Demasiados alumnos que se escapan demasiado pronto
El abandono escolar lastra la educaci¨®n andaluza pese a al avance de las ¨²ltimas d¨¦cadas
Maria Dolores Ruiz es maestra desde hace 38 a?os. Su historia nos lleva, primero, a dos humildes colegios p¨²blicos de dos humild¨ªsimos barrios de Almer¨ªa a finales de los a?os setenta: las 500 Viviendas y El Zapillo. All¨ª aprendi¨® de golpe que su oficio es tan bonito como dif¨ªcil, sobre todo si, como entonces, los alumnos faltan continuamente. Ruiz nos trae despu¨¦s a la actualidad, al Colegio P¨²blico Gin¨¦s Morata, en un barrio de clase media en el centro de Almer¨ªa. All¨ª, aunque han perdido alg¨²n profesor de apoyo, las instalaciones de este centro biling¨¹e no tienen nada que ver con las de tres d¨¦cadas atr¨¢s; los profesores, m¨¢s formados, usan pizarras digitales y tabletas; y las familias, que entonces apenas aparec¨ªan, ahora se dedican a hacer huertos en el centro junto a los ni?os. Pero Ruiz cuenta en su despacho de directora que sabe perfectamente que una parte de los chavales dejar¨¢n de estudiar despu¨¦s del instituto.
Las dos fotograf¨ªas, a los dos extremos de la carrera de Ruiz, dibujan la imagen de un sistema escolar que ha avanzado enormemente, pasando de una poblaci¨®n en la que dos tercios eran analfabetos (15%) o solo ten¨ªan estudios primarios (50%) en 1980 a una en la que la mitad tiene estudios secundarios y otro 27%, superiores. Pero Andaluc¨ªa todav¨ªa no consigue salir del furg¨®n de cola de la educaci¨®n en Espa?a, con un abandono escolar temprano que lastra las posibilidades de futuro de m¨¢s un cuarto de los j¨®venes (el 27,7) y, con ellas, las de la econom¨ªa de la comunidad, que sufre un 34% de paro. Esa cifra de j¨®venes que dejan los libros despu¨¦s de la educaci¨®n obligatoria (de 2014) es la tercera m¨¢s alta de Espa?a, solo por delante de Baleares (32,1%) y Ceuta (29,5%). En Almer¨ªa, era todav¨ªa m¨¢s del 35% en 2012.
Mar¨ªa Dolores Ruiz recuerda ahora c¨®mo en el colegio de Roquetas de Mar, a 26 kil¨®metros al suroeste de la capital almeriense, a principios de los a?os noventa todav¨ªa se les escapaban muchos chavales porque las familias reclamaban su ayuda en el campo. Luego la cosa empez¨® a mejorar. Poco a poco. Entre otras cosas, porque la reci¨¦n nacida Universidad de Almer¨ªa permit¨ªa continuar unos estudios a quien antes no pod¨ªa permitirse ir a otra provincia. Por aquel tiempo tambi¨¦n se aument¨® la edad de escolarizaci¨®n obligatoria de los 14 a los 16 a?os, y ya no eran los colegios como el de Ruiz, sino los institutos, los que ve¨ªan a los chavales abandonar demasiado pronto. Son institutos como El Argar, en Almer¨ªa, donde Juan Ferrer, su director, habla de j¨®venes que no le ve¨ªan ning¨²n sentido a estudiar cuando sus padres iban a recoger naranjas en un flamante mercedes o cobraban 6.000 al mes de yeseros. Mucho m¨¢s, si los libros no se les daban bien: el 42% de los andaluces de 15 a?os ha repetido curso alguna vez, 4,5 puntos m¨¢s que la media espa?ola.
?Por qu¨¦ ocurre esto? ?Es peor la educaci¨®n all¨ª, aunque la ley educativa sea la misma? ?Ser¨¢ un problema de dinero, ya que Andaluc¨ªa ten¨ªa en 2012 el segundo menor gasto p¨²blico por alumno, solo por delante de Madrid? En realidad, los expertos suelen colocar las principales razones fuera de la escuela. Por ejemplo, en un mercado laboral lleno de empleos no cualificados en la construcci¨®n, la hosteler¨ªa o el campo. De hecho, el abandono se ha reducido en 9,8 puntos durante la crisis en toda Espa?a, y 10 en Andaluc¨ªa. Aun as¨ª, otras autonom¨ªas, como Castilla-La Mancha o Murcia, que part¨ªan de una situaci¨®n similar, han reducido el abandono bastante m¨¢s. ¡°Honestamente, no creo que las administraciones educativas hayan conseguido reducir nada¡±, dice el profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad de Salamanca Jaime Rivi¨¨re, que se remite, de nuevo, al mercado laboral.
