El tal¨®n de Aquiles
El ostracismo de Grecia significar¨ªa perder la base de toda la civilizaci¨®n europea
La agon¨ªa de Grecia, presente ya desde los inicios de la crisis econ¨®mica, se ha convertido en el problema end¨¦mico de Europa. El Grexit ha dejado de ser un fantasma para pasar al centro de la discusi¨®n pol¨ªtica y devenir en un aut¨¦ntico dilema continental.
Ya no es un tab¨² y es exhortado con euforia y entusiasmo casi hist¨¦ricos por parte de algunos; otros lo seguimos contemplando como una anomal¨ªa que puede conducir el proceso de unificaci¨®n europea a la hecatombe. Lo queramos o no, Grecia es el tal¨®n de Aquiles de Europa, su punto m¨¢s vulnerable. No ya s¨®lo por razones geopol¨ªticas o por los fundados temores a que se convierta en el comienzo del fin de la UE tal y como la conocemos.
El ostracismo de Grecia del continente significar¨ªa perder la base sobre la que hemos edificado toda nuestra civilizaci¨®n. El tal¨®n de Aquiles es nuestro punto d¨¦bil porque es lo que nos sostiene.
Ense?ar la salida a un pa¨ªs de apenas 12 millones de personas que simboliza algunos de sus mayores logros civilizatorios en nombre del autismo tecnocr¨¢tico equivale a ponerle fin a lo m¨¢s noble de la peripecia europea. Y, por cierto, salida en griego significa ¨¦xodos, cuya sem¨¢ntica equivale en nuestro idioma a una forma de exilio. ?C¨®mo podemos exiliar a quienes nos han conformado? ?Menuda idiotez! Para empezar, todas nuestras lenguas europeas est¨¢n trufadas de vocablos griegos (en cursiva en este texto).
Como es l¨®gico, todo esto es perfectamente compatible con reconocer a la vez que la Grecia actual se ha apartado de forma evidente de la ortodoxia tecnocr¨¢tica y que el refer¨¦ndum de Tsipras ha propiciado una visi¨®n de la democracia como ideolog¨ªa, como mecanismo legitimador de una concepci¨®n de la misma que ignora interesadamente nuestras nuevas interdependencias. La ¨²nica forma de cortar el nudo gordiano que atenaza a Europa es, precisamente, aspirar a que ning¨²n demos se imponga sobre los otros, sino que sea posible crear un meta-demos capaz de integrarlos a todos.
Todo lo dem¨¢s, perseverar en el enmarque nacional, s¨®lo contribuir¨¢ a apartarnos de nuestro telos. Debemos aferrarnos al poste de los valores de nuestra cultura com¨²n, la greco-latina e ilustrada, para huir de los cantos de sirenas del populismo etnoc¨¦ntrico como alternativa al tecnocratismo. Lo que necesitamos es m¨¢s cultura human¨ªstica y m¨¢s pol¨ªtica, por muy agon¨ªstica que esta sea.
Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ el mayor favor que nos est¨¦n haciendo estos griegos tan d¨ªscolos es obligarnos a que del dinamismo de la pol¨¦mica nazca otra pol¨ªtica, menos burocr¨¢tica y administrativa y m¨¢s dirigida al entendimiento mutuo, al di¨¢logo y a la recuperaci¨®n de una constructiva gesti¨®n de nuestras diferencias. No hay consenso sin disensos previos.?
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