La viuda del espele¨®logo: ¡°El privilegio de la solidaridad no incluye a todos¡±

Julia Ord¨®?ez es la viuda del polic¨ªa granadino Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez, fallecido mientras practicaba la espeleolog¨ªa en Marruecos el pasado abril. La autopsia acaba de confirmar que muri¨® por ahogamiento y no por las lesiones derivadas de la ca¨ªda, lo que va en la l¨ªnea defendida por la familia y los compa?eros: que una negligencia de los gendarmes marroqu¨ªes, que le dejaron toda la noche bajo una cascada tras un primer rescate fallido, provoc¨® su muerte. Mart¨ªnez estuvo seis d¨ªas herido esperando al rescate junto al superviviente de la tragedia, el monta?ero Juan Bol¨ªvar.

Estas son las palabras que Julia Ord¨®?ez ha escrito para EL PA?S sobre la muerte de su marido:

El s¨¢bado se cumplieron tres meses del fallecimiento de mi marido. En este tiempo he experimentado un carrusel de emociones y el sentimiento que ha envuelto a todos es el de las m¨¢s absoluta tristeza. Porque en verdad es as¨ª como me siento y me he quedado, triste, muy triste, sin m¨¢s. Se describe en mi cuerpo y anida en mis ojos.

Podr¨ªa gritar, retorcerme entre la rabia y la indignaci¨®n, dedicar dardos envenenados a los carontes que decidieron que todo lo que pudo salir mal saliera mal y su vida concluyera con un punto y final tan ingrato como inhumano. Mostrar que el privilegio de la solidaridad posee nombres y apellidos que no incluye a todos. Pero estar¨ªa tan lejos de todo lo que era mi compa?ero, nuestra forma de sentir y entender la vida, que no me sentir¨ªa hasta bien. Porque no pienso en c¨®mo muri¨® ahogado, sino en la impotencia y el dolor de no haber estado all¨ª, con las ropas mojadas, sintiendo su fr¨ªo, recogi¨¦ndole la cabeza en mi regazo, para dedicarle las sietes palabras m¨¢gicas con las que me hizo una mujer absolutamente feliz y resume nuestra vida en com¨²n, "te perdono", "lo siento", "te amo", "GRACIAS". Porque cada noche, desde la soledad de mi cama, quiero que el tiempo d¨¦ marcha atr¨¢s y mi cuerpo vuele hasta su cuerpo, para envolverlo y llevarlo a casa, a nuestra casa.

Y detr¨¢s de tanto dolor y tristeza, me he hecho una ¨²nica pregunta, ?qu¨¦ vali¨® la vida del hombre que s¨ª hac¨ªa de nuestras vidas un mundo mejor? Evidentemente para los que empatizaron con su desgracia, para los que lo amaban, para los que entr¨® en su vida con la fuerza que ¨¦l ten¨ªa, con humildad y pegado a una sonrisa limpia, como era ¨¦l, para sus compa?eros, para su familia, para su mujer e hijos, el "todo", todo lo que le hubiera valido en fuerzas y medios que evitara que el agua accediera mortal al interior de sus pulmones.

Pero para el resto... Para el resto se me ocurre la ¨²ltima recomendaci¨®n de lectura que me realiz¨® mi marido unas semanas antes de partir hacia su desgracia, y que fue tan premonitoria como dolorosa, la Carta del Capit¨¢n de la Armada Invencible, el Capit¨¢n del San Pedro, D. Francisco de Cu¨¦llar a Felipe II... Ah¨ª se traduce lo que vali¨® su vida para el "resto". Sin ser mi marido Capit¨¢n de la Armada Invencible, tan s¨®lo un espa?ol m¨¢s, pero para m¨ª y en resumidas cuentas un ser deliciosamente imperfecto con el que viv¨ª mi gran historia de amor.

Y hoy por hoy, no acierto a decir nada m¨¢s.

Gracias.