci¨®n entera de j¨®venes. Junto a sus hermanos, fallecidos todos hace d¨¦cadas, y junto a sus padres: Pedro Jos¨¦ y Bufemia. Al entierro asistieron pocas personas: apenas una quincena. Muchos m¨¢s se presentaron tres semanas despu¨¦s en la Casa de la Cultura para saber ad¨®nde iban los euros que ella atesor¨® durante su vida. La que vivi¨®, seg¨²n sentencian en Valverde, ¡°como ella quiso¡±.
Una herencia con plan b
El documento que firm¨® Virginia P¨¦rez-Buend¨ªa expone con detalle c¨®mo quiere que se disponga su patrimonio. El texto indica que los tres albaceas principales ¡ªel p¨¢rroco, el alcalde y el juez de paz¡ª deben poner en marcha una fundaci¨®n, a cuya gesti¨®n se sumar¨¢n despu¨¦s otras cinco personas: un maestro, un agricultor, un comerciante, un industrial y un asalariado. Todos ellos ser¨¢n de Valverde y elegidos por los miembros del colectivo al que pertenecen.
La herencia la componen acciones en Bolsa y varios inmuebles. Al menos, la vivienda de Madrid, que fue desinfectada y se encuentra precintada actualmente por el Juzgado n¨²mero 5 de Madrid; la antigua f¨¢brica de harinas; un par de casas en su localidad natal; el dinero de dos cuentas bancarias; y terrenos y solares: varios pinares, olivares y tierras de siembra.
El 85% del dinero se destinar¨¢ a las becas, de las que podr¨¢n beneficiarse los chavales del pueblo. Seg¨²n explica el alcalde, unos 80 ni?os estudian en el colegio del municipio, hasta sexto de Primaria. A esos hay que sumarles otros 70 j¨®venes aproximadamente, que acuden al instituto en Valera de Abajo, una localidad vecina y a la universidad. ¡°A m¨ª, que tengo dos ni?as, me parece una fant¨¢stica noticia. Ha decidido invertir en el futuro del pueblo¡±, cuenta Enrique, trabajador del Ayuntamiento. Un 10% del resto de la herencia se destinar¨¢ a mantener el patrimonio de la nueva instituci¨®n, para que no se reduzca con el paso de los a?os. Y un 5% a los gastos que genere la fundaci¨®n, que ya cuenta con sus primeros estatutos, seg¨²n subraya el alcalde, a falta de que los t¨¦cnicos afinen detalles legales.
La fallecida tambi¨¦n dej¨® un plan b por si no se pudiera constituir la fundaci¨®n: invertir el dinero ¡°en obras sociales¡±. Siempre para educaci¨®n.
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