Pierden los partidos
Lo que hace funcionar a las plataformas populares es la fuerza integradora de su l¨ªder
Se mire como se mire, los aut¨¦nticos vencedores de las ¨²ltimas elecciones han sido las plataformas populares, que han encontrado sus rostros m¨¢s emblem¨¢ticos en Manuela Carmena y Ada Colau. Todos los partidos nacionales de la vieja pol¨ªtica se han dejado votos. Y los nuevos, digan lo que digan, no han satisfecho sus expectativas. A la vista de este resultado, quiz¨¢ est¨¢bamos despistados al pensar que lo que estaba en juego era la cuesti¨®n del bipartidismo y hemos dejado de lado lo que de verdad importa, la crisis de la representaci¨®n, el que hay algo que no funciona en los canales de mediaci¨®n entre sociedad y sistema pol¨ªtico. Y que eso no se resuelve cambiando a un partido por otro. Lo que queremos es otra cosa, aunque todav¨ªa no lo sepamos con claridad.
El caso de la ciudad de Madrid ha sido paradigm¨¢tico porque las candidatas Aguirre y Carmena representan, mejor que en ning¨²n otro lugar, dos tipos ideales perfectos: la diferencia entre veteropol¨ªtica y neopol¨ªtica. Uno, el de Esperanza, marcado por la arrogancia y el seguimiento de las inercias de siempre; otro, el de Manuela, aparentemente t¨ªmido, pero cargado de energ¨ªa creativa e innovadora. No solo se enfrentaban ideas o estilos distintos; tambi¨¦n una muy diferente implicaci¨®n de sus bases respectivas. En el primer caso est¨¢bamos ante lo de siempre, solo que con un giro casi caricaturesco; en el segundo se incentivaba la creatividad y lo l¨²dico-expresivo porque hab¨ªa plena conciencia de cu¨¢l era el modelo al que no parecerse. Y funcion¨®. En parte por la evidencia del contraste.
Otras plataformas no han tenido el mismo ¨¦xito. El que triunfen no depende, por tanto, de que sean un veh¨ªculo para la confluencia de grupos distintos o est¨¦n apoyadas o no por Podemos. Lo que las hace funcionar, y esto es lo curioso, es la fuerza integradora de quien las vertebra, su l¨ªder, y la gran implicaci¨®n, incluso emocional, de quienes se sienten llamados por ellas. Y esta emocionalidad es contagiosa porque rompe la distancia tradicional entre bases y liderazgo. Por eso Podemos puede llevarse un chasco si trata de instrumentalizarlas para sus propios fines; o si IU se incorpora a ellas para buscar sobrevivir como partido. Las plataformas, por definici¨®n, carecen de politbur¨®; gran parte de su atractivo es que no tienen ¡°aparato¡± ni profesionales de la comunicaci¨®n pol¨ªtica. Por eso mismo subsiste la duda de su funcionalidad m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito de lo local, de las relaciones de proximidad, donde los v¨ªnculos cara a cara se complementan con los del ciberespacio.
Ignoro en qu¨¦ puedan cuajar en el futuro, aunque algo s¨ª parece claro, su radical contraste con los partidos al uso. Estos est¨¢n suspendiendo en la dimensi¨®n de la representatividad, pero a las plataformas les queda todav¨ªa por demostrar que pueden aprobar tambi¨¦n en el de la gesti¨®n cotidiana. Ya lo veremos.
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