La repera nacional
El Congreso de los Diputados ha puesto su lenguaje a la altura del bet¨²n
Durante mucho tiempo la ocurrencia de la entonces ministra de Zapatero Bibiana A¨ªdo de poner en femenino la palabra miembro fue materia de chanza nacional. No se sabe si para disolver ese terr¨®n venenoso del idioma en el azucarillo de su propia ocurrencia, el secretario general del PSOE, Pedro S¨¢nchez, introdujo el resbal¨®n (¡°miembros y miembras¡±) en su intercambio verbal con el presidente del Gobierno en el question time de los mi¨¦rcoles del Parlamento. A¨²n sonaba en el hemiciclo el eco chusco de la ¡°repera patatera¡± que lanz¨® un alto cargo de Hacienda como si dentro de esa burla hubiera otra cosa que el grado cero del pensamiento.
Lo de ¡°miembros y miembras¡± no cuela como broma, pues la co?a tiene su sitio y ese no era el adecuado
Lo de ¡°miembros y miembras¡± no cuela como broma, pues la co?a tiene su sitio y ese no era el adecuado; el se?or S¨¢nchez interven¨ªa en el hemiciclo en un momento de enorme trascendencia nacional. Cuando ¨¦l escuch¨® el rumor que caus¨® ese juego masculino-femenino que adorna como un cencerro el habla pol¨ªtica se lanz¨® al ruedo para desmentirse a s¨ª mismo: fue una broma, sus se?or¨ªas no tienen sentido del humor, dijo.
Una cosa es el sentido del humor y otra es el sentido de la oportunidad, que suele ser el sentido del rid¨ªculo. El Congreso ha puesto su lenguaje a la altura del bet¨²n de sus se?or¨ªas (y de sus se?or¨ªos): la ramploner¨ªa de los intercambios tiene en esa sede parlamentaria su expresi¨®n m¨¢s cabal en los debates del estado de la Naci¨®n, en los que las referencias literarias son tan exiguas que tienden a cero; fuera del hemiciclo, adem¨¢s, el chiste, la descalificaci¨®n del contrario, el ytum¨¢s verbal alcanza las cotas de la discusi¨®n de la peor charla de bar, donde lo m¨¢s barato es lo que se dice; y a los diputados se les debe exigir estar por encima del diccionario de la infamia y, al menos, a la altura de lo mejor que se dice en los bares.
Una cosa es el sentido del humor y otra es el sentido de la oportunidad, que suele ser el sentido del rid¨ªculo
Esa utilizaci¨®n populista del femenino para redondear la cursiler¨ªa ambiental de nuestro idioma (¡°ellos y ellas, nosotros y nosotras¡±), como si la regla que convierte ¡°ellos¡± y ¡°nosotros¡± en pronombres de uso universal se hubiera convertido en una costumbre que alude m¨¢s a la propia impericia oratoria que a la necesidad social de esa distinci¨®n. La procedencia del latiguillo es una agresi¨®n a la palabra en la que caben unos y otros (nosotros) sin necesidad de desmontarla para hacerle sitio a la tonter¨ªa.
Aquella ocurrencia de Bibiana A¨ªdo qued¨® en la an¨¦cdota nacional, como quedar¨¢ ahora ese ¡°saqueo¡± pronunciado por la se?ora Cospedal cuando quiso decir lo contrario. Cuando ocurri¨® lo de A¨ªdo pudo haberse pensado que con ese horror ministerial se iba a acabar la broma de los dobletes, pero los pol¨ªticos de toda laya siguieron usando el nosotros y nosotras para espanto de los o¨ªdos de Cervantes. O de Antonio Machado, al que el propio S¨¢nchez hizo nacer en Soria. En este caso, el l¨ªder socialista pidi¨® perd¨®n, bien hecho; le tendr¨ªa que decir a sus colegas, como penitencia propia y ajena, que lean a Machado (y a Cervantes: que lean) y que tengan en cuenta que no se dice ni en broma ¡°miembros y miembras¡± ni ¡°nosotros y nosotras¡±. La palabra mal dicha es como un chirrido en los o¨ªdos de un ni?o. Que tengan piedad los pol¨ªticos del idioma con el que hablan que nos van a dejar sordos en medio de la repera en que se ha convertido este lenguaje patatero con el que nos env¨ªan mensajes dentro de botellas (o botellos) rotas y rotos.
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