?Baja la marea?
Un proyecto tan excitante como la independencia que no se concreta en el plazo previsto tiende a diluirse
El entusiasmo independentista catal¨¢n ha empezado a enfriarse. As¨ª lo han dicho muchos comentaristas en los ¨²ltimos meses y as¨ª lo sostiene con datos Carles Castro, experto en demoscopia electoral, en un art¨ªculo publicado el pasado domingo en La Vanguardia. Escarba para ello en la letra peque?a del ¨²ltimo sondeo del Centre D'Estudis D'Opinio (CEO) y concluye que cuando una excitante promesa no se verifica en el plazo previsto tiende a diluirse. Algo parecido ocurri¨® hace una d¨¦cada en Euskadi con el Plan Ibarretxe.?
Ese plan soberanista, anunciado en 2001, fue aprobado por mayor¨ªa absoluta del Parlamento vasco en diciembre de 2004 y rechazado por el Congreso de los Diputados el 1 de febrero de 2005 por 311 votos contra 29. Un mes antes, un sondeo de la Universidad del Pa¨ªs Vasco hab¨ªa detectado que m¨¢s del 50% de los vascos estaban dispuestos a votar en un eventual refer¨¦ndum sobre el plan, y la mayor¨ªa a favor, aunque vulnerase la Constituci¨®n.
El art¨ªculo de Carles Castro constata que el apoyo a la secesi¨®n ha pasado del 57% de fines de 2012 al 44 % actual, y el rechazo a la independencia de menos del 25% al 48%
Poco despu¨¦s de la votaci¨®n del Congreso, una encuesta apoyada en m¨¢s de 3.000 entrevistas publicadas en El Correo revelaba que el 63% consideraba que era un plan que llevaba al enfrentamiento entre vascos, y el 56% que solo daba satisfacci¨®n a los nacionalistas. El 69% se mostraba a favor de mantener la autonom¨ªa (26%) o de desarrollarla y mejorarla (43%), incluyendo la mayor¨ªa de los votantes del PNV, frente al 14% que apoyaba la independencia y el 15% que pensaba que Ibarretxe deber¨ªa seguir adelante con su plan. Lo intent¨® con la propuesta de un refer¨¦ndum que ligaba la soberan¨ªa con la negociaci¨®n del fin de ETA, pero no prosper¨® y en las siguientes elecciones, planteadas con acento plebiscitario, perdi¨® la mayor¨ªa necesaria para gobernar.
El art¨ªculo de Carles Castro constata que el apoyo a la secesi¨®n ha pasado del 57% de fines de 2012 al 44 % actual, y el rechazo a la independencia de menos del 25% al 48%. Que vuelvan a ser m¨¢s los catalanes contrarios a la independencia que los favorables, no es un dato aislado sino sostenido por otros que confirman esa tendencia. Es muy significativo que la opini¨®n de que Catalu?a dispone de un insuficiente nivel de autonom¨ªa ha ca¨ªdo ocho puntos desde el verano de 2013; y que el rechazo de la secesi¨®n entre los votantes de CiU haya subido del 7% al 23%, mientras que entre los votantes de ICV el respaldo a la separaci¨®n cae del 50% al 32%. Y entre los del PSC del 10% al 5%.
La trayectoria descendente es constatable desde que el 9-N revel¨® que no hay masa cr¨ªtica suficiente para la ruptura
La trayectoria descendente es constatable desde que el 9-N revel¨® que no hay masa cr¨ªtica suficiente para la ruptura. Pero otro motivo de gran peso es que el independentismo parece estar pas¨¢ndose de moda. La cuasi unanimidad de hace dos o tres a?os ha dado paso al afloramiento de opiniones m¨¢s plurales en la prensa catalana, incluyendo editoriales muy cr¨ªticos con la hoja de ruta de Mas-Junqueras. Y hasta los intelectuales que en septiembre de 2012 animaron al president a dar el paso suenan ahora m¨¢s prudentes. Estos datos no significan que no pueda rebrotar una euforia m¨¢s o menos coyuntural (por ejemplo, en las municipales), pero s¨ª que el soberanismo no es un vector crecientemente acelerado y con desenlace inexorable, sino una l¨ªnea sinuosa que unas veces sube y otras baja, como la marea.
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