"Los hijos de clase media en Andaluc¨ªa no tienen resultados peores que los de Cantabria", dice un experto
Adem¨¢s, incontables investigaciones se?alan el contexto socioecon¨®mico y cultural como la variable que m¨¢s influye en los resultados escolares. Por ejemplo, los alumnos de 15 a?os que tienen en su casa m¨¢s de 200 libros obtienen en la prueba de matem¨¢ticas de Pisa 124 puntos m¨¢s que los que tienen menos de 10 vol¨²menes. Para que se hagan una idea, la diferencia entre la media de Espa?a y la de Finlandia en esta prueba fue de 35 puntos en 2012 y la diferencia m¨¢xima entre autonom¨ªas espa?olas, de 56. No debe tomarse el ejemplo al pie de la letra; se trata simplemente de la tosca pero cuantificable manera de atisbar una complej¨ªsima mara?a de expectativas, apoyos y preferencias en torno a los estudios que se dan dentro de una familia.
¡°Si hay unos padres implicados, es muy dif¨ªcil que el ni?o no siga adelante¡±, dice la maestra Ruiz. Riv¨¨re a?ade: ¡°Los resultados parecen asociados ante todo a la evoluci¨®n hist¨®rica de la educaci¨®n en cada regi¨®n y a caracter¨ªsticas sociol¨®gicas que cambian muy lentamente, como la distribuci¨®n de la educaci¨®n de los padres. Los hijos de clase media en Andaluc¨ªa no tienen resultados peores que los de Cantabria¡±. Entonces, ?solo se puede esperar? ?Acaso la escuela no tiene nada que decir?
Si se le pregunta a Ruiz, habla de mejorar la forma de dar clase para conseguir interesar a todos los ni?os: ¡°Hacer que est¨¦n callados y darles la lecci¨®n es f¨¢cil, pero hay que ofrecerles mucho m¨¢s, porque tienen todo tipo de est¨ªmulos alrededor. Esto ya est¨¢ cambiando y trabajamos cada d¨ªa para hacerlo mejor¡±, dice Ruiz. Y las manos disponibles para hacerlo s¨ª importan, asegura: ¡°Antes ten¨ªamos un profesor de apoyo por cada dos grupos para el biling¨¹ismo y ahora tenemos uno por cada tres¡±.
Entre 2010 y 2015, el Gobierno aut¨®nomo ha reducido su presupuesto para educaci¨®n y universidades un 10%, cuatro puntos por debajo de la media de recortes del resto de comunidades. El profesorado de colegios e institutos p¨²blicos se ha reducido un 2,5% desde 2010, cuando el Gobierno central aprob¨® un real decreto de recortes que impuls¨® la reducci¨®n de plantillas; tambi¨¦n esta cifra est¨¢ por debajo de la media (-4%). Otros programas no contabilizados bajo el ep¨ªgrafe de educaci¨®n s¨ª han crecido, como el de apoyo a las familias como la gratuidad de libros de texto.
Se puede discutir si es o no suficiente, pero el esfuerzo es innegable: la inversi¨®n p¨²blica en educaci¨®n como porcentaje del PIB se ha mantenido desde el a?o 2000 y 2012 (¨²ltimo dato disponible) como uno de los m¨¢s altos de Espa?a. Lo que ocurre es que es el dinero a repartir es menos (es la segunda autonom¨ªa m¨¢s pobre) y hay m¨¢s estudiantes (tienen el 20% de los escolares y el 18% de la poblaci¨®n de toda Espa?a). Por eso, a pesar del esfuerzo, el gasto por alumno es de los m¨¢s bajos de Espa?a en una comunidad que adem¨¢s tiene m¨¢s que remontar.
El instituto El Argar ha perdido casi 10 docentes en los ¨²ltimos a?os; los profesores van ahogados y los apoyos se han resentido, admite su director, Juan Ferrer, que lleva desde 1983 dando clases y forma parte de la junta directiva de la asociaci¨®n de directores de instituto de Andaluc¨ªa ADIAN. Sus grandes quejas se dirigen a la burocratizaci¨®n del trabajo y hacia un sistema muy r¨ªgido ¡°obsesionado con los ranking¡±. Para ¨¦l, habr¨ªa que ofrecer titulaciones de FP mucho m¨¢s actualizadas y, sobre todo, vinculadas a los trabajos disponibles en su misma provincia.
Ferrer tiene dos hijas. Una estudia un m¨¢ster y la otra, aunque ha aprobado varias veces la oposici¨®n a profesora, no consigui¨® plaza. Cuenta que, tradicionalmente, la ¨²nica opci¨®n de progreso para muchos almerienses era salir de all¨ª. Hoy, pasada la fiebre del milagro econ¨®mico de los invernaderos y con una tasa de paro del 35,7%, insiste: ¡°La ¨²nica salida posible es la formaci¨®n y la cultura¡±. En el colegio Gin¨¦s Morata, Mar¨ªa Dolores Ruiz, que tiene tres hijos (un maestro, una farmac¨¦utica y un ingeniero que ahora est¨¢ buscando trabajo en Francia), cuenta que el a?o que viene podr¨ªa jubilarse, pues cumple 60 a?os. Pero no quiere: ¡°Creo que a¨²n tengo mucho que aportar y me queda mucha ilusi¨®n¡±.
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