Que venga tambi¨¦n el servicio
Berlanga descart¨® para Pl¨¢cido, la pel¨ªcula que exhibe la caridad como el ¨¢lmax de la mala conciencia burguesa, un banquete en el que los pobres comen alitas de pollo y sus anfitriones las pechugas. En El Verdugo Azcona y ¨¦l convierten a un sujeto espantado con la pena de muerte en ejecutor: un oficio que Pepe Isbert lleva con pragmatismo (¡°Me hacen re¨ªr los que dicen que el garrote es inhumano. ?Es mejor la guillotina? ?Usted cree que se puede enterrar a un hombre hecho pedazos?¡±). En La Escopeta Nacional crean a un personaje, Jaume Canivell, que organiza una cacer¨ªa para corromper al ministro y termina atropellado por la apisonadora de un sistema preocupado por conjugar sus vicios privados con los p¨²blicos para sobrevivir en el poder o cerca de ¨¦l. S¨®lo el marqu¨¦s y su familia, seleccionados por nacimiento, pueden entregarse a sus pasiones sin necesidad de distinguirlas. El parlanch¨ªn Canivell, que quiere hacer negocio con los porteros autom¨¢ticos, se derrumba cuando se entera de que nadie debe saber que ¨¦l paga la cacer¨ªa.
Si en las dos anteriores pel¨ªculas Berlanga y Azcona pon¨ªan los explosivos en columnas maestras que la censura no detectaba, o detect¨® con retraso, en La Escopeta Nacional sacan a pasear a los destinatarios de su corrosi¨®n. La pel¨ªcula es importante sociol¨®gicamente: hay obras que la vida sigue trabajando. El 25 de octubre de 2004 se celebr¨® una cacer¨ªa en una finca de Ciudad Real a la que acudieron promotores inmobiliarios, alcaldes y dirigentes del PP. Entre los asistentes estaba Francisco Granados y David Marjaliza, amigos de la infancia, l¨ªderes de la P¨²nica. Cuando El PA?S se dirigi¨® al exalcalde de Valdemoro, Jos¨¦ Miguel Moreno, hoy famoso por sacudirse los cojones, el pol¨ªtico dijo que no sab¨ªa qui¨¦n hab¨ªa organizado la cacer¨ªa y que ni siquiera le gustaba la caza. El alcalde de M¨¦rida tambi¨¦n dijo que no sab¨ªa qui¨¦n hab¨ªa pagado aquello; lo jur¨® por sus hijas, una modalidad que hay que incorporar cuando se llegue al cargo con la mano apoyada en la foto familiar. Es seguro que dijeron la verdad si atendemos al patr¨®n berlanguiano en el que hay un pringado paganini, pero la evoluci¨®n de la vida pol¨ªtica espa?ola ha sido mayor que la de la pel¨ªcula. Canivell triunf¨® post mortem: las monter¨ªas las pagaba una constructora que luego se hac¨ªa con adjudicaciones.
Hay que atender a todos los detalles para que Berlanga y Azcona sigan creciendo a los ojos pasmados del espectador
En un film posterior a La Escopeta Berlanga hace decir a un personaje que las cacer¨ªas ya no eran el punto de reuni¨®n de las corruptelas del poder: se hac¨ªan directamente en la c¨¢rcel. Pero sobrevive intacto esa suerte de espantap¨¢jaros que es el millonario espa?ol saqueando el dinero p¨²blico. A la colecci¨®n de pelos de co?o del marqu¨¦s (¡°Mari Carmen, 15 a?os, tres veces¡±) le sucede la de obras de arte en zulos. Juan Antonio Roca las colgaba en el ba?o, en un gesto que recuerda a la mujer de Granujas de medio pelo, que gan¨® primero el dinero y luego quiso comprar la clase: pas¨® una escena diciendo palabras que empezaban por la A porque se hab¨ªa puesto a leer el diccionario.
