En esta aldea se casa

?l dijo que iba a casar. Alto y claro. Esa declaraci¨®n de intenciones fue una de las primeras reacciones de Paco Maroto, apicultor de 51 a?os y alcalde de Campillo de Ranas, a la aprobaci¨®n de la Ley de Matrimonio Igualitario. Ha pasado una d¨¦cada desde esa sesi¨®n hist¨®rica en el Congreso de los Diputados, cuando a instancias del Gobierno socialista de Zapatero se aprob¨® la reforma del C¨®digo Civil que permiti¨® contraer matrimonio a parejas del mismo sexo y que les otorg¨® los mismos derechos que a las uniones heterosexuales, incluida la adopci¨®n. En ese tiempo, por el Ayuntamiento de Campillo (Guadalajara) han pasado centenares de parejas. "Calculo que ahora habr¨¢ unas 70 u 80 bodas al a?o", cuenta Maroto, "un 30% de ellas entre parejas homosexuales". ?l quiso decir en alto que iba a casar porque ediles como el de Lugo o el de Valladolid, ambos del PP, plantearon la objeci¨®n de conciencia ante las bodas entre personas del mismo sexo. Con esa decisi¨®n, "hecha desde la militancia y el apoyo a ZP", Maroto transform¨® Campillo. Antes de 2005, en el pueblo hab¨ªa una casa rural y un bar; ahora, una decena de alojamientos y establecimientos funcionan a todo gas en el valle cada fin de semana para casar a quien quiera en este id¨ªlico entorno. Una revoluci¨®n socioecon¨®mica a golpe de s¨ª quiero, una estrategia nupcial de desarrollo rural a la sombra del Pico Ocej¨®n, en plena ruta tur¨ªstica de los Pueblos Negros.

Maroto sigue siendo alcalde de Campillo. Cuando comenz¨® a casar, ninguno de los 182 habitantes de este peque?o pueblo de Guadalajara dijo nada. "Un alcalde representa a sus vecinos; la mayor¨ªa de ellos piensa como yo", cuenta desde el jard¨ªn de su casa unas semanas despu¨¦s de revalidar el cargo con mayor¨ªa absoluta, por cuarta vez consecutiva, tras las siglas del PSOE. De fondo resuena el campo: los p¨¢jaros, la brisa o el zumbar de alg¨²n insecto. Recuerda con cari?o la primera boda que se celebr¨® en su pueblo: "Vinieron muchos vecinos al Ayuntamiento para mostrar su respaldo por si aparec¨ªan extremistas a boicotear el acto; a¨²n les estoy agradecido". Tambi¨¦n la ¨²ltima, que tuvo lugar hace escasas 24 horas. "Es muy grato para un alcalde casar. Las bodas son muy alegres".

Pero adem¨¢s de traer alegr¨ªa, los s¨ª quiero se han convertido en la principal l¨ªnea de negocio en Campillo de Ranas, en una ¨¦poca en la que la despoblaci¨®n amenaza la supervivencia de los pueblos. "Lo gay situ¨® a Campillo de Ranas en el mundo. Todas las semanas hay bodas aqu¨ª, y no solo homosexuales. Nos hemos convertido en un lugar de referencia para los casamientos", dice Maroto. Situado en medio de un hermoso valle y custodiado por el Pico Ocej¨®n, el pueblo, dividido en siete barrios o pedan¨ªas separadas entre s¨ª por campo y verde, transmite calma y belleza. Forma parte de los denominados pueblos negros, cuyas casas est¨¢n hechas con pizarra. "Mucha gente ven¨ªa por militancia: 'Si me caso, que me case Paco", recuerda el alcalde. Por eso acudieron Pepe y Ray, espa?ol y estadounidense, hace una d¨¦cada. Su boda forma parte del documental Campillo, s¨ª quiero, estrenado en 2007. La cinta, que se ha visto en m¨¢s de 40 pa¨ªses, llev¨® al alcalde a festivales de cine en Reikiavik, Sao Paulo, Tur¨ªn o Londres, donde el p¨²blico le grit¨®: 'you are great' (qu¨¦ grande eres).?Campillo de Ranas ha aparecido en revistas y peri¨®dicos de todo el mundo, como en el New York Times, entre muchos otros.

"Ya no es tan extraordinario. El contacto que ten¨ªa con los novios no es el mismo. Al principio, ten¨ªa un libro de visitas. Llen¨¦ dos y dej¨¦ de contar", cuenta Maroto. Pero siempre hay gente especial: en septiembre se casa la hermana de Pepe. "La gente quiere celebrar su boda en sitios bonitos. Campillo lo es y el boca a boca ha hecho que muchos que vinieron como invitados lo elijan luego para su propia celebraci¨®n", explica el alcalde. Aunque algunos hayan pasado por el altar con ropajes de la Tierra Media, inspirados por El Se?or de los Anillos, y otros lo hayan hecho a la escocesa, con falda y sin ropa interior, "al final, todas las bodas se parecen mucho", dice. "Los novios se vuelven locos para que todo est¨¦ a su gusto y se gastan un dineral en los detalles", a?ade.

En Campillo de Ranas no ha habido crisis. Los casamientos no han parado y sigue ostentando el t¨ªtulo de pueblo de Castilla-La Mancha que m¨¢s bodas realiza; es el enclave rural espa?ol donde m¨¢s bodas se celebran. La temporada alta: oto?o y primavera. Su caso ha pasado por foros de trabajo sobre estrategias de desarrollo rural, recibiendo muestras de reconocimiento y admiraci¨®n. "Esta ley nos situ¨® en el mundo", insiste Maroto. Y en un par de frases resume el cambio que se ha producido en Espa?a: "Con 16 a?os me pas¨¦ 48 horas en la Direcci¨®n General de Seguridad acusado de vago y maleante por ser homosexual. Y ahora he casado a m¨¢s de 300 parejas gais". "Cuando viajo y me dicen: 'Eso [en referencia al matrimonio igualitario] aqu¨ª no podr¨ªa pasar', yo les digo: tranquilos, en Campillo de Ranas tampoco era imaginable, y mira ahora".