Hay que atender a todos los detalles para que Berlanga y Azcona sigan creciendo a los ojos pasmados del espectador. Marjaliza fue concejal del PP de Valdemoro y se fue dando un portazo por la ¡°poca transparencia¡± del partido dirigido por su ¨ªntimo Granados. Pero m¨¢s all¨¢ de convertirse en el due?o de Valdemoro y de levantar una trama corrupta, en 2013 hizo un gesto para la historia: cre¨® una p¨¢gina web con la que vender su intensa actividad. No tiene desperdicio. Hay un apartado de notas de prensa en las que va informando de su persona. Una de ellas dice: ¡°David Marjaliza se interna en las redes¡±. Es un gran titular que s¨®lo puede adelantar una noticia a la altura: ¡°El empresario David Marjaliza inicia, no sin reconocer que con algo de retraso, su viaje al mundo de las redes sociales e internet¡±. Es imposible no imaginarlo saliendo por la puerta de casa con la maleta rumbo a lo desconocido. Era el a?o 2013 y Marjaliza viajaba a internet. Reconoc¨ªa ¡°algo de retraso¡±. Meses despu¨¦s una empresa de su trama se dedicaba a mejorar la reputaci¨®n online del Real Madrid por un dineral y a posicionar digitalmente al PP. Qu¨¦ pod¨ªa salir mal.
La noticia sigue, imparable. ¡°Deber¨ªa haberlo hecho antes, ha manifestado a este medio el empresario, pero el d¨ªa a d¨ªa nos absorbe de tal manera que era imposible pararse a pensar en este nuevo mundo que estoy descubriendo y que me est¨¢ fascinando. David Marjaliza cuenta con perfil en las principales redes sociales profesionales y con blog propio que actualiza personal y peri¨®dicamente¡±. Marjaliza se hac¨ªa declaraciones a s¨ª mismo. Declaraciones en las que se mostraba fascinado en 2013 con internet. Era un blog que actualizaba personalmente y en el que hac¨ªa adem¨¢s un periodismo entra?able. ¡°Posible incorporaci¨®n al mundo de la producci¨®n cinematogr¨¢fica¡±, titula una noticia. ¡°David Marjaliza, conocido empresario de Madrid, se ha reunido con profesionales del mundo del cine y de la televisi¨®n para analizar, conjuntamente, una posible participaci¨®n de ¨¦ste en la producci¨®n de una pel¨ªcula y posterior serie de televisi¨®n. No ha trascendido, hasta este momento, los nombres de sus interlocutores ni el contenido de la posible pel¨ªcula que est¨¢ estudiando coproducir, junto con otros inversores¡±. Marjaliza no consigui¨® arrancarle informaci¨®n a Marjaliza: es muy discreto, no trasciende. Hubo una reuni¨®n, eso lo sabe el conocido empresario, y a lo mejor produce una pel¨ªcula, pero desconoce con qui¨¦n se reuni¨® ni el contenido del film. Se est¨¢ internando.
Quiz¨¢s se trataba de Viva Rusia, la cuarta entrega de la saga Nacional de Berlanga. Nunca lleg¨® a buen puerto: falt¨® dinero. En ella el marqu¨¦s muere y Luis Jos¨¦, el L¨®pez V¨¢zquez pajillero, consigue que Canivell, nuevo due?o de la finca de los Leguineche (Can Canivell), le acoja en la caseta del guard¨¦s. Por supuesto Canivell pierde: el arist¨®crata le convence de que vaya a Rusia a financiar la restauraci¨®n de los zares porque el comunismo est¨¢ a punto de terminar. La muerte de Saza nos priva de un hombre que hac¨ªa re¨ªr: no es poca cosa. Quiso homenajearle David Trueba d¨¢ndole un papel en Vivir es f¨¢cil con los ojos cerrados, pero Saza, que hab¨ªa memorizado cientos de guiones, no recordaba ya qui¨¦n era. La enfermedad hab¨ªa vaciado su cabeza. Tenemos que recordar nosotros por ¨¦l: su Canivell sigue vivo, solitario, err¨¢tico y desesperado con la misma gente 40 a?os despu¨¦s. A los que las cacer¨ªas se les quedan peque?as los mandamos a matar al le¨®n m¨¢s querido de ?frica. Al menos del espect¨¢culo no nos van a echar: hemos pagado la entrada. Lo dijo el marqu¨¦s crey¨¦ndose en el lecho de muerte tras perder su colecci¨®n: ¡°Que vengan todos que tengo que perdonarlos. Que venga tambi¨¦n el servicio, que estas cosas les gusta mucho¡±.
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